Redacción / CAMBIO 22

José María Morelos, 20 de noviembre. –  En la comunidad de Nueva Reforma, en JMM, donde las tradiciones mayas aún laten con fuerza, vive Don Vidal Kú Salazar, un hombre que ha asumido un papel especial: ser el guardián de un árbol de balché, considerado sagrado por su pueblo. Este árbol, esencial en la preparación del vino ritual maya, suele encontrarse en lo profundo de la selva, pero en el caso de Don Vidal, está plantado a la puerta de su casa, como un símbolo de su compromiso con la preservación cultural.

“Este árbol es muy raro, ya casi no se encuentra. Es el que sirve para preparar el balché, el vino sagrado que usamos en las primicias, en el huajicol, que es también llamado Jaanil Kool o comida de milpa y las ceremonias como el chachach”, explica Don Vidal, mientras señala con orgullo su árbol. Para los mayas, el balché no es solo una bebida, sino un puente entre lo humano y lo divino, un medio para agradecer a los dioses por las cosechas y los bienes de la tierra.

El proceso de preparación, según detalla Don Vidal, es laborioso y requiere dedicación. La corteza del árbol se pela y se limpia cuidadosamente antes de remojarla y hervirla con agua de miel durante más de tres horas. “Es importante hervirla bien, para que suelte todo el sabor de la corteza dentro de la miel. Si uno quiere, puede agregar un poco de aguardiente, pero el balché puro, con solo miel, no embriaga, solo endulza el espíritu”, relata con una sonrisa.

Para Don Vidal, la conservación de este árbol no es solo un deber, sino una forma de resistir el olvido de las tradiciones. “Antes se conocía bastante esta bebida, pero ahora ya casi nadie sabe cómo prepararla. La gente se está olvidando de lo que nuestros abuelos hacían para honrar la tierra y a los dioses”, lamenta.

En épocas de finados, cuando el árbol del balché florece, Don Vidal dedica tiempo a compartir su conocimiento con las nuevas generaciones. “Es una tradición que no debería perderse. Este árbol nos conecta con nuestra historia, con nuestras raíces. Cuidarlo es como cuidar un pedazo de nuestra identidad maya.” 

El esfuerzo de Don Vidal es un recordatorio vivo de que las raíces culturales, aunque frágiles, pueden florecer cuando se cultivan con amor y respeto. Su árbol de balché, más que una planta, es un testimonio de la resistencia de una herencia milenaria que aún tiene mucho que ofrecer al mundo.

 

 

 

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