• Obviamente, el apoyo de Yunes a Morena para nada se antoja gratuito. Tiene un costo y altísimo –además de vergonzoso –porque significa que las mismas artes de la corrupción que el propio Presidente ha cuestionado fueron utilizadas para aprobar la reforma

 

Ricardo Ravelo / CAMBIO 22

El voto 86 con el que Morena aprobó la Reforma Judicial, el martes 10, provino de dos acérrimos opositores al régimen –Miguel Ángel Yunes Márquez y su padre, Miguel Yunes Linares –. Al primero lo convencieron para votar, con el aval de su padre, a favor de dicho proyecto presuntamente a cambio de cancelarle las carpetas por diversos delitos que pesan en su contra. El cabildero de López Obrador fue el líder del Senado, Adán Augusto López, con quien se habría cerrado la negociación. Yunes Márquez, como es de esperarse, será expulsado del PAN por traidor. ¿Se irá a Morena? Esto sigue en duda, pues lo más probable es que termine en el PVEM, donde están agrupados varios políticos aliados de Morena. Lo más grave es que López Obrador haya utilizado las artes más sucias de la negociación y la política para sacar adelante la Reforma Judicial con el apoyo de un rival, cuyo padre ha sido su enemigo durante varias décadas. ¿Desmemoria o cinismo?

La polémica Reforma Judicial fue aprobada con el voto de Miguel Ángel Yunes Márquez –hijo de Miguel Ángel Yunes Linares, exgobernador de Veracruz –presuntamente a cambio de que le sean canceladas varias carpetas de investigación tanto al hijo como al padre por delitos que van desde presunto lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, pederastia y fraudes; dichas investigaciones estarían abiertas tanto en la Fiscalía de Veracruz como en la federal.

De acuerdo con el periodista Ricardo Raphael, quien el pasado 9 de septiembre publicó una columna en el diario Milenio titulada “Yunes será el traidor”, esa habría sido la negociación entre los Yunes y el líder del Senado, Adán Augusto López, el principal cabildero del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Y así fue. Hasta las primeras horas del martes 10, el senador Yunes Márquez estaba desaparecido. Se difundió información en el sentido de que estaba enfermo, el mismo argumento falso que esgrimió cuando la fiscalía de Veracruz lo citó a declarar para que respondiera sobre varios delitos, entre ellos, falsificación de documento, para acreditar su residencia en Boca del Río y así contender como candidato al Senado de la República.

Sin embargo, Yunes Márquez apareció en el Senado junto a su padre y suplente, Miguel Ángel Yunes Linares, varias horas después, pese a que sus pares del PAN lo estuvieron llamando con vehemencia para que se uniera al bloque opositor que votaría en contra de la Reforma Judicial. Nunca atendió el llamado.

 

¿Podrían las lentes de contacto ser la mejor pantalla de computadora?

En contubernio con los senadores de Morena, se cuadró la engañifa. Yunes Márquez votaría en favor de la Reforma Judicial. Antes, pidió licencia por un lapso de dos horas. Entonces cedió la senaduría a su padre para que subiera a la tribuna a enfrentar los cuestionamientos de Marko Cortés, líder del PAN, de la senadora Lilly Téllez, entre otros, quienes lo llamaron traidor y oportunista.

Yunes Linares sostuvo un acalorado enfrentamiento con Kortés y defendió la posición de su hijo; le dijo al dirigente del PAN que él no era el dueño del partido y que el voto era libre. Después del intercambio de insultos y descalificaciones, Yunes Linares se retiró y su hijo volvió a tomar la titularidad como senador. Subió a la tribuna. Pronunció un discurso en defensa de la Reforma Judicial argumentando que era urgente debido a la corrupción en el Poder Judicial; expuso que con la reforma se pondrá fin a los privilegios, como el hecho de que el Presidente de la República nombre a los ministros y meta las manos para designar a jueces y hasta magistrados que le han favorecido con fallos en beneficio de sus proyectos. Por todo ello, mi voto es a favor de la Reforma – dijo contundente –y añadió: que el tiempo juzgue.

