• Pruebas conductuales en roedores abren nuevas vías para tratar déficits neurocognitivos tras hemorragia subaracnoidea

 

Redacción/ CAMBIO 22

Investigadores del Instituto Neurológico del Hospital Houston Methodist validaron una serie de pruebas conductuales en roedores para estudiar los déficits neurocognitivos provocados por la hemorragia subaracnoidea (HSA), un tipo de accidente cerebrovascular severo. Este avance busca profundizar en la comprensión de los efectos de la HSA sobre el aprendizaje y la memoria, y podría ayudar en el desarrollo de tratamientos efectivos para estas secuelas.

Publicado en Translational Stroke Research, el estudio presenta un modelo animal diseñado para evaluar los impactos neurológicos y cognitivos que la HSA puede causar a largo plazo. El Dr. Gavin Britz, presidente del Departamento de Neurocirugía del Hospital Houston Methodist, comentó a NotiPress: “En este estudio, utilizamos pruebas de comportamiento avanzadas en ratones para establecer una referencia sólida que nos ayude a entender mejor el deterioro neurológico tras una hemorragia subaracnoidea”.

Las hemorragias subaracnoideas, a pesar de ser el tipo menos frecuente de accidente cerebrovascular, tienen una tasa de mortalidad cercana al 40%, especialmente cuando son provocadas por la ruptura de un aneurisma. Durante las primeras etapas de la hemorragia, la presión intracraneal y la disminución del flujo sanguíneo cerebral pueden desencadenar daños neurológicos significativos. En las semanas siguientes, alrededor de un tercio de los pacientes sufre un empeoramiento de los síntomas, como fluctuaciones en la conciencia, y la mayoría presenta secuelas neurocognitivas permanentes.

Particularmente, el hipocampo, una región cerebral clave en la formación de recuerdos, puede sufrir atrofia tras una HSA, aunque los mecanismos exactos de esta pérdida de volumen siguen sin estar claros. Dada la similitud genética y biológica de los roedores con los humanos, estos animales son fundamentales para estudiar los efectos de la HSA en el cerebro. Sin embargo, no se contaba con un conjunto de pruebas conductuales específicas para evaluar los déficits neurocognitivos en modelos animales.

El equipo de investigación simuló una hemorragia subaracnoidea en ratones mediante la ruptura de arterias en el Círculo de Willis. Los roedores fueron sometidos a evaluaciones motoras, sensoriales y cognitivas en distintos intervalos posteriores a la hemorragia. Las pruebas incluyeron evaluaciones de ansiedad, aprendizaje espacial mediante laberintos, reconocimiento de objetos e interacción social.

Los resultados mostraron que los ratones con hemorragia subaracnoidea presentaron déficits significativos en memoria espacial e interacción social. Un mes después del evento, se observaron comportamientos similares a la ansiedad y un mayor deterioro en habilidades cognitivas, alineándose con los síntomas tardíos observados en humanos.

“Ahora podemos evaluar de forma objetiva si una intervención terapéutica marcará la diferencia”, explicó el Dr. Britz. “También exploraremos mecanismos como la vía del complemento del sistema inmunológico, el flujo del líquido cefalorraquídeo y el sistema linfático, que podrían estar implicados en los déficits neurocognitivos tras un accidente cerebrovascular”, agregó.

De acuerdo con el doctor del Hospital Houston Methodist, a pesar de la amplitud de las pruebas usadas en el estudio, el equipo busca optimizar el número de pruebas necesarias para evaluar los déficits neurocognitivos luego del HSA. Estas pruebas, además, podrán ser aplicadas para medir la eficacia de nuevos tratamientos, incluyendo medicamentos.

Con información del sistema de Noticias Cambio 22 y Notipress 

redaccionqroo@diariocambio22.mx 

GFB/MA

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