El Oficio de Sastre se Desvanece en José María Morelos ante el Auge de la Ropa Industrial y de Segunda Mano
24 Abr. 2025
Redacción/CAMBIO 22
José María Morelos, 24 de abril. – Con más de cuatro décadas de experiencia, don Carmelo Caamal Kime es uno de los sastres más veteranos de esta cabecera municipal. Desde su pequeño taller, recuerda cómo años atrás la población solía acudir con frecuencia a encargar pantalones, camisas y trajes a la medida. Hoy, en cambio, observa con pesar cómo el oficio que ha ejercido por tantos años va quedando en el olvido.
“Antes, mucha gente prefería mandar hacer su ropa aquí en el pueblo. Era común ver a los hombres venir por su pantalón o su camisita hecha a medida. Ahora, ya casi nadie lo hace”, comenta don Carmelo mientras acomoda unas piezas de tela en su mesa de trabajo.
El sastre atribuye esta transformación al crecimiento de las grandes tiendas comerciales, así como al auge de la ropa de segunda mano, mejor conocida como “ropa de paca”. Explica que estas opciones, aunque económicas, han desplazado el trabajo artesanal y personalizado que ofrece el taller tradicional.
“Las grandes empresas traen ropa de exportación, la venden más barata, pero las telas no son de buena calidad. Además, todo es por tallas, no se ajusta bien al cuerpo de cada quien”, señala.
También subraya que, aunque confeccionar ropa en un taller implica adquirir la tela y pagar la costura, el resultado es una prenda reforzada, duradera y hecha a medida.
Don Carmelo recuerda que años atrás, los sastres eran indispensables en la comunidad. “Nos pedían de todo: pantalones, camisas, hasta trajes para ocasiones especiales. Hoy eso ya casi no se ve. Muchos prefieren lo más económico, aunque eso signifique menor calidad”.
La situación ha obligado a muchos sastres a buscar nuevas formas de sostenerse económicamente o a abandonar por completo el oficio. Mientras tanto, quienes como don Carmelo persisten, continúan con dedicación su labor, con la esperanza de que el valor del trabajo artesanal vuelva a ser reconocido.
“Este trabajo es arte. Cada puntada lleva experiencia, dedicación. Ojalá la gente vuelva a valorar lo hecho a mano, porque si no, este oficio se va a perder del todo”, concluye.
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