Redacción/CAMBIO 22 

Cuando una persona muere se producen cambios físicos en el cuerpo resultado de complejos procesos fisicoquímicos y ambientales, explica el Centro Nacional de Información Biotecnológica (NCBI, por sus siglas en inglés), dependiente de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos.

Tras el fallecimiento, el cadáver se ve afectado por factores internos y externos que afectan el inicio de los cambios post-mortem. Entre los aspectos que aceleran los cambios se incluyen: clima cálido y húmedo, presencia de grasa corporal, lesiones abiertas en el cuerpo, sepsis o infección y la ubicación del cadáver al aire libre.

En contraparte, las personas vestidas inadecuadamente, el clima frío y el almacenamiento del cadáver en frío retrasan la velocidad de las modificaciones.

Según el orden de aparición, los cambios post mortem se clasifican en inmediatos, tempranos y tardíos, explica el NCBI.

Cuáles son los cambios inmediatos que sufre el cuerpo tras el fallecimiento

Los cambios inmediatos tras la muerte están relacionados con la muerte somática. Es decir, con el cese irreversible de las funciones vitales del cerebro, el corazón y los pulmones. Por lo tanto, en este periodo se incluyen la insensibilidad; la pérdida de movimientos voluntarios; y el cese de la respiración, de la circulación de la sangre y de las funciones del sistema nervioso, explica el organismo de salud.

Cuáles son los cambios tempranos del cuerpo tras la muerte

Los primeros cambios post mortem están asociados a la muerte celular e incluyen cambios en la piel y los ojos, enfriamiento, rigidez, y tinción, señala la organización estadounidense.

Durante este periodo, la piel se vuelve pálida y pierde elasticidad en pocos minutos y algo similar ocurre con los labios: se vuelven secos y duros. Entre las alteraciones oculares, el NCBI menciona: opacidad corneal, pérdida del reflejo pupilar y corneal, y pérdida de la tensión intraocular que provoca flacidez ocular.

Como consecuencia del cese de la circulación se deja de producir calor en el interior del cadáver. Este descenso de la temperatura corporal tras la muerte se denomina “algor mortis”.

A su vez, inmediatamente después de la muerte los músculos experimentan una relajación primaria a la que le sigue una rigidez muscular conocida como “rigor mortis”. Esta aparece entre 1 y 2 horas después de la muerte y desaparece aproximadamente 36 horas después del deceso.

Otro efecto del detenimiento de la circulación es conocido como “livor mortis”. Cuando una persona muere, la sangre comienza a desplazarse hacia las regiones dependientes del cuerpo debido a la gravedad, lo que da lugar a una coloración rojiza-azulada de las regiones bajas del cuerpo.

Cambios físicos tardíos tras la muerte

Entre los cambios post mortem tardíos, el NCBI menciona: autolisis (autodestrucción), una actividad intrínseca provocada por la descomposición de las células y tejidos del cuerpo humano a causa de los constituyentes de dichas células; y putrefacción, la descomposición del cuerpo llevada a cabo por la acción microbiana.

La putrefacción puede sufrir dos modificaciones: la formación de adipocere y la momificación.

La primera, explica un artículo publicado en 2020 en el Journal of Forensic and Legal Medicine, es una sustancia formada a partir de la descomposición del tejido adiposo que interrumpe el proceso de descomposición y hace que este sea más lento o se detenga por completo. La formación de adipocere requiere que el cuerpo se descomponga en un ambiente cálido y húmedo.

Mientras que la momificación es una modificación que se caracteriza por la desecación o deshidratación de los tejidos cadavéricos. Cuando sucede, la piel del difunto se vuelve marrón, dura y quebradiza y el cuerpo se arruga y reduce su tamaño. No obstante, se conservan los rasgos faciales y las lesiones. A diferencia del adipocere, para materializarse la ​momificación requiere un ambiente seco y árido con una brisa cálida constante, finaliza el NCBI.

 

Fuente: nationalgeographicla

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