Granjas Avícolas de Yucatán Asesinan a la Laguna de Chichankanab en Quintana Roo
21 Ene. 2025
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El desesperado grito oscuro de un Importante cuerpo lagunar; cuando el verde esmeralda se torna negro
Redacción/CAMBIO 22
JOSÉ MARÍA MORELOS, 21 de enero. – Chichankanab, el más importante manto freático del centro de la Península de Yucatán, se enfrenta a un enemigo que no respeta fronteras ni nostalgias. La laguna, que una vez relucía con su característico verde esmeralda, ahora se muestra irreconocible: su superficie se ha tornado negra, como si su vida misma se estuviera ahogando.
Raquel Flota Báez, activista ambiental y defensora incansable de los recursos naturales, describe la transformación con dolor y rabia. “El agua está negra. No hablo de una metáfora, sino de una realidad que aterra. Hay objetos flotando, el nivel de la laguna ha crecido tanto que el muelle del balneario ya está bajo el agua, y el olor fétido es una advertencia de que algo muy grave está sucediendo”.
Las raíces de la contaminación: sospechas y verdades incómodas
La activista no oculta su frustración. Durante años, advirtió que las granjas avícolas instaladas en la comunidad vecina de Justicia Social, en Yucatán, podrían contaminar los mantos freáticos. “Cada nave alberga más de 25,000 pollos, y cada semana se renuevan. La cantidad de desechos que generan es monumental, y aunque no puedo asegurar que sean la única causa, sabemos que el suelo poroso de la región actúa como un colador directo hacia nuestras aguas subterráneas”, explica.
A esto se suman otras actividades humanas, como criaderos de ganado y desarrollos agrícolas que rodean la laguna. “Los residuos orgánicos, químicos y desechos de estas actividades están llegando al agua. La laguna es el punto donde todo converge, y ahora nos está gritando que no puede más”, añade Flota Báez.
Más que una laguna, un indicador de vida
El problema no se limita al agua oscura que ahora flota en Chichankanab. Esta laguna es un nodo vital dentro del sistema de mantos acuíferos y cenotes de la península, la red que sostiene la vida humana y natural de la zona. “El agua que bebemos en Dziuché y comunidades cercanas proviene de este sistema. Si la laguna muere, lo que sigue es un desastre ambiental y humano”, alerta Flota Báez.
El impacto no se queda en la superficie. La ausencia de peces y el deterioro de la flora acuática son las primeras señales de un ecosistema que se colapsa. “No solo es el agua negra, es la ausencia de los peces, el vacío de vida donde antes abundaba”, lamenta.
¿Y ahora qué? La urgencia de actuar
La laguna Chichankanab no puede esperar más. Raquel Flota Báez exige una respuesta inmediata de las autoridades competentes. “No se trata de repartir culpas, sino de salvar lo que aún puede rescatarse. La contaminación no es un problema de mañana; está aquí y ahora”, sentencia.
La activista hace un llamado a la comunidad para unirse en esta lucha. “Es nuestro deber organizarnos, exigir transparencia y acciones concretas. Si no lo hacemos, no solo perderemos la laguna; perderemos nuestra conexión con la tierra y el agua que nos sostienen”.
El agua negra de Chichankanab es un espejo que refleja no solo la contaminación de sus aguas, sino también la indiferencia que permitió llegar a este punto crítico. ¿Estamos listos para responder a este grito de auxilio antes de que sea demasiado tarde?
redaccionqroo@diariocambio22.mx
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