• La violencia en Culiacán mantiene cerradas casi 100 escuelas y ha obligado a más del 19% de estudiantes a tomar clases virtuales; el miedo se apodera de los alumnos que temen tanto a las balas como a las fuerzas armadas.

 

Redacción/CAMBIO 22

En la primaria Luis Donaldo Colosio en Culicán, Sinaloa, los niños y las niñas aplican el protocolo para resguardarse de la violencia. Apenas escuchan el sonido de las balaceras –inconfundibles ya para ellos– se tiran pecho tierra debajo de los escritorios negros para resguardarse. Es su única medida de seguridad contra balas perdidas.

Afuera, en las calles aledañas, la Guardia Nacional persigue a supuestos delincuentes por la avenida Lola Beltrán, en Culiacán, Sinaloa. Dentro del plantel, las autoridades educativas convierten el mobiliario en escudo.

Entre las balas y la violencia': Persecución provoca terror en primaria de  Culiacán – El Financiero

La comunidad escolar difundió la imagen el pasado 24 de septiembre como un recordatorio al gobierno estatal de por qué varios padres, profesores y estudiantes se niegan a las clases presenciales. Temen a las balas, a las desapariciones forzadas y hasta a las propias Fuerzas Armadas, desplegadas en miles para intentar controlar la violencia en esta entidad del noroeste de México, donde hace tres meses la violencia no da tregua y tiene como consecuencia más de 500 asesinatos.

Violencia cierra escuelas

A pesar del continuo exhorto de la Secretaría de Educación Pública y Cultura (SEPyC) de Sinaloa a retomar las actividades en las escuelas, 19% de estudiantes no asiste o toma clases virtuales, y alrededor de 97 escuelas continúan cerradas hasta este miércoles, según estimaciones de la propia dependencia. Hasta el ciclo escolar 2023-2024 se tenían inscritos 846,541 alumnos de educación básica.

La semana previa, el 4 de diciembre, Gloria Félix, secretaria de Educación local, declaró que 103 escuelas de educación básica tenían sus puertas cerradas por la ola de violencia, sobre todo en comunidades rurales de la Limita de Itaje, Imala, Tepuche, Carrizalejo y El Dorado.

Atiende SEPyC caso de la primaria Luis Donaldo Colosio en Los Mochis

La proporción de alumnos en clases presenciales ha aumentado a lo largo de este ciclo escolar que arrancó a finales de agosto, pero las actividades son intermitentes. Los bloqueos carreteros y los enfrentamientos impiden el curso normal en los planteles. La violencia en el estado ha generado un clima de incertidumbre y miedo en los estudiantes al punto que 79% considera que sólo se siente seguro en su hogar, refiere Ángel Leyva, director de investigación de la organización Mexicanos Primero en Sinaloa.

Las clases se suspendieron en algunas escuelas, por primera vez en este ciclo escolar, el 9 de septiembre. Ese día se reactivaron los enfrentamientos entre dos facciones del Cártel de Sinaloa que se disputan el territorio y control del tráfico de drogas . Las luchas internas arreciaron después de que Ismael “El Mayo” Zambada, líder de una célula del Cártel de Sinaloa, fuera secuestrado y entregado a las autoridades de Estados Unidos en julio pasado.

Así, la disputa entre “Los Mayitos” y “Los Chapitos” —hijos de dos de los fundadores de la organización criminal— ya ha dejado, en tres meses, más homicidios que todos los ocurridos durante 2023 en la entidad.

La Jornada: Cae operador de El Mayito en Sinaloa

De manera oficial, las clases se cancelaron en cuatro municipios días antes del 15 de septiembre, igual que la conmemoración del Grito de Independencia. Las autoridades educativas de entonces llamaron a retomar las clases el 17 de septiembre, pero varias escuelas no lo hicieron por miedo.

La propia secretaria de Educación local de ese momento, Catalina Esparza, realizó un recorrido por algunas escuelas para comprobar que los profesores laboraban de manera presencial y descartó que fuera peligroso acudir a los planteles en un video que ella misma publicó.

“Ando sola, no traigo chófer, no traigo guaruras, luego dicen que es peligroso moverse, no veo por ningún lado el peligro”, mencionó en la grabación, que causó indignación entre las familias y docentes, quienes respondieron que sí sentían en riesgo de mandar a su hijos a la escuela.

