El “Desafuero” Fiscal de Ricardo Salinas
28 Oct. 2025
Ramón Alberto Garza / CAMBIO 22
En 2004, cuando Andrés Manuel López Obrador alzaba al vuelo su popularidad como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, el entonces presidente Vicente Fox desató una cacería política promoviendo su desafuero.
Desde Los Pinos se desempolvó un expediente judicial para acusar al jefe político de la ciudad capital de desacato en la construcción de una calle. Y la entonces Procuraduría General de la República se fue sobre López Obrador.

El primer presidente panista temía que el entonces político perredista se postulara en 2006 como candidato presidencial y le arrebatara al PAN las llaves de Los Pinos. Había que descarrilar su candidatura a como diera lugar. Para Fox ese desafuero se volvió una obsesión. Y como acabó en una iniciativa fallida, para López Obrador se convirtió en un punto de inflexión que lo convirtió en víctima y lo instaló en la candidatura presidencial del Sol Azteca. “Haiga sido como haiga sido” y con la alianza del PAN y del PRI, el panista Felipe Calderón apenas triunfó con 256 mil votos de ventaja. Doce años más tarde, López Obrador se adueñaría de Palacio Nacional.
Viene este desafuero a la mesa, porque la cacería emprendida desde Morena en contra de Ricardo Salinas Pliego tiene un tufo similar a aquel desafuero de López Obrador. La presidenta Claudia Sheinbaum está obsesionada con obligar al tercer hombre más acaudalado de México a pagar impuestos por una suma fuera de lugar. Y no existe ni espacio para el diálogo o la negociación. Es así, porque así es. Y si no, que se atenga a las consecuencias.
Durante largas semanas, la inquilina de Palacio Nacional viene empleando sus espacios de la conferencia mañanera para atacar al dueño de TV Azteca, Banco Azteca, Elektra y otras corporaciones que dan empleo a 180 mil mexicanos y servicio a 35 millones de clientes y usuarios.
Ricardo Salinas Pliego alega en su favor que jamás se ha negado a pagar impuestos. Y que incluso alcanzó un acuerdo con el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador y con el entonces secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O para liquidar 7 mil 500 millones de pesos por ajustes fiscales. Fueron los mismos días en que a Walmart le fincaron un crédito fiscal por 11 mil millones de pesos y a FEMSA otro ajuste por más de 9 mil millones de pesos. Una docena más de corporaciones debieron salir a saldar cuentas con el Sistema de Administración Tributaria, mejor conocido como el SAT.

Pero, a diferencia de los demás, los financieros de Ricardo Salinas Pliego acudieron al SAT para pagar y en dos ocasiones les negaron recibir lo ya acordado. Y se entró en un litigio por el que ahora le quieren cobrar no 7 mil 500 millones de pesos, sino 75 mil millones de pesos. Diez tantos más por multas y recargos.
En el primer forcejeo de hace unas tres semanas, en la misma mañanera, se acabó por reconocer que no eran 75 mil, sino 48 mil millones de pesos lo que Grupo Salinas debía pagar. Reconocían una reducción de 27 mil millones de pesos en la primera revisión. Entonces, se asomaba la posibilidad de que Ricardo Salinas Pliego tuviera razón. Y se pidió que para finiquitar la disputa se instalara una mesa de diálogo a fin de que expertos determinaran el monto legal a pagar. Un derecho que tiene cualquier contribuyente en cualquier parte del mundo, incluido México.
Pero la presidenta Claudia Sheinbaum rechazó sentar al SAT a la mesa. O Ricardo Salinas Pliego paga o se atiene a las consecuencias, que pueden llegar a que lo despojen no sólo de la televisora, sino de la concesión de Banco Azteca.
Esa obsesión, al igual que en 2004 sucedió con Fox en el fallido intento de desafuero de López Obrador, sólo puede explicarse desde la óptica de una persecución política. De ser un aliado de la Cuarta Transformación, Ricardo Salinas Pliego acabó confrontado con su otrora amigo el presidente. Y tras criticar el desenlace de su sexenio, se instaló al frente de una oposición mediática que es, hoy por hoy, una de las muy escasas trincheras desde donde se cuestiona lo que califica como un “narcogobierno” que está hundiendo a México.
Adicionalmente, Ricardo Salinas Pliego ya dejó ver en su entrevista con Código Magenta que, en su momento, estaría dispuesto a ser un candidato presidencial en el 2030.

Sin duda, esa posición ya de adversario político acabó por encender más los ánimos de quienes desde Morena no quieren un opositor contestatario y con posibilidades de aglutinar a la hoy muy debilitada oposición, que carece en estos momentos de un rostro que arrastre multitudes.
Les guste o no, Ricardo Salinas Pliego es uno de los muy pocos mexicanos -si no es que el único- que tiene hoy las tres cualidades para ser, en 2030, un opositor para ser tomado en serio. Posee los suficientes “arrestos” para no doblarse, tiene una palabra dura y directa para cuestionar al gobierno en turno y, sin duda, cuenta con los recursos económicos suficientes para cubrir el costo de una campaña presidencial, sin pedir “favores” o comprometer el futuro.
Por eso, la obsesión de Morena -en voz de la presidenta Claudia Sheinbaum- exigiendo el “desafuero” fiscal de Ricardo Salinas Pliego. Porque al igual que en 2004 lo quería Fox con López Obrador, no quieren al dueño de Grupo Salinas desafiando al sistema para convertirse en un moderno Silvio Berlusconi, en un Nayib Bukele o en un Javier Milei.
En Palacio Nacional ya tomaron nota del revés a la izquierda en Bolivia y del apoyo a Milei frente a la fallida intentona del izquierdismo kirchnerista en Argentina. No quieren correr riesgos. Y esa persecución política, desatada ferozmente desde la mañanera, se vio ayer en todo su esplendor cuando la presidenta Claudia Sheinbaum le negó cualquier diálogo o mesa de negociación a Ricardo Salinas Pliego.
Por eso, el presidente de Grupo Salinas ya anunció ayer en un comunicado oficial que recurrirá a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en donde interpondría una denuncia por violación a su derecho constitucional de audiencia, frente a lo que estima es una injusticia.
El proceso del “desafuero” fiscal de Ricardo Salinas Pliego está en marcha. Ojalá que la presidenta Claudia Sheinbaum acuda a la historia de su antecesor para recordar que fue aquel intento de desafuero el que le preparó el camino al Jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, para ganar la elección presidencial del 2018.
KXL/RCM




















