Con la justificación de un “ajuste administrativo”, el pasado 9 de diciembre, el gobierno federal presentó una iniciativa para que el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali) se fusione con el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), aunque la medida aún tiene que ser discutida y aprobada por la Cámara de Diputados, para los especialistas la desaparición de este órgano pinta un panorama muy preocupante.
En entrevista para El Economista, el lingüista Fernando Nava López, exdirector general fundador del Inali (2004-2010) dijo: “Estoy absolutamente en contra de la medida que se pretende porque si el principio responde a la no duplicidad de funciones, no encuentro qué otra institución está capacitando intérpretes o trabajando la clasificación genealógica de las lenguas para optimizar la distribución o traducción de materiales”.
Advierte que “México es uno de los ocho países con mayor diversidad de lenguas en el planeta y no podemos ser indiferentes desde el punto de vista social, institucional, gubernamental a esta riqueza lingüística que la estamos literalmente sacando de la jugada. La estamos ignorando, debilitando y menospreciando. Hoy estamos haciendo cosas peores incluso que en la conquista, desde el punto de vista de desconocimiento de los derechos de las poblaciones”, dice.
Señala además, que la iniciativa se produce “en un momento particularmente especial, pues inicia el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas 2022-2032 y la medida con que México recibe este capítulo es desapareciendo su instituto de lenguas indígenas”.
Nava López asegura que el Inali es muy necesario para el cumplimiento de los derechos fundamentales de los pueblos indígenas. “México como Estado no cuenta con una política pública de sus lenguas, algo que es necesario para la equidad social, lo que se ha hecho es imponer el español. En este sentido el Inali tiene un área de política lingüística que avanza en lineamientos de equidad social en materia de lenguas indígenas, con una mediación que busca un escenario equitativo”.
Otra área fundamental y que no está cubierta por ninguna otra institución –dijo– es la referente a la investigación de la diversidad de lenguas. “De entrada, muchos nombran a las lenguas como dialectos, uno de los prejuicios lingüísticos más fuertes enraizados en la sociedad nacional que ven a las lenguas indígenas con un estatus inferior y racista, por ello el área de la investigación catalográfica es muy importante”.
Nava López, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, explica que las lenguas en el mundo son un tópico muy especial para los países, en tanto que es un componente que vincula a los hablantes con su historia, su propio presente, antecedentes culturales, e identidad; “no en vano en las universidades hay áreas específicas para la enseñanza de segundas lenguas y de la propia lengua materna. Este es un comportamiento mundial que nos revela la importancia que tienen las lenguas”.
Dijo que lamentablemente en países como el nuestro hemos sufrido un gran racismo que se convierte en una violación de derechos humanos, de derechos fundamentales que cada vez tienen más definición y defensa por organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“El derecho a la lengua materna ha ido cobrando una especificidad muy importante, pero en México tenemos políticas expresas contra las lenguas indígenas, desde las campañas de alfabetización se ha tenido el encubrimiento de un delingüismo de índole sustractivo, es decir se enseña la lengua indígena pero orientando una castellanización y un tránsito hacia el uso exclusivo del español, dejando a las lenguas indígenas en el olvido, afortunadamente tenemos mucha resistencia cultural para que las lenguas sigan vivas con sus miles de hablantes”.
El Inali como respuesta de una lucha social y debate académico
El lingüista explica que desde mediados del siglo pasado y en las últimas décadas hubo escritores, activistas, investigadores y comunidades que se pronunciaron para la oficialización de las lenguas indígenas, además de distintos movimientos para elevar el estatus de las lenguas y que, desde el punto de vista gubernamental, se diera una atención específica. Hasta antes, por ejemplo, el Instituto Nacional Indigenista nunca tuvo un programa específico de fortalecimiento lingüístico en función de que las aspiraciones eran la incorporación de los indígenas a lo que se entendiera por vida nacional.
“Cuando se genera una ley para dar carácter de lenguas nacionales, junto con el español, y posteriormente la lengua de señas mexicana, en ese escenario el Inali comienza a ser una plataforma institucional con recursos específicos para capacitar a intérpretes y traductores que comenzaran a profesionalizar la atención a indígenas”, por ejemplo, para los indiciados en procesos judiciales, en la mejora de la educación indígena, o en el campo de la salud para facilitar la comunicación.
Dijo que la historia del Inali podría partir del acuerdo 169 de la Organización Internacional del Trabajo de fines de los años 80, mismo que fue suscrito por México poco tiempo después, “este es uno de los instrumentos vinculantes a nivel internacional, esto para el país es una ley solo por debajo de la Constitución, es decir, es un compromiso muy serio y de gran impacto”.
Este instrumento reconoce los derechos de los pueblos indígenas, incluyendo la lengua. De ahí parten una serie de movimientos y demandas, con foros a nivel de instituciones y organización política para crear los medios gubernamentales que favorecieran a las lenguas indígenas. En este escenario, cuando surge el movimiento zapatista en 1994, parte de las negociaciones consideraron la creación del Inali entre la parte federal y las partes en pugna. El Instituto se acuerda en el año 2003 para conformar su consejo nacional y en 2005 obtiene su presupuesto propio.
“Se dice en muy pocas palabras pero hay todo un trabajo académico, de lucha social, debates, donde el centro de la atención estuvo en el cumplimiento de derecho (…) Cambiar estos logros es una decisión equivocada y esperemos que quienes tienen la decisión en sus manos recapaciten”, dice.
Inali, una historia en decadencia
El Instituto se consolidó en su primera época con una plantilla de 100 personas y con un presupuesto de 110 millones. Antes de que cumpliera su primer periodo de seis años, sufrió una reducción de su plantilla, se suprimieron direcciones, jefaturas, y una consecuente disminución presupuestal; esto ocurrió en la transición del gobierno de Vicente Fox al gobierno de Felipe Calderón. En este sexenio, el Inali tuvo en 2020 un presupuesto de 76 millones de pesos anuales, para el 2021 fueron 68 millones, para 2022 serán 71 millones, esto ya con una plantilla muy inferior a las 100 personas con las que en un tiempo contó. “Vemos una reducción en las instituciones dedicadas a los pueblos indígenas muy drástica, de manera que es un escenario que complica la especialización y una verdadera atención”.
Fuente El Economista
RAM