El Poder al Desnudo: Mentiras, Complicidades y la Impunidad que Protege a Pedro Haces Barba
16 Dic. 2025
Despacho 14
El violento oficio de escribir
Videos, nombres y omisiones que el régimen intenta sepultar desviando la atención.
Mientras la 4T fabrica enemigos, la evidencia exhibe una red de excesos, mentiras y protección política que ya no admite silencio.
Alfredo Griz/CAMBIO 22
El señalamiento de la relación entre Pedro Haces Barba y el personaje conocido como “El Limonero” no es un asunto menor ni una anécdota más en la larga lista de escándalos del poder.
Es un golpe directo —aunque internamente minimizado— al ya erosionado prestigio de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados. Hacia afuera se finge sorpresa; hacia adentro, se asume como parte del paisaje habitual de una realidad nacional marcada por la connivencia, la impunidad y la negación sistemática.

No se trata de dichos sueltos ni de especulación política. La complicidad ha sido documentada, exhibida y reiterada en múltiples registros audiovisuales. A ello se suma un patrón que ya no admite el beneficio de la duda: la relación de Adán Augusto López, hoy senador de Morena, con su exsecretario de Seguridad en Tabasco; los fraudes fiscales comprobables por cientos de millones de pesos ligados al huachicol fiscal; y la red de favores, influencias y negocios que alcanza a los hijos del expresidente López Obrador y a su círculo inmediato.
El listado crece sin pudor: señalamientos por delitos graves que alcanzan al hijo de Ricardo Monreal, al hijo de Alfonso Durazo y a otros descendientes y operadores de primer nivel del oficialismo. Todo ello acompañado por omisiones imperdonables de la Fiscalía General de la República en casos emblemáticos como el colegio Rebsamen o la tragedia de la Línea 12 del Metro. Episodios que costaron vidas y que, a la fecha, siguen sin responsables claros. La impunidad como política de Estado.
En este contexto, algunos cortesanos del régimen han intentado equiparar el liderazgo sindical de Pedro Haces con el que alguna vez ejerció Fidel Velázquez. La comparación no solo es falsa: resulta grotesca. Velázquez, con todos sus claroscuros, provenía de un origen obrero auténtico y fue pieza central en la construcción de una confederación que tomó décadas articular. Nunca se le conocieron escándalos de faldas, de juego ni de enriquecimiento obsceno. Vivió en la llamada “justa medianía” y tenía gestos simbólicos que hablaban de disciplina y jerarquía, como negarse a usar el elevador del edificio del PRI reservado al presidente del partido. Subía a pie. Sin estridencia. Sin ostentación. Las diferencias son evidentes incluso para el observador menos atento.
Pedro Haces, en contraste, encarna la ostentación del nuevo poder: fiestas fastuosas en hoteles de lujo sobre Paseo de la Reforma, helicópteros prestados para uso exclusivo de legisladores, convivios privados en su “ranchito” al sur de la Ciudad de México. En ese marco, la revelación de su relación con “El Limonero” no es una anomalía: es la cereza de un pastel hecho de excesos, cinismo y privilegios.
Como ha ocurrido de manera sistemática en los últimos siete años, la llamada Cuarta Transformación responde desviando la mirada pública. En esta ocasión, resulta imposible ignorar la sincronía: mientras se acumulan los señalamientos contra Haces, se activa una ofensiva política y mediática contra María Amparo Casar.
Casar no es una improvisada ni una figura menor. Es una académica de solvencia intelectual y ética incuestionable, cuya vida pública ha sido ejemplo para generaciones. En 2015, junto con académicos y empresarios, entendió que combatir la corrupción y la impunidad era imposible sin la participación activa de la sociedad civil. De esa convicción nació Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.

Los resultados están a la vista. Durante casi una década, sus investigaciones han documentado algunos de los casos más escandalosos de corrupción en México. Su trabajo ha servido a medios, opositores y ciudadanos para entender cómo opera el saqueo institucionalizado del país. Incomoda, sí. Pero incomoda porque exhibe al poder, porque pone nombres, porque demuestra cómo se gobierna torcidamente y cómo se enriquecen quienes prometieron no hacerlo.
Hoy se intenta utilizar ese trabajo para desviar la atención del verdadero escándalo: que el líder sindical y diputado morenista Pedro Haces mintió abiertamente al negar cualquier relación con “El Limonero”, pese a la evidencia en video. Una mentira flagrante que, lejos de corregirse, sigue siendo replicada para alimentar la narrativa interna de la militancia de la 4T.
Nada más. Pero, sobre todo, nada menos.
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