Más allá del desgarriate, lo que queda bajo cuestionamiento es que Morena y el Presidente López Obrador hayan recurrido a Yunes Márquez y a su padre para alcanzar la mayoría calificada y sí aprobar la Reforma Judicial.

Sobre todo, porque en los meses de abril y mayo, en sus habituales conferencias mañaneras, el Presidente López Obrador fustigó a los Yunes por la campaña sucia que orquestaron en contra de la candidata de Morena al Gobierno de Veracruz, Rocío Nahle, a quien exhibieron con datos falsos por un presunto enriquecimiento ilícito, compra de propiedades, entre otros probables delitos, que nunca le pudieron acreditar.

La campaña sucia contra Nahle llegó al extremo del acoso vil cuando se presentaba en lugares públicos, como el tradicional café de La Parroquia, donde recibió insultos y al grito de “fuera, fuera, fuera” le pidieron no en pocas ocasiones que se marchara del restaurante. Ella nunca perdió las formas. En todo momento mostró temple y convicción.

Además, según denunció López Obrador en su conferencia mañanera, los Yunes pagaron millones a medios de comunicación tanto de Veracruz como  de la Ciudad de México para denunciar los presuntos delitos en los que habría incurrido Nahle exhibiendo documentación falsa. La campaña sucia tenía como objetivo derrotarla en las elecciones del 2 de junio. No pudieron. De todo ello existen audios grabados ilegalmente que fueron difundidos en las redes sociales y otros medios de comunicación.

Tras el triunfo de Nahle, la Fiscalía de Veracruz reactivó la carpeta contra Yunes Márquez por haber competido y ganado una elección sin tener residencia en esa entidad, pues se acreditó, desde que contendió por la alcaldía del puerto de Veracruz, que gran parte de su vida la pasó fuera del país.

Finalmente, el juez de la causa citó a Yunes Márquez para que compareciera vía virtual. Lo hizo desde Miami por zoom. Sus abogados adujeron que estaba muy enfermo y que por ello no podía acudir presencialmente a la audiencia. Después de su comparecencia le giraron orden de aprehensión.

Y ahí, posiblemente, surgió la alternativa de negociar con Morena o con el Presidente López Obrador; en ese momento comenzó a construirse el ardid para traicionar al PAN y apoyar la Reforma Judicial a cambio de impunidad.

El voto 86, emitido por Yunes Márquez, ya es histórico: fue el que sepultó la esperanza de los opositores a la Reforma que, dicho sea de paso, es muy necesaria. Lo cuestionable es la forma en que se aprobó. Lo paradójico de esta trama es que un personaje que debería estar en prisión por los delitos que se le imputan terminó siendo factor de decisión para la aprobación de ese proyecto supuestamente reformista.

Obviamente, el apoyo de Yunes a Morena para nada se antoja gratuito. Tiene un costo y altísimo –además de vergonzoso –porque significa que las mismas artes de la corrupción que el propio Presidente ha cuestionado fueron utilizadas para aprobar la reforma. Y lo peor es que, a cambio de ello, le ordenarán a la fiscalía de Veracruz y a la federal cancelar las carpetas que tanto Yunes Márquez como Yunes Linares tienen abiertas por delitos federales y del fuero común.

 

La desmemoria de AMLO

En aras de sacar la Reforma Judicial, López Obrador parece haber olvidado quién es Miguel Ángel Yunes Linares. Olvida –¿o es cinismo? – que este personaje fue su principal opositor en Veracruz cuando él era candidato presidencial. Yunes le ofreció al entonces Presidente Enrique Peña Nieto que él se encargaría de parar “al viejo guango” en el estado y para ello armó una campaña feroz contra el candidato presidencial morenista.

López Obrador también cae en la desmemoria al pasar por alto que Yunes Linares fue el principal represor de la izquierda en Veracruz cuando fungía como secretario General de Gobierno del entonces Gobernador Patricio Chirinos, en ese tiempo el amigo más cercano de Carlos Salinas.

