• Muy grave, y muy absurdo, involucrar asuntos de carácter judicial con las campañas, cuya polarización exacerba la conducta de todos los mexicanos

 

Redacción/ CAMBIO 22

En los prolegómenos de la campaña presidencial en México ha empezado con intensidad la guerra sucia, a través de filtraciones con el claro propósito de dañar, ya sea a la campaña de Morena, o al Frente Opositor.

En efecto, la acusación que lanzan varios periodistas internacionales, en la que refieren que en los comicios de 2006 López Obrador recibió dinero del narcotráfico, es inaudita e inadmisible, puesto que están desempolvando una investigación que, efectivamente, realizó la DEA en 2010 bajo el nombre Operación Polanco.

La fuente de esta información emana de un conocido testigo protegido de nombre Roberto López Nájera, identificado en el argot como Jenifer, y quien participó en diversas denuncias que resultaron falsas; entre otras, el proceso que se abrió en contra del general Tomás Ángeles Dauahare, militar responsable e inteligente, cuya conducta a lo largo de su historia en la milicia es impecable, sin embargo, las declaraciones de este testigo protegido lo condujeron a la cárcel.

En esta ocasión se habla de que se entregaron fondos a Nicolás Molinero, conocido como Nico, cercano colaborador de López Obrador; sin duda, se trata de un ataque orquestado por la DEA en contra del Presidente de México.

Independientemente de nuestra simpatía, o no, por el primer mandatario, no podemos aceptar este tipo de agresiones, cuyos intereses oscuros tienen que ver con las campañas, tanto en Estados Unidos y como las que se desarrollan en México.

Por otro lado, se ha desempolvado el caso de Luis Donaldo Colosio, acontecimiento que cimbró la estructura del sistema político mexicano y que sigue siendo un misterio su origen. El rumor público ha inventado diferentes versiones: que su asesinato se debió a grupos del narcotráfico; que fueron agentes de inteligencia en las que tuvo que ver José Córdoba Montoya; o bien, que –efectivamente— se trató de un asesino solitario.

La larga investigación que ha seguido el caso demostró, con la confesión plena de Mario Aburto, que se trató de un asesino solitario. No obstante, abrir el caso tiene un sentido político, que ha denunciado, con dignidad, valentía y serenidad, Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo de quien sufriera el atentado. Nuestra solidaridad para este joven político por su entereza.

Utilizar los expedientes empolvados sólo nos conduce a una mayor polarización, agreguemos a esto, el fracaso de las consignaciones que sufrió Rosario Robles –hoy exonerada—; así como la libertad provisional que se ha otorgado al abogado Juan Collado; como la privación de la libertad del exprocurador Murillo Karam; tampoco podemos soslayar la reciente grabación que ha dado a conocer San Juana Martínez, sobre la supuesta extorsión que sufrió para apoyar la campaña de Claudia Sheinbaum.

Muy grave, y muy absurdo, involucrar este tipo de asuntos de carácter judicial con las campañas políticas, cuya polarización exacerba la conducta, no sólo de la clase política, sino de todos los mexicanos. Si queremos preservar la democracia, tenemos que actuar con lealtad a las instituciones y a la ciudadanía. Desempolvar expedientes sólo conduce a la guerra sucia.

 

Fuente: EL HERALDO

redaccionqroo@diariocambio22.mx​

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