Metodología del estudio
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Se utilizó un modelo acoplado físico-biogeoquímico de alta resolución, anidado dentro del modelo global ECCO-Darwin.
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Se compararon años con alta y baja descarga glacial (2008, 2012, 2017, 2019).
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Se realizaron experimentos con y sin plumas de descarga para aislar los efectos físicos y biológicos en la productividad y captura de carbono.
Fitoplancton: motor de la vida oceánica
El fitoplancton no es solo un organismo microscópico: es la base de la cadena alimentaria, desde el kril hasta las ballenas. Además, captura dióxido de carbono mediante fotosíntesis. Entre 1998 y 2018, los satélites registraron un aumento del 57 % en la producción de fitoplancton en el Ártico, un cambio que coincide con el incremento del deshielo — una correlación que cobra aún más sentido gracias al modelado con ECCO-Darwin.

Ecosistemas en transformación
Los efectos van más allá del fiordo estudiado. Con más de 250 glaciares activos en la costa de Groenlandia, cada uno podría tener su propio “refugio” productivo. El modelo empleado funciona como una navaja suiza digital, adaptable a múltiples entornos, desde fiordos árticos hasta zonas costeras de Texas o Alaska.
Una preocupación emergente: el agua dulce reduce la capacidad del océano para absorber CO₂. Pero los investigadores detectaron que el crecimiento del fitoplancton contrarresta esa pérdida, reforzando el balance neto favorable para el sumidero de carbono.
Contexto actual y avances
Hoy, el ritmo del deshielo sigue acelerándose, impulsado por el aumento de las temperaturas. Además, varias iniciativas regionales, como estudios de impacto en los fiordos groenlandeses o la expansión de modelados en otros países con costas glaciares (Noruega, Canadá), están validando y ampliando estos hallazgos.
A nivel legislativo, cada vez más gobiernos arden en la urgencia de actuar: estrategias centradas en zonas costeras —como la restauración de ecosistemas marinos o el impulso de la acuicultura sostenible— ya contemplan este tipo de dinámicas.






