Durante el sexenio de Chirinos, Yunes se encargó de reprimir a cientos de miembros del Partido de la Revolución Democrática (PRD), donde militaba López Obrador; “muchos fueron asesinados,  otros desaparecieron y otros más terminaron muertos en una carretera cercana a Xalapa cuando López Obrador encabezaba su famoso Éxodo por la Democracia”. Fueron arrollados por un tractocamión que, se asegura, los envistió directamente.

El Presidente también olvida o pretende olvidar la penosa provocación –algo parecido a lo que sufrió Rocío Nahle –que Yunes orquestó en contra de Cuauhtémoc Cárdenas, en 1994, en el café de La Parroquia, cuando le envió a decenas de travestis y teporochos para hostigarlo mientras el entonces candidato presidencial sostenía una reunión con miembros de su partido.

Lo que se pudo acreditar en ese tiempo, es que desde la secretaría de Gobierno, Yunes ordenó contratar a los travestis en un prostíbulo de Xalapa llamado El Boom Boom; los teporochos fueron levantados de los alrededores de los mercados del puerto de Veracruz para que se sumaran a la provocación.

Les pagaron con botellas de alcohol. Aquellos indigentes llegaron al café de La Parroquia completamente ebrios, enrollados en serpentinas de colores, y aplaudiendo con la mirada desorbitada. Los travestis arribaron al lugar ataviados con minifaldas –y zapatillas –que apenas les cubrían las nalgas; a la distancia se podía observar en sus rostros el grosor del maquillaje, casi de medio centímetro, y las pronunciadas pestañas postizas que le agrandaban los ojos. Olían a un perfume tan penetrante como el que suelen usar las más bajunas mujeres de la vida galante.

Yunes, sin duda, ha sido uno de los más acérrimos rivales de la izquierda y particularmente de López Obrador. Forjado en la ultraderecha, cobró fama de golpeador y porro en la Universidad Veracruzana. Ha hecho de la traición su mejor arma: A patricio Chirinos, por ejemplo, se le metió hasta la médula traicionando a su amigo Fidel Herrera Beltrán, de quien se volvió enemigo; luego traicionó a la profesora Elba Esther Gordillo, quien lo apoyó en momentos críticos. Después traicionó a su partido de toda la vida, el PRI, y se pasó al PAN, instituto al que también le metió una estocada vil con el voto a favor de la Reforma Judicial.

Con el respaldo de Vicente Fox y Felipe Calderón construyó un cacicazgo en los municipios de Veracruz y Boca del Río al más puro estilo mafioso.  Dueños del poder político y económico, los Yunes ya son un clan que opera como un cártel: en total impunidad. Y serán un verdadero lastre para la próxima Gobernadora, Rocío Nahle.

No se sabe cuál será el paradero de Miguel Ángel Yunes Márquez. La Gobernadora electa de Veracruz, Rocío Nahle, asegura que ella no cree que tengan cabida en Morena. El martes 10, dejó en claro, además, que ella no pactará con los Yunes. Entonces lo más probable es que, ya fuera del PAN “por traidores”, los Yunes terminen en el Partido Verde Ecologista de México, ahí donde una de las piezas importantes es Javier Herrera Borunda, hijo de Fidel Herrera Beltrán, enemigo de Yunes Linares. Herrera Borunda ha asegurado que él se está preparando para ser, en algún momento, Gobernador de Veracruz.

La Gobernadora electa, Rocío Nahle, se mantiene firme en su posición de no negociar con nadie, menos con los Yunes, después de la campaña sucia que le orquestaron y que resultó falsa pero muy perniciosa. Nahle acreditó que sus propiedades son legitimas y que la casa que habita es rentada, pues nunca la adquirió como propiedad.

Rocío Nahle tomará posesión como Gobernadora de Veracruz el 1 de diciembre próximo. Su proyecto de Gobierno incluye no sólo inversiones sino toda una revolución de cambios, entre otros, aplicar la ley y castigar a los responsables de la corrupción.

Queda claro: Habrá mano dura y cero negociaciones.

Y si Yunes Márquez –al igual que lo acredita la historia de su padre –traicionó a su partido, el PAN, pues no cabe la menor duda de que lo podrá volver hacer, pues quien traiciona una vez, traiciona siempre.

 

 

 

Fuente: Sinembargo

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