• En el marco del Día de la Suegra, este rol sigue sujeto a los estereotipos de género que marca algunas dinámicas familiares

Redaccn/ CAMBIO 22

En México, la suegra sigue siendo una figura atravesada por los estereotipos de género, educada para cuidar, mediar y sostener la armonía del hogar, pero rara vez reconocida como protagonista de la misma. Su función, aunque cambia con el tiempo, permanece sujeta a la lógica del patriarcado, que valora su entrega y templanza, pero no reconoce su independencia o autoridad.

Cada 26 de octubre México celebra el Día Mundial de la Suegra, una fecha que suele pasar inadvertida pero detrás de las bromas y los clichés se encuentra un retrato social presente: la figura de la mujer mayor convertida en símbolo de intromisión, autoridad o manipulación, cuando en realidad representa algo mucho más profundo.

En entrevista con Reporte Índigo, Karla Badillo, profesora de Sociología en la Facultad de Estudios Superiores Aragón (UNAM) explica que la suegra no es un personaje menor ni una caricatura, sino una figura que refleja las estructuras de poder, las jerarquías y las desigualdades de género existentes en México.

La suegra pierde su papel automático como autoridad moral del matrimonio, pero sigue siendo un agente de cuidado intergeneracional, dice.

Hoy se vuelve más importante en los hogares mexicanos porque sostiene, apoya y acompaña, incluso fuera del matrimonio formal. Sin embargo, el discurso cultural no la reconoce”.

La “suegra malvada”: una herencia del patriarcado

La suegra es, ante todo, la madre de la pareja, una figura que ocupa un lugar ambiguo dentro de la familia mexicana. En el imaginario social, su presencia se ubica entre dos polos opuestos: la bendición o la maldición. Para algunos representa apoyo, sabiduría y guía; para otros, control y crítica.

Esa dualidad no surge del carácter individual, sino de una construcción culturalprofundamente marcada por el sistema patriarcal en la sociedad.

La suegra no nace como figura de conflicto, se construye dentro de un sistema donde las mujeres aprenden que su lugar depende de los hombres que las rodean”, explica la especialista. “La madre del varón, en particular, se forma con la idea de protegerlo, incluso si eso implica justificar sus errores o su violencia.

Cuando la mujer mayor opina, se dice que se mete. Cuando se mantiene al margen, se dice que es fría o ausente. Siempre se le juzga desde una doble moral”, comenta la entrevistada. “Esa ambigüedad mantiene vivo el estereotipo”.

 

El papel cambiante en la última década

Durante la última década, los cambios sociales en México como la pandemia Covid-19 transformaron la estructura familiar: menos matrimonios, menos hijos y más hogares donde varias generaciones comparten vivienda.

Karla Badillo explica que este cambio no elimina el papel de la suegra, sino que lo transforma.

Hoy la suegra es más una figura de apoyo, que una autoridad moral. Cuida nietos, acompaña a los hijos económicamente y en muchos casos funciona como mediadora emocional, incluso como cuidadora o ‘abuela’ de las mascotas”.

Su función, sin embargo, no recibe el reconocimiento que merece. Las estadísticas demográficas muestran una creciente diversidad de arreglos domésticos, pero la autoridad femenina sigue reducida.

La entrevistada señala que el rol de la suegra se reactiva cuando hay necesidad de apoyo, no cuando hay respeto o inclusión.

“La precariedad económica, el desempleo y el envejecimiento poblacional hacen que las familias dependan más de las mujeres mayores. Pero esa dependencia no implica igualdad ni reconocimiento”.

El resultado es una figura central en la vida cotidiana, pero invisible en las políticas públicas. Las suegras son pilares de la economía del cuidado, pero aún enfrentan grandes retos.

Según datos de la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT 2024) del INEGI, las mujeres en México dedican 66.8% del tiempo total de trabajo a actividades no remuneradas, frente a 33.2% de los hombres. En promedio, ellas trabajan 61.1 horas semanales, de las cuales 39.7 son en tareas domésticas y de cuidado, lo que representa una brecha de 21.5 horas respecto a los hombres.

Faltan programas sociales que reconozcan labor de suegras

El trabajo de las suegras no aparece en estadísticas laborales, pero sostiene la vida familiar mexicana. Preparan comida, cuidan nietos, acompañan a familiares enfermos, pagan servicios o comparten ingresos.

Las mujeres mayores son parte de las redes de cuidado. Su aporte es económico, emocional y físico, pero se le llama ‘ayuda’, no trabajo, enfatiza la especialista.
Ese cuidado, que sostiene la vida de otros, no recibe ni salario ni derechos”.

