“El Duele donde Duela” y el Tribunal de la Opinión Pública
18 Sep. 2025
Maricela Hernández / CAMBIO 22
Cuando el actual secretario de Marina pronunció la frase “Duela donde duela”, creyó lanzar un mensaje de firmeza, pero en realidad exhibió la grieta más peligrosa del régimen: el reconocimiento implícito de que el dolor llegará a la cúpula misma del poder.

¿A quién le va a doler? Porque no se trata de unos cuantos burócratas de medio pelo ni de operadores de tercera. El cerco se cierra cada vez más sobre Hernán Bermúdez, Mario Delgado, Américo Villarreal, el ex secretario de Marina, el jefe de inteligencia de AMLO, sus hijos… y, como sombra inevitable, sobre el propio ex Presidente.

La frase no es un gesto de valentía, es un epitafio adelantado. Se dice como quien advierte que habrá sacrificios, pero lo que en realidad anuncia es que el régimen se está preparando para amputar extremidades con tal de salvar la cabeza. El problema es que en esta cirugía política no hay anestesia ni bisturí: hay expedientes, testimonios, buques cargados de huachicol fiscal y una verdad que ya no cabe debajo de la alfombra.

El “duela donde duela” suena a eco desesperado de un sistema que sabe que su círculo de impunidad se ha estrechado tanto que ya apenas respira. ¿Dónde va a terminar esto? En el mismo lugar donde terminan todas las farsas políticas: en el tribunal de la opinión pública primero, y en los tribunales de justicia después… si es que México algún día decide dejar de ser rehén de sus propios verdugos.

La gran ironía es que, cuando ese dolor se concrete, no será el dolor del pueblo —ese ya lo carga desde hace años— sino el de quienes construyeron un castillo de pureza sobre cimientos de corrupción. Y cuando ese castillo se desplome, la frase del almirante quedará registrada no como advertencia, sino como sentencia: la hora de los intocables ha caducado, y el dolor ya tiene nombre y apellido.
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