Dejar hablar
4 Jul. 2024
-
“Es fácil pedir libertad de expresión irrestricta para nosotros mismos o para aquellos con quienes simpatizamos. Pero si ese derecho ha de valer algo, se debe defender sobre todo para quienes no concuerdan con nosotros y, más aún, para aquellos a quienes escasamente toleramos -o no soportamos en absoluto
Redacción/ CAMBIO 22
Lo más difícil de escribir este texto tal vez fue escuchar completa la intervención de la reportera: un monólogo largo, desordenado, que comienza hablando de Ricardo Monreal, luego se va a la petición de indulto de parte de un preso en Sonora, la denuncia sobre una chica maltratada por la Fiscalía de Veracruz, de ahí a Elena Ríos, que no ha recibido justicia en Oaxaca, luego de vuelta a la chica de Veracruz y después a la historia un campesino, preso hace tres años, sentenciado a 20, acusado de matar a un elemento del Ejército. Viene luego el caso de los extrabajadores de la Ruta 100, que aprovecha para increpar directamente al Presidente: “¿Quién fue Jefe de Gobierno y pudo resolver eso y no lo resolvió? Usted, Presidente, y por eso están sentidos también. No están felices, no están felices”.
La participación de la reportera continúa, es claro que no viene a hacer una pregunta. Esto es más parecido a un ejercicio de flujo de consciencia, o de asociación libre, que el Presidente escucha atentamente y sin interrumpir: ahora habla de los mineros de Cananea, de la esposa de Gutiérrez Luna, «la mafia del poder ahí sigue, Presidente», para muestra, Slim se tomó una foto con Claudia Sheinbaum, los parientes de Padrés están involucrados en el Tren Maya, usted sigue permitiendo la corrupción, Noroña dice que lo traicionaron, «¿qué es eso, Presidente?»

Es fácil pedir libertad de expresión irrestricta para nosotros mismos o para aquellos con quienes simpatizamos. Pero si ese derecho ha de valer algo, se debe defender sobre todo para quienes no concuerdan con nosotros y, más aún, para aquellos a quienes escasamente toleramos -o no soportamos en absoluto-.
Cuando el Presidente le confiesa a Reyna Haydeé: “me estoy enganchando”, después de haberla escuchado atentamente durante una hora, pone en evidencia que escuchar, transigir, dejar hablar al otro, no es cosa fácil. Quizá una manera de honrar ese gesto cotidiano es hacer lo mismo que hace él. Dejar hablar a la persona que nos saca de nuestras casillas es precisamente donde se prueba si estamos a favor de las libertades o solamente de nuestros propios intereses.

Fuente: Sinembargo
OSM





















