El Arte de Afilar: Un Oficio que Resiste el Paso del Tiempo en José María Morelos
18 Nov. 2024
Por Redacción/CAMBIO 22
JOSÉ MARÍA MORELOS, 18 de noviembre.- El sonido agudo del silbato del afilador, que alguna vez fue parte del paisaje sonoro de los pueblos, se está desvaneciendo con el tiempo. Este oficio, esencial para mantener en buen estado cuchillos, tijeras, machetes y otras herramientas, está en peligro de extinción. Sin embargo, Marco Antonio Cob Torres, afilador itinerante, se mantiene firme en su labor, recorriendo calles y mercados con su bicicleta modificada, que porta la clásica piedra de afilar.
“Las máquinas originales eran pedaleadas, como las de antes. Todavía tenemos una triangular en la casa, una reliquia que heredamos de los viejos afiladores de la familia,” comenta Marco, mientras muestra su equipo. Su familia, con raíces profundas en este oficio, cuenta con 42 integrantes dedicados a la afilación en diversos lugares como Campeche, Mérida y Cozumel. “Yo aprendí de un primo que lleva casi 50 años afilando. Esto viene de generaciones, y es algo que nos gusta porque no solo es un trabajo, sino una forma de vida.”
El trabajo del afilador va más allá de pasar una herramienta por la piedra. Cada pieza tiene su propio “chiste”, como explica Marco. “Afilar tijeras no es lo mismo que afilar machetes o hachas. Las tijeras tienen una técnica especial; muchos intentan hacerlo, pero terminan dañándolas. Incluso reparamos cosas pequeñas, como tijeras de uñas y alicates de estética.”
Con más de 10 años de experiencia, Marco ha visto cómo los materiales han cambiado con el tiempo. “Antes eran de mejor calidad. Ahora los metales son mezclados y muy delicados. Si no sabes trabajar con ellos, se queman o se rompen. Eso pasa mucho con los cuchillos de fierro colado o aluminio de hoy en día.”
El oficio del afilador no solo requiere técnica, sino también paciencia y pasión. Aunque el trabajo es temporal y con altibajos, Marco ha logrado construir una base de clientes leales. “Cuando ya nos conocen, nos llaman directo. A veces, hay que viajar para trabajar, pero eso también es lo bonito, porque uno conoce lugares y personas nuevas.”
El sonido del silbato puede ser cada vez más raro, pero mientras existan afiladores como Marco Antonio Cob Torres, el arte de afilar seguirá vivo, aferrándose a sus raíces y recorriendo los caminos de Quintana Roo y más allá.
redaccionqroo@diariocambio22.mx
JFCB