•  La enorme riqueza del controvertido magnate de la música podría ayudarlo a sortear sus problemas legales, pero también es un factor que lo perjudica

 

Redacción / CAMBIO 22

En sus argumentos para mantener a Sean Combs en la cárcel hasta su juicio por cargos federales de crimen organizado y tráfico sexual, los fiscales lo han retratado como un magnate de la música lujosamente rico y bien relacionado, con una posición ideal para huir. En los documentos judiciales, los fiscales citaron informes de los medios de comunicación que estimaban su riqueza en cerca de mil millones de dólares.

Pero a medida que la reputación de Combs se ha ido deshaciendo en medio de una oleada de demandas y cargos penales de alto nivel, también lo ha hecho su cartera de negocios. El que fuera embajador de una marca importante y presidente de una plataforma de medios de comunicación, se ha visto obligado a retirarse de esas funciones. En junio, varios meses antes de que Combs fuera imputado, Forbes estimó su patrimonio neto en 400 millones de dólares, frente a los 740 millones de dólares de 2019.

La fortuna de Combs ha estado en el centro de su imagen pública desde la década de 1990, cuando el éxito de su discográfica de hip-hop y R&B, Bad Boy Entertainment, hizo que se le conociera tanto por su estilo de vida de altos vuelos y derroche de champán como por la música que producía.

Hace un año, Combs, a quien se conoce como Diddy, estaba al frente de una cartera en constante crecimiento: era fundador de un sello discográfico, promotor de licores, presidente de televisión por cable y medios digitales, filántropo y ejecutivo de moda con una marca llamada Sean John.

“Era un vendedor colosal”, dijo Dessie Brown Jr., un consultor de entretenimiento que durante mucho tiempo consideró a Combs un modelo para labrarse una carrera. “Siempre hablaba de ser como el maestro de ceremonias de un circo”.

Sin embargo, las carpas del circo empezaron a plegarse, una a una, durante una cascada de demandas por abusos sexuales que comenzó en noviembre. Combs, que ha negado haber abusado sexualmente de alguien, acordó poner fin a su lucrativa asociación con el gigante del licor Diageo en medio de un litigio, y vendió su participación en Revolt, la empresa de medios de comunicación que fundó. El valor de su catálogo musical —que incluye participaciones en canciones de éxito como “I’ll Be missing You” y “It’s All About the Benjamins”— se ha visto amenazado por el deterioro de su reputación.

Los representantes de Combs declinaron hacer comentarios sobre sus finanzas.

Los abogados de Combs, quien se ha declarado inocente de los cargos de crimen organizado y tráfico sexual, han apelado la decisión de un tribunal de mantenerlo encarcelado hasta el juicio. Afirman que su cliente dista mucho de presentar riesgo de fuga, ya que voló voluntariamente a Nueva York para ponerse a disposición judicial. Han calificado la avalancha de demandas civiles —que ya superan la veintena— de ser un intento de obtener acuerdos económicos de una figura pública adinerada.

El patrimonio neto de los famosos es objeto de constantes especulaciones, pero puede ser difícil calcular con certeza el patrimonio total de una persona desde lejos, especialmente en el caso de alguien como Combs, cuya cartera es en gran medida privada y evoluciona a la sombra de sus problemas legales.

“Es como intentar atrapar un cuchillo que cae”, dijo Zack O’Malley Greenburg, periodista y exeditor de Forbes, quien estudió las finanzas de Combs en 2022.

“Creo firmemente que en algún momento fue multimillonario”, dijo Greenburg. “Creo firmemente que ahora no lo es”.

Gran parte de la riqueza de Combs procede de su trabajo con Diageo, el cual comenzó hace más de 15 años, cuando empezó a promocionar su marca de vodka Ciroc. Él y Diageo compraron DeLeón en un acuerdo de inversión conjunta hace una década, y Combs aprovechó su fama para promocionar la marca de tequila en las redes sociales, en entrevistas y como utilería en vídeos musicales.

Un ejecutivo de Diageo escribió en una declaración judicial el año pasado que la empresa le había pagado casi mil millones de dólares durante su relación.

Pero el conflicto saltó a la luz pública en 2023, cuando la empresa de licores de Combs demandó a Diageo, acusándola de encasillar a Ciroc y DeLeón como “marcas negras” que debían dirigirse solo a clientes “urbanos”. Diageo negó las acusaciones de racismo y acusó a Combs de mala administración.

