• Con casi 60 homicidios por cada 100 mil habitantes y una percepción de inseguridad que ronda el 90 %, Uruapan asciende al podio de los municipios más peligrosos de México.

 

  • En una región clave para la economía nacional, el asesinato del alcalde Carlos Alberto Manzo Rodríguez no es solo tragedia: simboliza el choque entre actores políticos, agrícolas y criminales por el control del “oro verde”.

 

  • El alcalde asesinado encarnó el “vacío y fracaso del Estado de derecho” que tanto señalaba; su muerte evidencia la narcopolítica que carcome a México y diluye la frontera entre autoridad y crimen.

 

 

Renán Castro  Hernández/ CAMBIO 22

En el occidente de México, el municipio de Uruapan se ha convertido en el espejo más crudo del fracaso institucional frente al crimen organizado luego de que Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, fuera baleado mientras estaba en el Festival de las Velas.

Su ejecución, ocurrida en un evento público en la plaza principal, ha sido percibida no solo como un acto de violencia brutal, sino como una demostración de la impunidad y el poderío de los grupos criminales, lo que genera una indignación masiva y un clamor creciente hacia las autoridades federales para que se detenga la escalada de violencia que afecta la vida cotidiana y la democracia local.

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La reciente administración federal, encabezada por la presidenta Sheinbaum, ha registrado el sensible asesinato de seis funcionarios locales en un corto periodo de tiempo, lo que subraya la persistencia de la violencia política en México.

Estos crímenes no solo involucran a presidentes municipales en funciones en estados críticos como Michoacán, Oaxaca y Guerrero, sino que también han alcanzado a funcionarios de alto nivel en la Ciudad de México, marcando un patrón de ataques directos.

Las investigaciones apuntan a una compleja combinación de factores, incluyendo la presunta negativa a colaborar con el crimen organizado, conflictos administrativos locales y profundas tensiones políticas, evidenciando que el riesgo de seguridad es una amenaza latente y generalizada que afecta a la clase política en distintas regiones del país.

Alcaldes en funciones asesinados durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador (Dic. 2018 – Sep. 2024) El consenso de las consultoras especializadas y reportes de prensa más citados indica que, al final de su mandato, el número de presidentes municipales en funciones asesinados fue de aproximadamente 20.

Alcaldes y Funcionarios asesinados durante la Presidencia de Claudia Sheinbaum (a partir de Oct. 2024) Desde el inicio de esta nueva administración, se han reportado seis funcionarios locales asesinados (incluyendo alcaldes en funciones y colaboradores de alto nivel).

Sumando los 20 alcaldes en funciones del sexenio anterior y los seis funcionarios locales de la administración actual, la cifra acumulada de estas víctimas de alto perfil a nivel municipal durante el período de gobierno de Morena (de diciembre de 2018 a la fecha) es de al menos 26.

Ahora bien, si se considerara la cifra más amplia que incluye a exalcaldes y aspirantes (categorías que suelen estar en los reportes de violencia política total), el número de víctimas con el cargo de alcalde o exalcalde en el sexenio de López Obrador ascendería a más de 80, lo que haría que el total acumulado de la violencia política sea mucho más alto.

Uruapan Con una población de más de 350 mil habitantes y una economía sustentada en la exportación de aguacate, mango e higo, la llamada “capital mundial del aguacate” vive entre dos realidades opuestas, la bonanza del comercio exterior y la desesperanza de la violencia cotidiana.

Durante 2024, las exportaciones agroalimentarias del municipio superaron los 2,756 millones de dólares, cifra récord en Michoacán. Sin embargo, ese mismo año Uruapan cerró con 177 homicidios dolosos, lo que la posicionó como el municipio más violento del estado y uno de los veinte con mayor tasa de asesinatos en el mundo.

A ello se suma un dato alarmante, el 88.7 % de la población adulta se siente insegura y ha modificado su vida diaria por miedo.

El éxito económico de Uruapan se sostiene sobre una paradoja, el “oro verde” que alimenta al mundo es también el motor de una economía bajo asedio.

La industria del aguacate ha sido infiltrada por redes criminales que cobran “derecho de piso”, controlan rutas de transporte y utilizan la cadena agroexportadora como vía de lavado y extorsión.

En ese contexto, gobernar se convierte en un acto de riesgo, los productores viven entre la rentabilidad y el miedo, los transportistas entre la amenaza y la resignación, y las autoridades entre la administración pública y la sobrevivencia política.

