Del Naufragio al Inicio de una Conquista: Una Historia de Superación y Poder
1 Nov. 2024
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Una narrativa que revive los eventos tras el naufragio que desencadenó una serie de conquistas y cambios históricos profundos.
Redacción/CAMBIO 22
Julio Adrião se planta sobre el escenario del Teatro Cervantes en la ciudad de Guanajuato. Es su primera vez sobre un escenario mexicano. El monólogo que está por presentar es un clásico de su cartera de trabajos, lo domina, lo conoce como la palma de su mano.
Es “El descubrimiento de las Américas”, una obra basada en la dramaturgia del Nobel de Literatura italiano Darío Fo, quien retomó y construyó su propia versión de las crónicas del conquistador y náufrago español Álvar Núñez Cabeza de Vaca.
Es una comedia de sátira en absoluto, pero con una variación tonal encomiable, un control singular del espacio escénico y una capacidad de comunión con el público fundamental. Es solamente él y el escenario, y lo que puedan dibujar sus manos en el aire, y un vestuario frugal. No hay nada más.
Julio deja de ser el actor y su cuerpo es tomado por Johan Padan, un español astuto, escurridizo y carismático del siglo XVI que huye de la condena de una pirómana Santa Inquisición y por una afortunada ¿o desafortunada? coincidencia, termina zarpando del puerto de Sevilla a bordo de una de las carabelas de un tal Cristóbal Colón.
El personaje relata la fascinación por las tierras inconmensurables, los contactos primigenios con sus pobladores, la indignación, la ambición y la brutalidad de los expedicionarios españoles. Cuenta en primera persona el naufragio de su comitiva y la fortuita llegada a tierra firme. Detalla con cierta ingenuidad y sarcasmo cómo fue capturado, esclavizado y vendido como mercancía. También relata y gesticula cómo se salvó de convertirse en alimento y, por esa simpatía y astucia, logró la simpatía de sus captores.
Con lujo de detalle, el personaje encarnado por el actor brasileño despierta en el público la más amplia capacidad de imaginación sobre su brillante idea: la evangelización exprés como una manera de prevenir una posible masacre de las tropas ibéricas que comienzan a llegar al territorio. Por supuesto, también deja ver los conflictos entre dos cosmovisiones espirituales muy distintas. Todo esto, mientras todas las miradas están volcadas sobre él.
“Es un juego de poder mutuo”
La obra se presenta en el fin de semana de cierre de la edición 52 del Festival Internacional Cervantino como parte de la delegación de Brasil, país Invitado de Honor. Pero el tema va más allá de la temporalidad del festival, representa una de varias puestas en escena que Brasil planteó en el festival sobre la revisión del periodo de conquista y colonización del territorio americano, y suma a la reflexión y discusión internacional sobre si hay un tema pendiente o no en el reconocimiento, las disculpas públicas y los actos de redención hacia los pueblos originarios por de las vejaciones cometidas hace más de 500 años.
Julio Adrião concede una entrevista instantes después de bajarse del escenario y de ser ovacionado de pie y de lamentar que su visita al país sea tan breve. Pero desea que este primer contacto con el público mexicano sea el inicio de una fecunda relación.
El próximo año, comenta, la obra cumple 20 años de representaciones y señala que éste es un nuevo comienzo. Dice que si bien la adaptación del portugués al español ya se había presentado en 2022 en Santiago de Chile, el planteamiento para México fue tenazmente adaptado a la jerga local.
“Es una obra viva, es decir, existe solamente en ese momento sobre el escenario. Tiene que dialogar con el tiempo en el que se presenta, en la ciudad en la que se presenta y con la gente que la presencia. Por eso son tan importantes las adaptaciones en cada ocasión, para que el espectáculo tenga sentido. Aquí el público hace la mitad del trabajo, sobre todo en una obra como ésta, que es unipersonal, frontal, que le habla al espectador y cuenta una historia en primera persona. Es narración pura. Por eso necesita del público más que otra cosa. Es una serie de imágenes que germinan en la cabeza del espectador. Cada uno ve una obra distinta, muy personal. Por eso, aunque estamos por cumplir 20 años con ella, siempre es única”, explica de inicio.