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Su batalla legal seguía en ebullición cuando la cantante Cassie presentó una explosiva demanda en la que acusaba a Combs —su antiguo novio y jefe de la discográfica con la que había firmado— de abusar sexual y físicamente de ella durante años. Combs llegó rápidamente a un acuerdo con Cassie, cuyo nombre completo es Casandra Ventura, pero siguieron más demandas.

Parte de la disputa de Combs con la empresa de bebidas alcohólicas se refería a si se le debía permitir seguir representando a DeLeón. Tras iniciarse la oleada de demandas, los abogados de Diageo argumentaron que era “imposible” que Combs “siguiera siendo la ‘cara’ de nada”.

En enero, Combs y Diageo habían resuelto sus disputas, se desestimaron las demandas y Combs vendió su mitad de DeLeón. Un informe público para los inversores reveló que la venta ascendía a unos 200 millones de dólares.

Los orígenes de la fortuna de Combs están en su ascenso como productor musical veinteañero cuyo trabajo ayudó a convertir el hip-hop en un movimiento pop mundial. Empezó como becario no remunerado, haciendo trabajo de campo para el fundador de Uptown Records, Andre Harrell, antes de ascender a un puesto ejecutivo a principios de los 90.

Tras desarrollar una batalla de egos en la discográfica, Harrell despidió a Combs en 1993, lo que permitió a Combs llevarse a un talento de Uptown —Notorious B.I.G.— a su propia empresa, Bad Boy, que firmó un acuerdo de distribución con Arista, la gran discográfica dirigida entonces por Clive Davis.

“Lo despedí y básicamente lo hice rico”, dijo Harrell en el documental autoproducido por Combs sobre la historia de Bad Boy.

Durante años, Bad Boy fue el hogar de algunos de los artistas más candentes del hip-hop, como Mase, Craig Mack, Black Rob, Faith Evans y el debut musical del propio Combs como Puff Daddy. Tras su apogeo cultural, la discográfica siguió desarrollando talentos y grabando estrellas —Machine Gun Kelly, Janelle Monáe y French Montana fueron fichajes en algún momento—, pero con los años, pasó de ser una discográfica activa con un estudio de grabación histórico a una marca legado cuyo valor residía en su catálogo antiguo.

Con el tiempo, la empresa se trasladó de las oficinas de Manhattan que una vez fueron su sede. El edificio fue demolido este año para construir un hotel de gran altura.

Tony Drootin, exgerente del estudio de grabación de Bad Boy en Midtown Manhattan, conocido como Daddy’s House, dijo que en 2014 se produjo un punto de inflexión en la cultura de la discográfica, cuando Combs decidió cerrar el estudio. En aquel momento, el streaming estaba trastornando la industria musical, dijo Drootin, y los precios de los inmuebles se estaban disparando.

“No tenía sentido desde el punto de vista económico, porque podía hacer mucho de lo que necesitaba en la sala de su casa con una computadora y un micrófono”, dijo Drootin.

A pesar de la larga historia de éxitos de Combs, ahora su catálogo musical parece generar ingresos modestos, en parte porque ya no controla los derechos de sus álbumes más populares. Billboard, la publicación comercial de la industria musical, calculó recientemente que Combs gana actualmente unos 1,25 millones de dólares al año por sus grabaciones y derechos de edición musical.

Si alguna vez quisiera vender ese catálogo, su valor probablemente se vería reducido por la publicidad negativa en torno a sus problemas legales, según cuatro profesionales que se dedican a comprar y valorar catálogos musicales.

Merck Mercuriadis, quien fundó la empresa de inversiones musicales Hipgnosis, comparó el catálogo de Combs con el de R. Kelly, que ha tenido unas cifras de streaming constantes, pero no ha encontrado compradores.

“Nadie comprará nunca estos catálogos”, dijo Mercuriadis. “No hay nadie que vaya a arriesgar una inversión institucional en un catálogo que tiene este tipo de ruido a su alrededor”.

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A principios de 2023, todos los intereses empresariales de Combs habían sido rebautizados con un nuevo nombre: Combs Global, que tenía la visión de construir la “mayor cartera de marcas líderes de propiedad negra del mundo”.

Pero en comparación con los bulliciosos días en las oficinas de Bad Boy en Manhattan, el trabajo diario en Combs Global estaba relativamente descentralizado.

La mayoría de los empleados trabajaban a distancia, y cuando los ejecutivos se reunían en persona, solían hacerlo en la isla de Miami Beach donde vivía Combs, dijo un antiguo ejecutivo de Combs Global que se marchó en medio de las demandas contra el magnate.

