Ellos y ellas tuvieron la generosidad de hacerse a un lado de la competencia por la candidatura presidencial, la apoyan y trabajan para que le vaya bien a Xóchitl.
Públicamente los descalifica. ¿Para qué?
Si no está a gusto con algunos, que los cambie. O modifique la estrategia. Pero con sus dichos los responsabiliza de algo que no sabemos bien a bien de qué se trata.
Leer el reclamo de Xóchitl en el que sustenta su reiterada inconformidad, es también sorprendente.
Dice que en el debate se sentía incómoda con el traje que llevaba. “Muchos mexicanos me han dicho en estos días: ‘sé tú’ y voy a ser yo (en el segundo debate). Y si una mujer con huipil no les gusta a los mexicanos, lo lamento” (El Financiero, viernes de la semana pasada).
¿En serio, eso le preocupa?
Desconcertante, por decirlo de alguna manera. Simples pequeñeces en voz de quien aspira a ser presidenta de México.
Esperemos que cuando tenga que sentarse a negociar con el presidente de Estados Unidos o de China, no le aprieten los zapatos.
Sus quejas públicas nos muestran que no sabe conducir a un equipo de trabajo de alto nivel.
“Es muy complicado que cada asesor te diga una cosa distinta. Está cañón” (Reforma del domingo).
Pues sí, para eso son los asesores. Y es ella la que tiene que decidir. Así ocurre con los presidentes y con los candidatos. En efecto, “está cañón”. Gobernar un país no es fácil.
“Uno (un asesor) te dice: tienes que ser así; otro te dice: tienes que ser acá. No, no ataques al Presidente, ataca más a Claudia; no, no ataques ni a Claudia ni al Presidente. Híjole. Está muy difícil. Entonces yo realmente voy a hacer lo que yo pienso que debo hacer”.
Es decir, Xóchitl no ha tenido la serenidad para escuchar, tomar lo que crea adecuado de los consejos y actuar como ella finalmente lo considere mejor.
Lo que hemos visto de ella, ¿es un espejismo? Es lo que la candidata de la oposición nos está diciendo con todas sus letras.
Entonces quienes trabajan y van a votar para que se vaya Morena, ¿han apoyado a una falsa Xóchitl Gálvez?
Cada quince días, de su equipo de comunicación promueven la idea de que “ya van a ver a la verdadera Xóchitl”.“Ahora sí, prepárense”.“Xóchitl se va a mostrar tal cual es”. “Esta semana tendremos en acción a la auténtica Xóchitl”.
Faltando menos de 40 días para los comicios, la candidata que está llamada a enfrentar y derrotar la prolongación del odio, detener la polarización social y revertir la descomposición del país, nos enseña una superficialidad e infantilismo preocupantes.
La sombra oscura que cae sobre la nación es real: el fin del Estado de derecho y de la democracia.
El escenario es particularmente dramático.
De los regímenes sin contrapesos no se sale.
Y la candidata de oposición suelta requiebros públicos contra sus asesores.
Líderes de la sociedad civil señalan que Xóchitl está ‘atrapada’ por PAN-PRI-PRD. Ella quiso ser la candidata de esos partidos. Batalló para serlo. No buscó una candidatura independiente.
Las señales son de una terrible falta de claridad acerca de lo que está en juego.
Ante esas dudas, cercanos a Xóchitl y votantes de la oposición en general suelen encogerse de hombros y responder: “Sí, pero es lo que hay”.
Cierto, es lo que hay, pero que no abuse.