El miedo de ir a la escuela

En varias escuelas han colocado mantas con anuncios de que siguen las clases en línea o han exigido a los directivos que las instauren. “Salir y estar con la incertidumbre de que tal vez les toque alguna situación de violencia, en los maestros genera angustia, genera agobio”, explica Rebeca Murguía, supervisora escolar de la Zona 016 de Educación Especial.

El gobernador morenista de Sinaloa, Rubén Rocha, anunció un operativo de seguridad en escuelas con el despliegue de 300 patrullas, una en cada plantel. La Secretaría de Educación estatal también implementa el Plan Emergente para la Continuidad Educativa, que busca evitar la interrupción de clases.

Pero buena parte de la comunidad escolar de Sinaloa considera que el gobierno estatal ha minimizado la gravedad de la situación y que las acciones propuestas no son suficientes porque la inseguridad no está presente únicamente alrededor de los planteles, sino que paraliza el transporte público, los comercios, la cotidianidad.

“La sociedad sinaloense está cansada de vivir con miedo”, sentencia el investigador Ángel Leyva.

Niños de Sinaloa viven terror por balacera cerca de su escuela | Eme equis

El impacto al aprendizaje

La situación de violencia pone en un dilema a los docentes: saben que las clases presenciales son necesarias, sobre todo después de la pandemia de covid-19, cuando se instauró un confinamiento nacional y, por las clases a distancia, empeoró el aprendizaje de muchos estudiantes. Pero también temen por la seguridad de los alumnos y la propia.

Cuando sí hay clases presenciales se cancelan otras actividades, por ejemplo, las posadas navideñas. La profesora Murguía subraya que el rezago educativo es una constante. Al principio del ciclo escolar se aplicó un diagnóstico de los aprendizajes y en noviembre se entregaron los resultados de una primera evaluación: “Pero no se logró lo esperado con los alumnos, hay rezago en actividades, rezago educativo”, lamenta.

Aunque la apuesta principal es que el estudiantado no pierda el ciclo escolar, la supervisora también prioriza el respaldo al cuerpo docente.

Cada mañana es una incógnita. Si no se registra un hecho de violencia, las clases se desarrollan de manera presencial. Si de camino a la escuela ven o se enteran de la presencia de grupos armados, ese día las clases serán en línea o los alumnos seguirán en sus casas con cuadernillos de trabajo. Esta dinámica obliga a estar conectados al teléfono 24/7.

Regresan a clases en línea alrededor de 100 mil alumnos del nivel básico en  el sur de Sinaloa | Luz Noticias

“Los maestros tenemos que protegernos, pero también tenemos que proteger a los niños o a los padres de familia”, comparte la maestra vía telefónica.

Ángel Leyva, director de investigación en Mexicanos Primero Sinaloa, recuerda que algunos estudios sobre las clases a distancia en la pandemia ya han aportado evidencia de que no asistir a la escuela impacta en el aprendizaje y desarrollo de las niñas y niños. Los datos muestran que fue menor su habilidad de comprensión lectora y resolución de problemas matemáticos con las sesiones virtuales.

“Si a esto le sumamos que en Sinaloa cada año se pierden clases debido a las altas temperaturas, las condiciones de infraestructura de algunos planteles y ahora la crisis de violencia, pues se profundiza más la problemática”, advierte.

Las clases en línea son una medida de protección, pero generan desigualdad: sólo quienes tienen las herramientas tecnológicas necesarias pueden estudiar en esta modalidad a distancia.

… Y a la salud mental

La guerra psicológica de Sinaloa: “Jamás me había sentido tan triste y  desesperanzada” | EL PAÍS México

Sin duda, un entorno de violencia afecta la salud mental de niñas, niños, docentes y familias, pero también la incertidumbre.

“Es como jugar a la ruleta rusa”, ilustra Leyva. Se levantan cada mañana sin saber lo que pueda pasar, si ese día su escuela será una trinchera, habrá cadáveres en terrenos contiguos, como ha sucedido en otras secundarias, o el propio Ejército impondrá un campamento temporal en su plantel, como ya ocurrió en la escuela Niños Héroes.

Así, la falta de inseguridad genera ansiedad, estrés y miedo, sensaciones que afectan el bienestar de los estudiantes, explica el especialista. “Eso disminuye claramente su capacidad de que se puedan concentrar y aprender. No tienen confianza de ir a la escuela”,

 

 

 

Fuente: Expansion

redaccion@diariocambio22.mx

VAC/MA

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