• Privilegios para marinos y abandono para la tropa policial.

 

Ricardo Jesús Rivas/ CAMBIO 22

CHETUMAL, 29 de julio. – La Secretaría de Seguridad Ciudadana de Quintana Roo atraviesa una crisis de credibilidad y operación derivada de prácticas que privilegian a personal naval sobre policías de carrera. Mientras los elementos estatales deben aprobar rigurosos exámenes de control y confianza, los marinos comisionados y “aviadores” colocados en puestos estratégicos son acreditados sin mayor dificultad por el propio director del Centro de Control y Confianza, el Capitán Axel, siguiendo instrucciones del titular de la dependencia, el contraalmirante Julio César Gómez Torres, con el respaldo de la gobernadora Mara Lezama.

Este esquema, señalado por oficiales en activo como una “traición institucional”, lastima la moral interna de la corporación. No se trata de falta de vocación, sostienen los elementos, sino de un clima de corrupción y simulación que premia a quienes no arriesgan su vida en las calles. El contraste entre los discursos de transformación y la realidad cotidiana de los policías refleja un profundo desprecio hacia la base operativa.

La precariedad material agrava el malestar. Los policías continúan trabajando con un suministro mínimo de uniformes —una sola camisa, un pantalón y un par de botas— mientras enfrentan jornadas extenuantes, información que ya se dio a conocer en notas previas, y condiciones de riesgo constante. Paradójicamente, el único vestuario que conserva cierta durabilidad proviene de la administración pasada, adquiridos durante el gobierno de Carlos Joaquín González y el exsecretario Rodolfo del Ángel; su vigencia actual no responde a estrategias del presente, sino a la calidad de los insumos comprados hace más de un sexenio.

El discurso de dignificación policial promovido por la administración estatal y la narrativa de la 4T se desvanece ante los hechos: la prioridad ha sido colocar marinos en puestos clave sin que cumplan los requisitos que establece el reglamento interno. Estos directivos, ajenos a la trayectoria y escalafón policial, asumen funciones civiles sin experiencia operativa ni conocimiento de la dinámica estatal, generando fricciones con la tropa y vacíos en la conducción institucional.

En lugar de fortalecer la corporación desde adentro y con base en el mérito, el modelo actual perpetúa privilegios para personal externo y deja en el abandono a quienes sostienen la seguridad en las calles. Mientras la confianza ciudadana en las instituciones de seguridad sigue en declive, la falta de acciones concretas para atender las demandas expuestas de los policías augura una crisis mayor, una policía desmotivada, precarizada y subordinada a intereses ajenos a su propia vocación de servicio.

 

 

redaccion@diariocambio22.mx

RHM

 

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