Sabías que… Su política de seguridad la puso en el foco nacional por el riesgo que enfrentan sus líderes.

 

  • Uruapan ha sido catalogada por encuestas nacionales como una de las ciudades con mayor percepción de inseguridad en México, con altos índices de homicidio doloso y extorsión, lo que evidencia la debilidad del Estado de derecho local.

 

  • Además de su rol económico-político, Uruapan es conocida por ser la cuna del Parque Nacional Barranca del Cupatitzio (el “río que canta”), un oasis natural y punto turístico fundamental en el estado, un contraste impactante entre la belleza natural y la violencia que la rodea.

 

  • Es el corazón de la producción y exportación del aguacate Hass mexicano, responsable de la mayor parte del suministro internacional de este fruto. Este dominio la ha convertido en una ciudad de gran riqueza, con exportaciones que se miden en miles de millones de dólares anuales.

 

  • Sin embargo, este “oro verde” tiene un lado oscuro, la bonanza económica ha atraído a poderosos cárteles del crimen organizado que controlan la zona mediante la extorsión y el cobro de piso a productores y empacadores, afectando la cadena alimentaria global.

 

  • El municipio es un punto de convergencia geográfica clave, sirviendo como eje económico entre la Tierra Caliente y la Meseta Purépecha, lo que lo convierte en un objetivo geopolítico estratégico para los grupos criminales que buscan controlar el flujo de bienes y rutas en Michoacán.

 

Uruapan, la segunda ciudad más grande de Michoacán, se ha consolidado tristemente como un epicentro de la crisis de seguridad, lo que le otorga una alta e incómoda visibilidad política.

El municipio tiene uno de los índices de percepción de inseguridad más altos del país (llegando a ser la tercera ciudad con mayor percepción de riesgo, según encuestas), debido a la presencia y disputa de múltiples grupos criminales como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

La pugna territorial entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Los Caballeros Templarios mantiene a Uruapan y sus alrededores en un permanente estado de guerra.

Ambos grupos se disputan el control de rutas, cobro de piso, y protección de cargamentos, lo que ha derivado en un clima de terror extendido en comunidades rurales y en la propia cabecera municipal.

Tras la captura de René Belmonte Aguilar, alias “El Rino”, presunto líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Uruapan, se encendieron las alertas en el municipio de Uruapan, Michoacán, el edil Carlos Manzo Rodríguez anunció el arresto e hizo un llamado urgente a los ciudadanos para que no salieran de sus casas y se resguardaran ante la posibilidad de una represalia del CJNG, luego de que hombres armados intentaran ingresar a la localidad.

“En estos momentos nos están reportando que se está movilizando gente armada para entrar al municipio de Uruapan, por lo cual les pedimos que si no tienen nada que hacer en este momento en la calle, tomen sus precauciones y se resguarden hasta que existan las condiciones de seguridad para poder levantar este código rojo”, alertó el alcalde.

Esta intensa influencia del crimen ha tenido consecuencias fatales directas en la política local, el municipio se distingue por el asesinato de su alcalde, Carlos Manzo, quien previamente había ganado notoriedad nacional por su política de “mano dura” y sus declaraciones explícitas a favor de “abatir” a los delincuentes, siendo comparado con figuras como Nayib Bukele. Este y otros atentados contra regidores y colaboradores municipales, ilustran cómo Uruapan es un campo de batalla donde la delincuencia desafía frontalmente al poder gubernamental.

En una entrevista con Joaquín López-Dóriga, el alcalde advirtió que, si no recibe el apoyo institucional necesario, se verá obligado a “hacer justicia por su propia mano”, aseguró que, en ausencia de garantías del Estado de derecho, podrían adoptar medidas radicales y disruptivas siempre con el respaldo del pueblo de Uruapan para enfrentar a quienes, dice, han impuesto el terror en la ciudad.

@jazmomoEl que fuera Presidente Municipal de Uruapan Michoacán, días recientes hizo un llamado a las autoridades federales a combatir las extorsiones del c.o. y convocaba al pueblo de Uruapan a tomar definiciones más radicales aún y cuando implicará acudir a las propias armas Ante el vacío Institucional del Federalismo y del Estado de Derecho Dóriga lo cuestionó “Usted sabe que eso es un delito” Manzo respondió: “Está por encima el bienestar de un pueblo! También es un delito de las órdenes de Gobierno, de las autoridades encargadas de investigar y de impartir justicia NO HACERLO, no hacer su trabajo también es una IRRESPONSABILIDAD”♬ sonido original – jazmomo

 Geopolítica del Aguacate y Posición Estratégica

Geopolíticamente, es un nudo crucial en Michoacán, funciona como la puerta de entrada y centro articulador entre la próspera Meseta Purépecha (donde se concentra la etnia Purépecha) y la violenta Tierra Caliente.

