Del Elefante Blanco a la Esperanza Productiva: la Diferencia Entre Simular e Impulsar

Miguel Ángel Fernández / CAMBIO 22

CHETUMAL, 6 de agosto. En la historia reciente del sur de Quintana Roo, pocos proyectos simbolizan tan claramente el fracaso del discurso sobre desarrollo económico como el malogrado Recinto Fiscalizado Estratégico (RFE) de Chetumal, ideado mucho antes del gobierno de Carlos Joaquín pero inaugurado con premura y demagogia en 2017, con nada más que una glorieta, un camino polvoriento y una larga lista de promesas que nunca llegaron.

Hoy, casi ocho años después, el contraste es abismal. Mientras la administración joaquinista usó el RFE como una vitrina política sin fondo —sin plan maestro, sin participación empresarial y sin resultados concretos—, la firma del convenio del primer Polo de Desarrollo Económico para el Bienestar bajo el liderazgo de la gobernadora Mara Lezama Espinosa y el secretario de Economía Marcelo Ebrard, marca el inicio de un nuevo capítulo, esta vez con visión territorial, social y productiva.

Del simulacro al compromiso real

La postal de 2017 fue evidencia de la simulación: funcionarios posando entre letras metálicas cubiertas con papel y promesas vacías de miles de empleos. No hubo empresas operando, ni planes claros. Hubo, en cambio, secretismo, exclusión y sospechas de beneficio para intereses políticos, como denunciaron entonces los organismos empresariales locales, que nunca fueron consultados.

Hoy, en ese mismo lugar, Chetumal se convierte en el punto de partida del primer Polo de Desarrollo Económico para el Bienestar en el país. Esta no es una declaración de intenciones aislada: es parte de una estrategia nacional alineada con el nuevo gobierno federal y con incentivos fiscales claros, metas definidas y un enfoque que integra al territorio, a las personas y a los sectores productivos.

Un proyecto con contenido social

Lo verdaderamente disruptivo del anuncio encabezado por Mara Lezama es el contenido social que acompaña al modelo de desarrollo. Ya no se habla solamente de naves industriales y mercancías de paso, sino de atracción de inversionistas, seguimiento periódico y conectar a productores con el desarrollo económico del sector turístico de la zona norte de Quintana Roo.

Este polo no busca repetir el patrón de “desarrollo para unos cuantos”. Por el contrario, su diseño contempla inclusión, empleo formal, sostenibilidad y arraigo comunitario. Además, el respaldo presidencial —ahora con Claudia Sheinbaum— y el involucramiento directo de Marcelo Ebrard, confieren al proyecto un carácter prioritario.

Incentivos con plazo y dirección

Otra diferencia fundamental es la certeza fiscal. El polo contará con deducciones del 100% en activos fijos y 25% adicional en capacitación e innovación, vigentes hasta el 2030. Lejos de improvisaciones, se trazó un objetivo de 16 mil empleos formales en cinco años, beneficiando directamente a más de 300 mil habitantes de la región. Esta hoja de ruta se complementa con una perspectiva de integración regional que incluye a Bacalar, Othón P. Blanco y Calakmul.

La importancia de gobernar con rumbo

El contraste entre lo que fue y lo que hoy inicia no podría ser más ilustrativo: mientras en el pasado se sembraban simulacros, hoy se firma y anuncia una política pública estructurada, transversal, anclada en el territorio y no en la coyuntura electoral.

Mara Lezama demuestra que gobernar no es decorar discursos con tecnicismos, sino traducirlos en transformaciones palpables. A diferencia de Carlos Joaquín, que hizo del RFE un escaparate sin contenido, la actual administración apuesta por convertirlo, ahora sí, en la plataforma que reactive el sur con base en productividad, empleo y justicia económica.

Del olvido a la vanguardia

Chetumal fue durante años la gran promesa incumplida. Hoy, con este Polo de Desarrollo Económico, comienza a ser el gran proyecto en marcha. No es casualidad que sea aquí donde arranque esta nueva estrategia nacional. Es un mensaje: el sur ya no está en espera, ha comenzado a caminar con firmeza.

Porque en política económica —como en la vida— la diferencia entre simular e impulsar radica en la voluntad de transformar.

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