Detienen en Nueva Jersey al Chef Mexicano Ruperto Vicens Márquez; su Comunidad se Moviliza para Evitar su Deportación
11 Nov. 2025
El cocinero poblano, fundador de Emilio’s Kitchen, fue arrestado por el ICE mientras se dirigía a trabajar; su abogado asegura que posee permiso de trabajo vigente y solicitud migratoria en curso.
Vecinos y autoridades locales de Atlantic Highlands han recaudado más de 95 mil dólares y exigen su liberación, destacando su aportación a la comunidad y su papel como trabajador ejemplar.
Redacción/ CAMBIO22
El olor a tortillas recién hechas y a carne asada todavía llena el aire en Emilio’s Kitchen, un acogedor restaurante mexicano en Atlantic Highlands, una pequeña comunidad en la costa de Nueva Jersey. La parrilla sigue encendida, pero el chef que le dio vida ya no está allí.
El chef Ruperto Vicens Márquez, de 38 años y originario de Puebla, México, fue arrestado por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) el 19 de octubre mientras se dirigía al restaurante. Desde entonces permanece detenido en un centro de detención de Newark.
“Ese día iba camino al trabajo y nunca llegó”, recuerda su hermano y socio, Emilio Vicens Márquez, quien dirige el restaurante que ambos abrieron hace cuatro años.

“Por un momento pensé que lo habían secuestrado. Esperaba una llamada de la policía o pensaba en llamar yo”, añade.
Según Emilio, Ruperto lo llamó horas después para decirle que estaba detenido y pedirle que llamara a su abogado. “Me dijo que no sabía cuánto tiempo tendría para hablar, pero quería que supiera que lo habían detenido, que estaba en manos de inmigración”.
En casa, la noticia cayó como un fuerte golpe.
“Su esposa estaba devastada. Solo pensaba: ‘¿cómo van a estar mis hijos si me pasa lo mismo?’, dice Emilio sobre la reacción de la esposa de Ruperto. “Quería sacar los pasaportes de los niños e irse del país”.
Los tres hijos del chef —de 4, 6 y 8 años— son ciudadanos estadounidenses. Los dos más pequeños creen que su papá está de vacaciones, pero la mayor entiende lo que ocurre.
“No quiere ir a la escuela. Llora mucho y pregunta por su papa”, cuenta Emilio.
Pese al dolor, Emilio sigue abriendo el restaurante todos los días, cocinando, atendiendo clientes y recogiendo a los niños de la escuela.
“Se siente como una casa a la que le falta una de las vigas más fuertes… si no se arregla, tarde o temprano se viene abajo”, dice.

























