El Debate de los Estromatolitos en Bacalar: Ciencia, Conservación y Mitos
26 Feb. 2025
BACALAR, 26 de febrero. La laguna de Bacalar, con su característico azul turquesa y su ecosistema único, ha sido objeto de un intenso debate en torno a los estromatolitos. Para algunos, estas estructuras representan reliquias vivientes de la historia de la Tierra, fósiles que datan de más de 3,500 años y que merecen una protección absoluta, incluso a costa del desarrollo turístico. Para otros, la narrativa en torno a estos microbialitos ha sido exagerada y malinterpretada, desviando la atención de problemas ambientales más urgentes en la laguna.
Mitos y Realidades de los Estromatolitos
Los estromatolitos han sido presentados como “piedras vivientes”, estructuras únicas que albergan algunos de los microorganismos más antiguos del planeta. Sin embargo, investigaciones recientes han comenzado a desmitificar esta visión, señalando que los estromatolitos de Bacalar no son tan raros como se cree ni tan frágiles como se ha dicho.
Para empezar, los estromatolitos no son organismos vivos en sí mismos. Son formaciones rocosas sedimentarias creadas por la acumulación de minerales, atrapados y cementados por microorganismos en una fina capa superficial conocida como “tapete microbialítico”. Este tapete está compuesto por cianobacterias, algas, hongos y otros organismos microscópicos que facilitan la formación de estas estructuras. Pero, ¿son realmente únicas en Bacalar?

La respuesta es no. Bacalar alberga diferentes tipos de microbialitos, incluyendo trombolitos (con una apariencia más irregular, como coliflor) y oncolitos (esféricos). Además, estas formaciones no son exclusivas de la laguna: se encuentran en diversos cuerpos de agua de la Península de Yucatán y en otros lugares del mundo. Incluso las llamadas “calcretas” y “tobas microbialíticas”, que abundan en la región, son el resultado de procesos similares.
¿Son tan frágiles como se cree?
Uno de los principales argumentos a favor de una protección estricta de los estromatolitos es su supuesta fragilidad. Se ha dicho que cualquier alteración humana podría significar su desaparición. Sin embargo, la evidencia geológica sugiere lo contrario. Los microbialitos han sobrevivido eventos catastróficos, desde cambios climáticos drásticos hasta impactos de meteoritos, como el de Chicxulub.
Paradójicamente, muchos de los ambientalistas que promueven su conservación extrema como recientemente lo hicieron Luisa Falcón y Silvana Ibarra en un podcast también afirman que los estromatolitos sobrevivirán incluso si la humanidad se extingue, argumentando que han resistido otras extinciones masivas.

Si esto es cierto, entonces no requieren un nivel de protección tan extremo. Si han logrado adaptarse por millones de años a eventos catastróficos, es ilógico afirmar que la actividad humana moderna los pondrá al borde de la desaparición.
Si bien el tapete microbialítico es una comunidad viva y puede ser afectado por contaminación o cambios bruscos en el ecosistema, su capacidad de recuperación es alta. De hecho, algunos investigadores han señalado que una visión proteccionista extrema ha impedido acciones de manejo adecuadas para la laguna.
El verdadero problema de Bacalar: Sedimentación y pérdida de flujo
Más allá del debate sobre los estromatolitos, hay una amenaza mayor para la laguna de Bacalar: la sedimentación y la alteración de sus flujos hidrológicos. Se estima que la laguna ha perdido entre un 60% y 70% de su volumen original debido al proceso natural de acumulación de sedimentos. Sin un manejo adecuado, la laguna podría transformarse en un cuerpo de agua estancado y fangoso en pocas décadas.

Históricamente, la navegación y el mantenimiento de canales poco profundos han jugado un papel clave en la dinámica de la laguna. Desde la época de los mayas, se han utilizado estas rutas para permitir el flujo de agua y evitar el estancamiento. No obstante, la tendencia actual a prohibir cualquier intervención ha provocado que ciertas áreas se llenen de fango, acelerando la degradación del ecosistema.
En conclusión Bacalar no es un museo de piedras, es un sistema que necesita intervención y manejo inteligente para asegurar su futuro
redaccionqroo@diariocambio22.mx
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