El Papa Francisco clausuró este domingo el Sínodo de los Obispos, pero el papel que desempeñan las mujeres al servicio de la Iglesia Católica sigue siendo una incógnita.
El documento final no prevé una mayor equidad para las fieles,** como se esperaba. Los temas más divisivos como la cuestión de las diaconisas, los sacerdotes casados y la discusión relacionada con los derechos de los fieles pertenecientes al colectivo LGTBI fueron fueron expulsados del borrador final.
El documento votado refleja, sin embargo, los objetivos del Papa para que su Iglesia escuche más a los fieles. En un movimiento inesperado, el Papa dijo que no publicaría el documento, dejando abierta la cuestión del papel de las mujeres en la Iglesia.
Los diáconos desempeñan muchas de las funciones de los sacerdotes, como presidir bautizos, bodas y funerales, pero no pueden celebrar misa.
Los partidarios de una reforma del diaconado afirman que permitir que las mujeres se conviertan en ministras ayudaría a compensar la escasez de sacerdotes. Los opositores dicen, sin embargo, que esto marcaría el fin de un sacerdocio exclusivamente masculino que Francisco ha reafirmado en repetidas ocasiones.
Para el Pontífice “aún no es el momento”, según había declarado a principios de esta semana el máximo responsable doctrinal del Vaticano, el cardenal Víctor Manuel Fernández, al dirigirse a la asamblea extraordinaria de 368 obispos y laicos, donde se incluyen mujeres.
Las mujeres no son creyentes de “segunda clase”
El proceso sinodal había suscitado grandes esperanzas de cambio. Las mujeres llevan mucho tiempo quejándose de tener un papel marginal en la Iglesia y de ser tratadas como creyentes de segunda clase.
“Tantas palabras, intenciones y buenos propósitos, pero pocos pasos decisivos hacia adelante”, dijo Patrizia Morgante, presidenta de la Asociación Mujeres por la Iglesia. “Personalmente, estoy cansada de que nos digan que somos brillantes o únicas y que la Iglesia es una mujer. Los vivo, hoy más que nunca, como consuelos que no necesitamos en absoluto. Queremos ser sujetos de pleno derecho, queremos hablar de nuestra complejidad y dialogar en condiciones de igualdad con los hombres, consagrados o no”, añadió Morgante.