El Porqué la Temporada de Alergias Podría Empeorar Próximamente
8 Jul. 2024
Redacción/ CAMBIO 22
La temporada de alergias, que generalmente se asocia a la primavera, afecta a millones de personas en todo el mundo, ya que la floración de árboles y plantas libera pólenes que provocan este malestar.
Ahora, gracias al cambio climático, está a punto de empeorar: el calentamiento del planeta está alargando la temporada de crecimiento, y con ella los riesgos para la salud humana causados por las alergias. Una buena ocasión para conocer más al respecto es el Día Mundial de la Alergia, que se conmemora el 8 de julio.
Según una investigación publicada en marzo de 2022 en Nature Communications, en 2100 la cantidad de polen producido durante la época de floración podría aumentar un 40%, lo que plantea la urgente necesidad de comprender mejor los factores que impulsan ese aumento.
Aunque la sequía y el calor dañan los bosques y las praderas, algunas hierbas, malezas y árboles que producen pólenes alergénicos prosperan con el aumento de las temperaturas y de las concentraciones de dióxido de carbono, creciendo y produciendo más hojas.
Trabajos anteriores que examinaban las tendencias históricas estiman que, por término medio, la estación del polen en Norteamérica llega 20 días antes y dura ocho días más, y libera un 20% más de estos granes en el aire que hace 30 años.
Si ampliamos este panorama hasta finales de siglo, la estación del polen podría comenzar hasta 40 días antes y prolongarse 19 días más.
“El polen tiene una enorme repercusión en la salud pública”, afirma Allison Steiner, científica atmosférica de la Universidad de Michigan y autora principal del artículo. “Hay tanta gente afectada por las alergias estacionales que, sin embargo, los modelos de predicción del polen no son muy buenos”.
Mejorar las perspectivas: cómo el polen afectaría a la salud en el futuro
Para colmar esta laguna, el equipo de Steiner desarrolló modelos basados en datos históricos que predicen las emisiones de polen en respuesta a factores como la temperatura y las precipitaciones para 15 de los taxones o variedades de plantas alergénicas más comunes. Los modelos también tienen en cuenta el aumento del dióxido de carbono atmosférico, causado por el cambio climático, así como los cambios en la distribución de los tipos de plantas a lo largo del tiempo.
La expansión de gramíneas o árboles, por ejemplo, podría producirse a expensas de la ambrosía, un importante alérgeno que, según las proyecciones, disminuiría hasta un 80% en el este de Estados Unidos en ese escenario.
“Nuestra simulación analiza las emisiones de polen día a día”, explica la científica atmosférica. “Y se puede ver la progresión: empieza en el sureste y luego, a medida que se calientan las temperaturas, la línea de producción de polen se desplaza hacia el norte”.
Aunque se espera que muchas plantas productoras de polen prosperen, a algunos tipos de árboles productores, como el abedul, no les irá tan bien en un entorno cálido y rico en dióxido de carbono.
A partir de estos modelos, Steiner y sus colegas compararon la cantidad de polen liberado en el territorio continental de Estados Unidos durante un periodo histórico (1995-2014) y dos escenarios climáticos prospectivos (2081-2100): un futuro con emisiones medias de gases de efecto invernadero (GEI) y otro más extremo, impulsado por los combustibles fósiles, que representaba un aumento de 2-3 °C y 4-6 °C, respectivamente.
El escenario más calamitoso, en el que las concentraciones de dióxido de carbono alcanzan más de 2.5 veces su nivel actual, da lugar a una estación polínica prolongada y más intensa, duplicando las tendencias históricas de los últimos 30 años.
Sin embargo, quizá sea más importante el futuro previsto por el escenario más moderado, afirma William Anderegg, profesor asociado de la Universidad de Utah que no participó en la investigación.
“Básicamente, el impacto del polen se redujo a la mitad en comparación con el escenario de altas emisiones, por lo que los investigadores ponen de relieve hasta qué punto abordar el cambio climático será beneficioso para nuestra salud respiratoria”, considera Anderegg, que estudia los efectos del cambio climático en los ecosistemas forestales.
Efectos del polen en la salud
El nuevo estudio coincide con lo que el alergólogo John James ha observado de primera mano. Cuando James se trasladó a Colorado hace 25 años, la temporada de alergias se limitaba en gran medida a marzo y abril.
Desde entonces, la situación ha cambiado. “Los pacientes empezaron a venir antes y a preguntar: ‘¿Por qué mis síntomas duran tanto? Parece que no tengo respiro’”, comenta James, consultor de la Asthma and Allergy Foundation of America.
Las temporadas de polen, cada vez más castigadas, son una amenaza para la salud pública mundial, según demuestran múltiples estudios. Los estudiantes alérgicos rinden peor que sus compañeros en la escuela; la productividad de los adultos en el trabajo se resiente cuando ataca la fiebre del heno.
Al mismo tiempo, los días en que las concentraciones de polen son más altas se han relacionado con un aumento de las visitas a urgencias por asma, con los costes asociados tanto para las personas como para los sistemas sanitarios.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que en 2050 la mitad de la población del planeta será víctima de al menos un trastorno alérgico. En la actualidad, las alergias afectan a entre el 10% y el 30% de los adultos y hasta al 40% de los niños. Este aumento se debe no solo al incremento de las concentraciones de polen, sino también a las múltiples formas en que las sustancias químicas de los contaminantes interactúan con él.
Según Isabella Annesi-Maesano, epidemióloga medioambiental de la Universidad de Montpellier (Francia), los contaminantes destruyen las paredes celulares del polen, “dividiendo los granos relativamente grandes en partículas submicrónicas que pueden penetrar más profundamente en los pulmones y son más peligrosas para los pacientes”.
Y los contaminantes pueden hacer que el propio polen sea más capaz de provocar una reacción alérgica. Los estudios realizados en laboratorio demuestran que un aumento del dióxido de carbono atmosférico hace que estos granos diminutos contengan más proteínas alergénicas, que provocan la producción de anticuerpos responsables de los síntomas físicos de una reacción alérgica.
Posibles próximos pasos para evitar las alergias
Steiner afirma que el estudio de 2022 “representa un primer paso hacia el desarrollo de mejores herramientas para entender cómo podría cambiar el polen en el futuro y ayudar a la gente a prepararse mejor para los impactos sobre la salud”.
Pero aún quedan retos y trabajo por hacer. Por ejemplo, los datos son escasos; hay menos de 100 estaciones de recuento de polen en todo Estados Unidos. La monitorización del polen también es laboriosa, ya que requiere que una persona formada identifique y cuente manualmente los granos.
“Medimos y controlamos el polen mucho menos que casi todos los demás contaminantes atmosféricos, pero necesitamos estos datos para poder captar las tendencias a largo plazo”, destaca Anderegg.
Pero también hay buenas noticias: puede haber soluciones en el horizonte. Varias empresas están desarrollando técnicas de inteligencia artificial para automatizar el recuento y hacerlo más eficaz. Además, una posibilidad que puede surgir de esta investigación son las proyecciones semanales de recuentos de polen, similares a las previsiones de calidad del aire que ya son la norma en muchas regiones del país.
Eso, dice Anderegg, podría “aumentar la capacidad local y regional para hacer frente a los cambios en el polen y minimizar el daño a la salud de las personas”.
Fuente: National Geographic
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