Convertida en Ruinas: Escuela Hermanos Escobar, el Emblema Agrícola de Ciudad Juárez
14 Abr. 2025
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La institución se convirtió en un semillero de conocimiento en pleno auge del cultivo algodonero en el Valle de Juárez
Redacción / CAMBIO 22
En pleno corazón de Ciudad Juárez, sobre la avenida Hermanos Escobar 3650, yace lo que alguna vez fue un símbolo de prestigio y progreso en la enseñanza agrícola de México: la antigua Escuela Superior de Agricultura “Hermanos Escobar”. Fundada en febrero de 1906, esta institución fue considerada una de las más reconocidas del país y atrajo a estudiantes de todo el mundo, gracias a la calidad de su formación en agronomía.
Los visionarios detrás de esta escuela fueron los hermanos Numa y Rómulo Escobar Zerman, quienes, luego de realizar estudios en Europa, regresaron con técnicas novedosas que implementaron en el plantel. Bajo su liderazgo, la escuela se convirtió en un semillero de conocimiento en pleno auge del cultivo algodonero en el Valle de Juárez, cuando el algodón local solo era superado en calidad por el producido a orillas del Nilo en Egipto.
Tras la muerte de sus fundadores en 1946, la escuela quedó en manos de sus hijos: los agrónomos Rómulo Escobar Villalba, Abelardo Escobar Villalba y Rodolfo Escobar Calderón. En 1977, la familia decidió abandonar el proyecto y fue entonces cuando la institución cambió su nombre a Escuela Superior de Agricultura “Hermanos Escobar”.
A partir de ese momento, el plantel perdió su esencia formativa y, según el historiador local José Luis Hernández, se convirtió más en un semillero de intereses políticos que de agrónomos.
Hoy, más de un siglo después de su fundación, la escuela es apenas una sombra de lo que fue; el tiempo y la falta de mantenimiento han cobrado una factura irreversible: el edificio se encuentra en ruinas, sin proyectos de restauración ni intervención oficial, ya que el inmueble pertenece a un particular que nunca mostró interés en conservarlo.
Lo único que aún se mantiene parcialmente en pie es la deteriorada fachada principal, construida con adobe y ladrillo, donde destaca un arco que alguna vez recibió con orgullo a generaciones de estudiantes. Las ocho columnas que flanqueaban el acceso están vencidas, el zaguán fue derribado por las lluvias, y las pocas ventanas metálicas que aún resisten están a punto de colapsar. Las paredes frontales están cuarteadas y se teme que no tarden en desplomarse.
Para el historiador José Luis Hernández, la situación es dolorosa; lamentó que este espacio, que incluso fue punto de partida para Pascual Orozco durante la Revolución Mexicana rumbo a la toma de Ciudad Juárez, haya caído en el olvido.
“Hubiera sido ideal convertirlo en un museo de agronomía”, afirma, pero ahora lo más viable sería demoler lo poco que queda y levantar una réplica, como se hizo con la Casa de Adobe. La Escuela Hermanos Escobar fue más que una institución educativa, fue un bastión de progreso agrícola, cuyas recomendaciones en su tiempo fueron visionarias.
Durante sus prácticas, los estudiantes aconsejaron a los agricultores del Valle de Juárez diversificar sus cultivos para preservar la fertilidad del suelo, pero sus advertencias fueron ignoradas debido a los compromisos comerciales que ataban a los productores al monocultivo de algodón.
Hoy, las ruinas de esta emblemática escuela no solo representan el paso del tiempo, sino también el abandono de un legado que marcó la historia agrícola del país. Recuperarlo podría ser un homenaje no solo a sus fundadores, sino también a todas las generaciones que alguna vez encontraron ahí una puerta al conocimiento y al futuro del campo mexicano.
Fuente: El Heraldo de Juárez
GPC/DSF