Miguel Borge Martín

Tal vez el éxito con el que culminó el proyecto para la creación de la Universidad de Quintana Roo se debió a tres factores: El primero fue haberle hecho una presentación convincente al Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, quien hizo suyo el proyecto, porque después, cada vez que nos encontrábamos, me preguntaba sobre el avance que llevábamos, yo le platicaba cómo íbamos y él me decía: “adelante Gobernador”; el segundo factor fue haber establecido una estrategia que se siguió paso a paso, en cada una de las etapas de la elaboración y ejecución del proyecto, para que todo saliera bien; y el tercer factor fue el entusiasmo que pusieron todos los que colaboraron en la realización del proyecto, desde el papel hasta la construcción (abogados, arquitectos, ingenieros, maestros de obra, albañiles, transportistas, etc.), sabiendo que se trataba de algo que había sido esperado por los quintanarroenses durante muchos años y que ellos abrazaban con emoción.

Sin embargo, no todo fue “miel sobre hojuelas”, porque a pesar de que se cuidaron ‘todos’ los detalles para llegar a la firma del Decreto por el que se crearía la Universidad, que fue revisado por el Jurídico de la Presidencia de la República para que el Presidente pudiera firmar como Testigo de Honor, ocurrieron cosas que ahora les platico en esta Anécdota.

Unos días antes de que el Presidente iniciara su gira por el estado, me llamó su Secretario Particular, Andrés Massieu, para ‘checar’ cómo estaba el programa de la gira.

Le dije que todo estaba en orden y que ya había sido debidamente revisado y aprobado por el Estado Mayor. Le comenté que el Presidente llegaría a Cancún el Miércoles 22 de Mayo donde tenía programadas algunas actividades y pasaría la noche. Al día siguiente continuaría por la mañana su agenda en Cancún, y después viajaría a Isla Mujeres conforme al programa establecido. Su programa en la Isla incluía para la noche del Jueves 23 de Mayo, la presentación de la Orquesta Filarmónica de Quintana Roo, para después pernoctar en la casa de la señora Arminda Magaña Carrillo. El Viernes 24 de Mayo regresaría temprano a Cancún para atender dos actividades programadas, y después viajaría a Chetumal donde, entre otras actividades, firmaría como Testigo de Honor el Decreto de Creación de la Universidad de Quintana Roo.

Todo parecía casi rutinario, pero al legar a lo de la firma del Decreto de creación de la Universidad de Quintana Roo, el Secretario Particular me pidió más detalles del evento y le dije que era un reconocimiento que los quintanarroenses queríamos hacerle al Presidente, por el interés que siempre había mostrado por la creación de la Universidad de Quintana Roo.

Más o menos 20 minutos después, recibí la llamada del Jefe del Estado Mayor Presidencial, Gral. Arturo Carmona Merino, para preguntarme sobre el programa de la gira del Presidente, lo que se me hizo muy extraño, porque el Estado Mayor participaba en esta, como en cualquier otra gira o actividad presidencial, supervisando incluso los detalles más mínimos, para asegurar que todo funcionara correctamente. Ya de por sí la llamada me sorprendió por inusual, pero más me llamó la atención que nuevamente se preguntara sobre la firma del Decreto de creación de la Universidad que el Presidente de la República firmaría como Testigo de Honor. Le hice el mismo comentario que le había hecho al Secretario Particular y colgamos.

De inmediato me di cuenta de que algo raro estaba pasando. Dos llamadas por lo mismo en menos de media hora, hechas por personas que con toda seguridad estaban bien informadas de la gira del Presidente, no era normal. Tomé el teléfono y le marqué al Secretario Particular para pedirle que me dijera qué estaba pasando. Se asinceró conmigo y me dijo que lo que pasaba era que ni Manuel Bartlett ni Ernesto Zedillo estaban de acuerdo con la firma del Decreto de creación de la Universidad de Quintana Roo. Le dije que no debería haber ningún problema, y que de inmediato hablaría con ellos para aclarar las cosas, pero que, si por alguna razón no los localizaba, le dijera al Presidente que si se quitaba del programa de la gira la firma del Decreto de Creación de la Universidad de Quintana Roo se cancelaba la gira, porque ni el Gobernador, ni los Presidentes Municipales, ni los Diputados ni nadie, estaría para recibirlo y atenderlo.

Afortunadamente me resultó fácil localizar a Manuel Bartlett, quien de inmediato me manifestó que debía crearse una Universidad Tecnológica, a lo que le respondí diciéndole que ese tema lo habíamos dejado atrás hacía meses cuando habíamos tenido una larga plática al respecto.

Le dije que no se podía echar para atrás y me contestó diciendo, OK, vamos adelante con la Universidad de Quintana Roo. Después le marqué a Zedillo, y le recordé que desde sus tiempos como Secretario de Educación habíamos quedado, porque él así me lo había dicho, en que transferiría los recursos que el CAPFCE no había ejercido el año anterior para cubrir la aportación federal al proyecto de la Universidad. Reconoció de inmediato el acuerdo que habíamos tenido y se disipó la oposición de ambos para que el Presidente firmara el Decreto de Creación como Testigo de Honor.

Al concluir mis pláticas con Bartlett y Zedillo, le marqué nuevamente al Secretario Particular del Presidente para decirle que ya había hablado con los dos y que ya no debería haber ningún inconveniente para que el Presidente firmara el Decreto de creación de la Universidad. Sin embargo, le recordé la petición que le había hecho antes, de decirle al Presidente de la República que si se quitaba de la gira por Chetumal su firma como Testigo de Honor del Decreto fundacional de la Universidad de Quintana Roo, se suspendía la gira por el estado. Le insistí que no dejara de decírselo al Presidente.

Con todos esos antecedentes, poco conocidos, el Viernes 24 de Mayo de 1991 se firmó en el Salón Bellavista del Boulevard Bahía de Chetumal, el Decreto al que yo me refiero frecuentemente como el Acta de Nacimiento de la Universidad de Q. Roo. Fue un evento muy bonito, lleno de vida y alegría, porque se hacía realidad un viejo anhelo de los quintanarroenses. Al hacer uso de la palabra, le agradecí al Presidente de la República el invaluable apoyo que siempre le brindó al proyecto, sin lo cual nunca se hubiesen consumado las firmas que se estampaban ese día. El Presidente, por su parte, refirió que la firma del Decreto de Creación de la Universidad de Quintana Roo había sido posible por la tenacidad del Gobernador que supo tocar fuerte para que se abrieran todas las puertas. Obviamente, sólo yo sabía a qué se referían las palabras del Presidente.

(mbm; 30.Ene.25).

 

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