Es, pues, una obra sin escenografía ni juego de iluminación cuyo relato, el de un periplo de tiempos remotos y escenarios imponentes, solamente puede detonarse en la mente de cada uno de los espectadores. Y el actor hace todo lo que puede para llegar a buen puerto, para no naufragar, como su personaje, y lo hace con onomatopeyas, con gesticulación, con todas las fibras de su cuerpo, en cada palabra y respiración.
Y el público que se apersona en el Teatro Cervantes celebra. “Fue muy generoso, estaba completamente en la obra. Finalmente se trata de proponer un juego de códigos desde el principio. Y aquí intuí que el público se iba a prestar”.
Gran parte de la obra se va entre carcajadas, el público no se contiene, es estridente para beneficio de la propuesta, pero, extraordinariamente, también sabe callar en momentos tan prolongados que empiezan a generar tensión, con un silencio que tensa hasta que se rompe, y entonces vuelve el barullo de excitación entre los asistentes. Es en estos momentos de rompimiento que el público ríe y grita porque se sabe parte de la narración, porque confirma que está inmerso en la historia, que ha sido capaz de abandonar su butaca para viajar a esa remota América precolombina.
“Para hacer el silencio absoluto, antes tiene que darse totalmente lo opuesto. Hay que romper con los momentos. Me gusta pensar que hacemos un tipo de cine donde la lente son los ojos de cada uno, pero el foco está en el personaje. Es un juego de poder mutuo, es como una dirección de orquesta. Y, repito, hoy tuve una suerte contundente. Fue como hacer el amor con el público en todo momento. Me sentí abrazado”.
Y es por las conclusiones obtenidas en Guanajuato que puede asegurar: “quizás, a partir de aquí, podamos reforzar la intención de recorrer otros países de lengua española”.
“Muchas veces la gente se levanta y se va”
Ahora bien, la experiencia del actor, su jerarquía, su dominio de la obra, claro que son fundamentales para lograr ese grado de cohesión, pero no siempre es así. Después de todo, la puesta en escena es un planteamiento simpático gracias a las bondades de la ficción, pero sobre el inicio de un sangriento proceso de conquista en el que abundan los temas tabú, pero los reduce al absurdo: la violencia, la ambición, la traición, los despojos humanos de una guerra sin piedad, el sexo, la religión y la ética. Y eso no siempre puede gustar.
“En Brasil muchas veces la gente se levanta y se va. Pero no es un acto de falta de respeto, es una oportunidad para plantearnos nuevas perspectivas sobre los dogmas. Cuando Darío Fo ganó el Nobel en 1997, el Vaticano estaba enfadado porque hizo muchas obras que satirizaban a la institución. Y este espectáculo, claro, es un acto político y de provocación, pero a partir del humor que favorece la reflexión sobre quiénes somos, cómo llegamos hasta aquí, en países tan grandes como Brasil y México, donde abundan distintas maneras de lenguaje, otros códigos y cosmovisiones”.
Aunque la adaptación se centra en La Florida, es en realidad una historia universal, la historia de la opresión, comenta finalmente. “Después de todo y lamentablemente, los tiempos no son muy distintos. Pensar que vivimos en un tiempo en el que los valores que parecían certezas se están disolviendo. Hay guerras en Europa y en Oriente Medio; el surgimiento de la extrema derecha en el mundo y la izquierda dividida en dos polos. La falta de un compromiso total con la verdad permite que la ultraderecha gane terreno a través de personas con una moral lejos de ser aceptable”.
Julio se despide. Se dispone a ir a cenar después de un trabajo bien recibido. Dice que, antes de partir de vuelta a Brasil, quiere pasar a una tienda de recuerdos para comprar algunas curiosidades. Lo dice mientras revisa una colorida bolsa de mandado mexicana convertida en un atractivo souvenir.
“El descubrimiento de Las Américas”
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Dirección: Alessandra Vannucci
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Actuación: Julio Adrião
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Basada en textos de Darío Fo
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País: Brasil
Dice la sinopsis:
“Este montaje unipersonal protagonizado por Julio Adrião despliega en escena toda la energía de este actor brasileño, quien encarna a todos los personajes de la historia: indios, españoles, caballos, gallinas, peces, Jesús y Magdalena”. Adrião lleva 18 años recorriendo el mundo con esta obra despojada de artificios, directa y cercana al público. Le valió el Premio Shell 2005 como mejor actuación y fue elegido por el periódico O GLOBO-RJ como una de las 10 mejores obras del año 2005.
Fuente: El Economista
VAC/MER