• Enrique Morales, nuevo delegado federal en Quintana Roo

 

Redacción / CAMBIO 22

CHETUMAL, 9 de abril. – En un acto que evidencia el peso de las cuotas políticas en el actual gobierno, Enrique Morales Pardo, militante de larga trayectoria en el partido Morena, fue nombrado delegado federal de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) en Quintana Roo. La designación fue realizada por la presidenta Claudia Sheinbaum a través del titular de la dependencia, Julio Berdegué Sacristán. Con ello, se confirma la tendencia de fortalecer estructuras partidistas bajo el disfraz de representaciones técnicas.

Morales Pardo cuenta con experiencia en la administración pública, particularmente en áreas vinculadas al desarrollo económico y la organización política, pero su hoja de vida dista de tener una conexión sólida con la problemática actual del campo quintanarroense. Su paso reciente como director de Eventos Cívicos en Benito Juárez, por ejemplo, no guarda relación alguna con los retos urgentes del agro en la entidad, como la falta de infraestructura de riego, el abandono a productores rurales y la desarticulación de los programas de comercialización.

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El nuevo delegado fue recibido con entusiasmo por líderes de Morena y productores cercanos al movimiento, lo que deja entrever que su nombramiento responde más a afinidades políticas que a criterios técnicos. Si bien se le reconoce como fundador del partido en Quintana Roo y con un pasado de lucha social, el sector agropecuario espera respuestas inmediatas a problemas estructurales que no pueden resolverse sólo con discursos partidarios.

La Secretaría de Agricultura necesita recuperar su capacidad de atención a los pequeños y medianos productores, hoy marginados por programas burocratizados y sin orientación efectiva. El reto de Enrique Morales será demostrar que su experiencia política puede traducirse en resultados tangibles para el campo. De lo contrario, su nombramiento se convertirá en otro caso de imposición con fines políticos más que de beneficio social.

Mientras tanto, las expectativas en el medio rural son altas y la paciencia es escasa. El campo quintanarroense no necesita más representantes que sirvan como trampolines políticos, sino verdaderos técnicos y gestores comprometidos con transformar la realidad de miles de familias rurales que dependen de una institución que, hoy por hoy, luce más como un espacio de cuotas que de soluciones.

 

 

 

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