Esta ubicación le confiere un peso económico inmenso, pues es el principal centro de comercialización y exportación del aguacate mexicano a nivel mundial, un producto conocido coloquialmente como “oro verde” por su alta rentabilidad.

La economía del aguacate ha generado miles de millones de dólares, pero también ha atraído a los grupos criminales, que buscan el control de la cadena de valor a través de la extorsión y el cobro de piso a productores y empacadores.

Por lo tanto, controlar Uruapan no solo significa un triunfo criminal, sino también el dominio sobre una de las mayores fuentes de riqueza lícita e ilícita del estado, convirtiéndola en una prioridad estratégica tanto para el crimen organizado como para el gobierno federal.

La voz que advirtió su destino

En discursos grabados semanas antes de su asesinato, Manzo había descrito con precisión lo que enfrentaba:

“A mí me quedan tres caminos: la cárcel, porque incomodo intereses delictivos; la muerte, como ha pasado con muchos políticos; o seguir en la lucha por mi pueblo.”

Y continuaba:

“No vamos a permitir más extorsiones ni que anden robando a la ciudadanía. A mí no me puso ningún cabrón más que el pueblo.”

El edil también reclamó públicamente la ausencia del gobierno federal:

“Uruapan votó por usted, presidenta; pedimos que nos escuche, que nos atienda, que encontremos soluciones a esta problemática que nos está matando.”

El secretario de Seguridad Federal, Omar García Harfuch, confirmó tras su asesinato que el alcalde contaba con protección desde diciembre de 2024 y un refuerzo en mayo de 2025, lo que agrava la pregunta: ¿cómo pudieron los asesinos vulnerar ese cerco y ejecutar al edil en un evento público?

Una muerte política, no fortuita

Manzo fue electo como alcalde independiente en septiembre de 2024, en un municipio dominado históricamente por partidos tradicionales.

Desde el inicio, rompió con las inercias locales, denunció la infiltración del crimen en dependencias y se declaró en confrontación con las redes que corrompen la administración pública.

Su perfil lo convirtió en símbolo de resistencia, pero también en blanco, su muerte no solo marca el fin de una gestión; representa el fracaso de los mecanismos de protección institucional y la vulnerabilidad extrema de quienes intentan gobernar fuera o dentro de los pactos de impunidad.

Uruapan no vive una crisis aislada, es el retrato de una gobernabilidad en ruinas, los homicidios, la desconfianza ciudadana, la precariedad de las fuerzas locales apenas un agente por cada mil habitantes y la parálisis institucional delinean un municipio donde el Estado perdió presencia real.

Los habitantes lo saben, la violencia no se combate con discursos, las estadísticas son el reflejo de un Estado que no logra proteger ni siquiera a quienes lo representan.

Un país que normaliza la tragedia

El asesinato de Carlos Manzo Rodríguez no es un caso más, es una alerta roja sobre el costo de gobernar en regiones dominadas por el crimen.

Michoacán suma más de ocho alcaldes asesinados desde 2017, seis de ellos durante la actual administración estatal, y en el tablero nacional, la cifra habla por sí sola, la política municipal se ha convertido en uno de los oficios más peligrosos de México.

Uruapan hoy, llora lagrimas de sangre…

Entre la riqueza de sus tierras abunda la sangre que las riega…

Entre el discurso de la paz y el silencio de las balas, se oye el llanto de una familia desolada..

Entre un gobierno que promete seguridad y una población que han dejado descobijada..

La gente hoy abre los ojos acosta de una vida, de un ciudadano que tuvo el valor de entregarlo todo a costa de que el pueblo no siga desprotegido y engañado.

Sin embargo mientras el Estado no logre devolver el control del territorio a la legalidad, cada alcalde que se atreva a desafiar al poder criminal se enfrentará al mismo dilema que pronunció Manzo, la cárcel, la violencia política y finalmente, la muerte…

si no, al Tiempo….

 

Con información del Sistema de Noticias CAMBIO 22

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