La empresa se convirtió en el centro de marcas como Love Records, un sello de R&B que tuvo un breve acuerdo con Motown para el álbum de regreso de Combs en 2023 —al final salió de forma independiente, sin la participación de Motown— y Sean John, la empresa de ropa que Combs recompró por 7,6 millones de dólares tras la quiebra de su propietario mayoritario. En gran medida, la línea ya no está disponible para la venta.

Combs Global también supervisó su trabajo benéfico y más orientado a una misión determinada, incluido su mercado online para empresas negras y una asociación con una red de escuelas subvencionadas de Nueva York que él ayudó a ampliar.

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“Sí, tengo la bendición de ser multimillonario”, dijo el año pasado en una entrevista en Invest Fest, un evento anual dedicado a la capacitación financiera de los negros, “pero al mismo tiempo, si a mi gente no le va bien, yo no puedo estar a gusto”.

Tras la presentación de las primeras demandas por abusos sexuales, se produjo un éxodo en su empresa, ya que muchos empleados —incluidos altos ejecutivos— decidieron que no querían seguir asociados a su marca. También se produjeron oleadas de despidos a medida que los intereses empresariales de Combs se desplomaban.

Combs llegó a un acuerdo en la demanda de Ventura por lo que sus abogados han descrito como un “acuerdo de ocho cifras”. Pero ante el creciente cúmulo de demandas, la cartera de marcas y causas de Combs se desmoronó pieza por pieza.

Vendió su participación en Revolt, la empresa de medios de comunicación que fundó hace más de una década, por una suma no revelada. La red de escuelas subvencionadas puso fin a su asociación con él. Su mercado online, Empower Global, ha desaparecido.

Mientras espera el juicio en una unidad de alojamiento especial del Centro de Detención Metropolitano de Brooklyn, Combs soporta un estilo de vida muy alejado de su avión privado y sus lujosas casas, coches y obras de arte. Su extensa mansión de 10 dormitorios en el barrio de Holmby Hills de Los Ángeles, que fue allanada como parte de la investigación penal, está a la venta por 61,5 millones de dólares.

Su casa de Miami Beach, Florida, se tasó en 48,5 millones de dólares. Los abogados de Combs esperaban utilizarla como garantía para una propuesta de fianza de 50 millones de dólares, pero el tribunal rechazó esa oferta el mes pasado. (Combs pagó 18 millones de dólares de deuda hipotecaria para garantizar que la casa pudiera utilizarse como parte del posible paquete de fianza).

Aunque la situación financiera de Combs parece estar en declive, el gobierno ha señalado repetidamente que sigue siendo un hombre muy rico, alguien cuya riqueza, sostienen los investigadores, aumenta el riesgo potencial de que huya si queda en libertad bajo fianza. A finales del año pasado, informó el gobierno, Combs tenía más de 1 millón de dólares en efectivo personal “a la mano”, así como decenas de cuentas bancarias personales y corporativas que contenían millones de dólares más y vehículos en múltiples lugares.

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Los fiscales dijeron que la riqueza de Combs le permitió emplear a una red de asociados que le ayudaron a facilitar el tráfico sexual y a encubrir sus delitos. Esos esfuerzos, según el gobierno, incluyeron intentos de obtener grabaciones de seguridad de hoteles para ayudar a ocultar una brutal agresión a Ventura en 2016.

“La historia que construyó en torno a su riqueza plantea ahora un problema para su defensa”, dijo Zakiya Larry, especialista en relaciones públicas y comunicación de crisis, “y se ha convertido en munición para la acusación”.

Pero la riqueza también respalda al gran equipo de abogados defensores dirigido por Marc Agnifilo, quien ha representado a acusados de alto perfil como Keith Raniere y Martin Shkreli.

Esos abogados están intentando conseguir su puesta en libertad prometiendo instalar un amplio, y caro, equipo de personal de seguridad privada para vigilarlo a todas horas mientras permanezca en su casa de Miami Beach. El equipo, que proponen esté dirigido por un ex detective de la policía que en su día trabajó en los servicios de seguridad del presidente George W. Bush y del vicepresidente Al Gore, está diseñado para rebatir el argumento del gobierno de que, además de huir, Combs utilizaría su libertad para intimidar a posibles testigos.

“Aunque el tribunal no confíe plenamente en él, que confíe en el paquete en su conjunto”, dijo Agnifilo ante el tribunal el mes pasado.

Los fiscales se han resistido a la propuesta de la defensa. Al argumentar en contra de esta en una reciente solicitud, el gobierno volvió a apuntar a la inusual riqueza de Combs, diciendo que no debería poder “pagar para salir de detención”.

 

 

 

 

Fuente: The New  York times

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