Redacción/CAMBIO 22

JOSÉ MARÍA MORELOS, 13 de febrero.-  A sus 76 años, Don Juan Bautista Nah Herrera sigue cultivando la tierra con la misma entrega de siempre. Originario de JMM, este productor no solo se dedica a la horticultura, sino que también es apicultor y cuidador de un rancho, donde siembra maíz, calabaza, rábanos, cilantro, cebolla, pepino y chile habanero, entre otros cultivos.

“Yo no soy solo una cosa, de por sí vivo yo”, comenta Don Juan con orgullo sobre su labor en el campo. Aunque no tiene un sueldo fijo ni trabaja para el gobierno, se las ingenia para generar ingresos con la venta de sus productos, sin depender de los mercados tradicionales. “Yo en el mercado de plano no vendo, allá está barato. Siempre es por una caja o con clientes particulares”, explica.

En esta temporada, sembró 15 cajas de rábanos y está iniciando una nueva cosecha que estará lista para agosto. También ha plantado 40 matas de chile habanero, para lo cual invierte en productos que protejan sus cultivos de plagas. “Cada sobrecito cuesta 50 pesos, y se necesita al menos uno para 100 matas”, detalla. El proceso de cuidado del chile incluye tres fumigaciones: una para el crecimiento, otra para la floración y una más para el desarrollo del fruto, lo que eleva el costo de producción hasta 3 mil pesos por ciclo.

A pesar de todo, Don Juan sigue adelante con su trabajo, aunque reconoce que cada vez menos personas se dedican a la horticultura. “La gente no quiere hacer estas cosas porque lleva tiempo y no les resulta rentable. Quieren abundancia, vender 40 o 50 cajas de una vez. Pero yo vivo al día, lo que Dios me da”, dice con serenidad.

Uno de los mayores desafíos para los productores son las plagas, que pueden destruir cosechas enteras. “Los gusanitos me comieron las hojas del rábano y la calabaza. Si un fruto tiene hueco, ya no te lo compran”, comenta. Sin embargo, con esfuerzo y el uso adecuado de productos, ha logrado mantener sus cultivos en condiciones óptimas.

Actualmente, Don Juan abastece a cuatro comerciantes con productos como rábano, cilantro, chile verde, chile macho y chile habanero. Además, planea sembrar calabazas en los próximos días aprovechando el calendario lunar. “En dos meses ya tendré calabacitas listas para vender”, concluye con entusiasmo.

Su historia es un testimonio de resistencia y amor por la tierra, una tradición que, a pesar de los desafíos, sigue viva en los campos de José María Morelos.

 

redaccionqro@diariocambio22.mx

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