En México, la ausencia de programas que reconozcan el papel de las suegras en el cuidado familiar provoca que ellas sigan cargando con tareas que deberían compartirse.

Cuando una nuera cuida a su suegra enferma o una suegra cuida a sus nietos, esa labor no tiene reconocimiento legal. Se necesita una política de cuidado con perspectiva de género, porque el sistema actual asume que las mujeres deben hacerlo gratis”.

 

Familia muégano

En México, muchas mujeres aún se mudan a casa de los padres de su pareja al formar una familia. Casi una tercera parte de los hogares del país son ampliados, es decir, además de la unión y los hijos, viven otros parientes como suegros o cuñados. Esta forma de residencia se conoce como ‘virilocal’.

Karla Badillo señala que México mantiene la tradición de la ‘familia muégano’, donde las diferentes generaciones conviven en estrecha cercanía.

“La familia muégano crea redes solidarias, pero también conflictos constantes. Las hijas o los hijos siguen siendo tratados como dependientes, y las madres mayores, como figuras de autoridad o de carga”.

En estas dinámicas, las tensiones entre suegras, nueras y yernos son inevitables.

No se deben a enemistades personales, sino a la convivencia a veces forzada y a la falta de acuerdos sobre límites y autonomía.

“Factores como la pobreza o incluso el contexto económico actual hacen que las parejas jóvenes busquen independencia, pero siguen dependiendo del apoyo de los padres o de los suegros. Esa contradicción genera conflictos, sobre todo cuando se comparten espacios de vivienda”, detalla la especialista.

La especialista señala que la clase social y la zona geográfica también influyen. En las zonas rurales o en las periferias, es común que los jóvenes construyan un piso sobre la casa de sus padres.

“Eso prolonga la figura de la suegra dentro del hogar. Su presencia ya no se asocia al matrimonio, sino a la economía compartida”.

 

Los medios de comunicación y la construcción del estereotipo de la suegra

Las redes sociales y la cultura popular son clave en la reproducción del estereotipo de la mala suegra. Los medios de comunicación masivos y las series de televisión refuerzan esas figuras.

“Las narrativas mediáticas mantienen vivas las imágenes tradicionales de la suegra: a ‘mala’ o conflictiva y el ‘ángel cuidador’ o idealizada”, explica la entrevistada.

Karla Badillo compara estas representaciones con lo que ocurre en las telenovelas latinoamericanas clásicas y en los doramas o K-dramas asiáticos, que hoy llegan a México a través de la globalización y las plataformas digitales.

“Los TikToks o los memes sobre suegras villanas son una versión moderna de los viejos estereotipos de las novelas. Hacen reír, pero siguen reforzando la misma dinámica: la mujer controladora, la nuera víctima, el yerno que violenta.”

A pesar de la distancia cultural y del idioma, las historias coinciden en mostrar la misma figura femenina: una suegra posesiva que quiere retener a su hijo para ella sola, convencida de que ninguna mujer es lo suficientemente digna; o, en el extremo contrario, la suegra que calla ante la violencia, que minimiza el sufrimiento de la nuera y solapa al hijo abusador.

Cambiar la percepción de las suegras: es parte de la lucha feminista

La especialista explica que el debate sobre las suegras se vincula con algunos de los intereses centrales de la lucha feminista, especialmente con la necesidad de reconocer cómo el machismo divide a las mujeres y mantiene la desigualdad dentro del hogar.

El machismo enfrenta a las mujeres entre sí. La madre y la esposa del mismo hombre se ven como rivales, cuando en realidad son dos mujeres dentro del mismo sistema desigual. Una repite lo aprendido, la otra busca romperlo, pero ambas están condicionadas por la misma educación de género”, señala.

Las situaciones de desigualdad impactan negativamente la salud mental de las mujeres.

Desde esta mirada, cambiar la forma en que se percibe a la suegra también es una acción política. Implica romper con la lógica de competencia femenina que el patriarcado ha construido durante generaciones.

La especialista considera que la transformación inicia en el discurso público. Nombrar a las suegras sin burla ni desprecio, y reconocer su papel dentro de la familia, forma parte del cambio cultural y la dignidad que el feminismo impulsa.

“Necesitamos dejar de hablar de las suegras como un problema y empezar a verlas como parte de la red que sostiene la vida doméstica y emocional del país.

 

 

 

Fuente: Infobae

redaccionqroo@diariocambio22.mx

AFC/RCM

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