Renán Castro Madera/CAMBIO 22
La versión sobre el asesinato de dos turistas canadienses en un hotel de la Riviera Maya en torno a su planeación en la ciudad de México y que este ajuste de cuentas entre grupos de la delincuencia organizada son ajenos a Quintana Roo, siembra más dudas de las que ya existían.
Resulta por demás extraño y precipitado salir con una versión a medias y sesgada a conveniencia como la que ha dado a conocer el gobernador del estado Carlos Joaquín González, que combatir este tipo de eventos que tanto daño le causan a la entidad.
Las dudas persisten, descalificar la participación de grupos locales en el atentado tal parece que se trata de una medida apresurada para evitar el daño tan grave que se le ha causado a Quintana Roo, producto de la fallida estrategia de seguridad implementada por la actual administración.
Semanalmente ocurren más de 4 ejecuciones en la entidad; jamás son aclaradas en su mayoría de veces y llama la atención que ante el ridículo internacional y el severo cuestionamiento a su estrategia de seguridad, por tratarse de un evento que ocurrió en un hotel de gran lujo; ahora nos salgan con que en menos de 20 horas el gobierno del estado lo ha aclarado.
Sin descartar por completo la versión que otorga el gobernador de Quintana Roo y en donde utiliza hasta un tono de jactancia para aseverar que en Quintana Roo, “El que la hace la paga”, sería conveniente que aclaren de igual manera los más de 2 mil 400 desaparecidos que el domingo en la ciudad de México una ONG quintanarroense llamada “El Colectivo Desaparecidas de Quintana Roo “Verdad, Memoria y Justicia” denunció a las puertas de la Secretaría de Gobernación.
Existe un número indeterminado de muertos y desaparecidos con expedientes en la Fiscalía del estado que jamás han sido aclarados; son tantos que se han tenido que rentar frigoríficos para almacenar el número de cadáveres que se encuentran sin identificar y menos aclarar el motivo de su muerte.
En el caso de la doble ejecución en el hotel Xcaret, las dudas persisten por investigaciones federales en curso que podrían demostrar lo contrario y restarle credibilidad a la versión que con tanta premura ha dado a conocer el Gobierno del estado en diversos medios de comunicación de la ciudad de México.
La participación de poderosos grupos criminales que operan en Quintana Roo es una realidad porque son los principales generadores de violencia en todas sus modalidades a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Sin lugar a dudas que la detención de los criminales que participaron en este grave atentado es un hecho, pero la duda existe en descartar su alianza con carteles que operan aquí.
¿A quién le interesa descartar esta posibilidad, ante los graves hechos ocurridos?
Por lo que resulta sospechosa la premura para dar a conocer la versión otorgada hoy por el gobernador cuando desde antes de conocerse a fondo el número de muertos y heridos en el hotel Xcaret y minutos después del atentado, de manera precipitada, el titular de la Secretaría de Seguridad Pública del estado Lucio Hernández Gutiérrez ya empezaba a propagar una versión muy similar a la dada a conocer esta noche por el ejecutivo estatal.
Por ello la incredulidad en la precipitada versión dada a conocer de manera anticipada y sin contar con el apoyo o al menos sin que se conozca la participación de otros cuerpos de seguridad en la investigación.
Matar a un criminal de la talla de estos vietnamitas no se hace con premura y menos sin contar con el aval de las bandas criminales que dominan la plaza.
El arma utilizada fue llevada al hotel por un personaje local que pasó varios filtros policiacos antes de llegar al exclusivo centro de hospedaje y entregar el arma al solitario sicario que llevó a cabo las ejecuciones.
Para realizar un evento de esa naturaleza se tiene que contar obligatoriamente con “el aval del jefe de plaza”.
Y esa es una regla no escrita en las bandas del crimen organizado porque simple y sencillamente les “calientan la plaza” dado el efecto mediático que acarrean estos crímenes. O bien han engañado al gobernador del estado, o nos quieren ver la cara de tontos con una versión plagadas de verdades a medias o de plano precipitadas para tapar un Boquete que amenaza con revelar el estado fallido en que se ha convertido Quintana Roo.