Carlos Puig/ CAMBIO22

Los primeros nombramientos de Donald Trump para lo que quiere que sea su gabinete y equipo más cercano —digo quiere, porque faltan ratificaciones del Senado— confirman que el presidente electo de EU aprendió algo de sus primeros cuatro años en la Casa Blanca: más vale la lealtad que la capacidad o experiencia.

Desde los últimos meses de su primer mandato y a lo largo de los cuatro años posteriores, muchos de sus más cercanos en aquella primera presidencia escribieron libros, dieron entrevistas, publicaron artículos donde describían con precisión las maneras, las obsesiones, las irresponsabilidades de Trump. Se acumularon esos testimonios de gente que lo conoció, que trabajó con él, que discutió asuntos de mucha relevancia, adjetivos que no cabrían en alguien que va a partir del 20 de enero a liderar Estados Unidos.

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Trump, como decía, parece haber aprendido y no cometerá el mismo error. Hoy en los nominados para los asuntos más relevantes se podrían aplicar los mismos adjetivos. En Brasil en estos días, los líderes del G20 se abrazan, presentan sueños para un gran futuro, celebran estar juntos y hablando, pero todos traen en algún lugar de la cabeza la preocupación de lo que hará Trump a partir del año que entra en todos los aspectos de las relaciones internacionales, principalmente comercio, regulación económica y migración, que pueden crear un torbellino en varias partes del mundo.

Como si esto no fuera suficiente, el presidente saliente de Estados Unidos, Joseph Biden, cambia una política y permite a Ucrania utilizar misiles estadunidenses contra Rusia, con el argumento de que Rusia comenzará a utilizar tropas de Corea del Norte; las consecuencias son, hoy, difíciles de imaginar. Ya veremos qué hace Trump con eso, él que prometió que terminaría con la guerra tan pronto se sentara en la oficina oval.

Mientras, el próximo presidente sigue amenazando, ayer reposteó y comentó un viejo post del líder de una organización antinmigración que decía que, según su información, Trump estaba listo para “declarar una emergencia nacional y utilizar activos militares” para hacer frente a la inmigración ilegal “a través de un programa de deportación masiva”. “Es verdad”, puso Trump. Mientras, en Brasil, todo son sonrisas. Espero que en privado comiencen a pensar qué pueden hacer cuando Donald Trump cumpla sus promesas de campaña.

 

 

 

Fuente: El Universal

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LRE/MA

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