La primera señal de la gravedad de las sanciones, de acuerdo con expertos, es haber señalado a las instituciones como victimarias, no como víctimas, que es distinto a como trataron asuntos de lavado de dinero en los casos más escandalosos que ha habido, que involucraron a BNP Paribas, de Francia; UBS, de Suiza; Goldman Sachs y JP Morgan Chase, de Estados Unidos, y HSBC y Standard Chartered, del Reino Unido. Fueron fuertemente multados, pero no les cerraron las puertas del sistema financiero y pudieron seguir operando, que no fue el caso con los mexicanos.

La segunda señal fueron las sanciones. El Acta de Sanciones por Fentanilo establece seis penalizaciones que van de menos intrusivas a más. En el caso de las instituciones mexicanas, el Departamento del Tesoro se fue a la última, endureciendo el castigo. La sexta sanción prevé que se limiten las transacciones, pero una vez más, aportaron a las instituciones mexicanas y ordenaron que no se procesara ninguna. Llama la atención que a los dos bancos y a la casa de bolsa les señalaron un mal control interno como causa de haber permitido esas transacciones, que es lo mismo que apuntaron a las instituciones de otros países que fueron multadas, pero no les prohibieron realizar operaciones con bancos estadounidenses.
La forma como trataron a las instituciones mexicanas puede entenderse con una metáfora, planteada por un experto en instituciones mexicanas y extranjeras: “Una metáfora precisa y vigente es el Covid. Esos tres bancos dieron positivo. Estuvieron en una fiesta con todos los demás administrando dos puntos del PIB activos. Entonces no quieres saber nada de esos tres, pero mientras no haya claridad de que no contagiaron a nadie más, el impacto de la medida es que nadie quiere tocar al sistema financiero mexicano”.
La prórroga que negoció Hacienda ayuda porque mandó la señal de que hay diálogo con alguien, agregó el experto, pero no atiende el fondo. “Las tres instituciones siguen teniendo Covid y están, en consecuencia, en cuarentena”, subrayó. “Pero todos los demás estuvieron en la misma fiesta. Entonces, los tres están muertos, aunque no lo sepan, y los demás tuvieron contacto, aunque no sabemos si alguien más se contagió. El sistema financiero se volvió más riesgoso”.

Cuando se dio el anuncio del Tesoro, la Secretaría de Hacienda descartó problemas en el sistema bancario, porque no había tenido ninguna interrupción y operaba de manera normal. Sin embargo, al quedar enmarcadas las sanciones dentro de la clasificación de los cárteles mexicanos como “organizaciones terroristas extranjeras” y apuntar al fentanilo como la correa que une a las instituciones financieras con la delincuencia organizada y empresas chinas que trafican fentanilo, lo convirtieron en un problema de seguridad nacional, por lo que la decisión en Washington tiene mayores consecuencias de las observadas a primera vista.
Un ejemplo hipotético básico y simple, que de acuerdo con expertos muestra la complejidad que alcanza la acción del Departamento del Tesoro, es como si el presidente del Consejo de Administración de una de las instituciones sancionadas tuviera como negocio una distribuidora de automóviles, a donde uno acude a comprarle un automóvil. De acuerdo con la ley que clasifica a los cárteles como terroristas, bastaría con adquirirle el vehículo, con crédito o no del banco, para ser potencialmente señalado como presunto terrorista. No hay en la ley matices ni excepciones, por lo que los riesgos para personas o empresas que no tengan ninguna relación con cárteles, empresas chinas o instituciones presuntamente involucradas con ellos, son impredecibles.
“Si el Departamento del Tesoro hubiera aplicado las sanciones, pero las hubiera acotado a las transacciones al sector químico farmacéutico, o a China o a doctores que recetaban opioides, se sabría quién está enfermo y sería más fácil encapsular”, agregó el experto. “Pero como lo hizo en el caso mexicano, eso no es posible”. Quien no entienda esta nueva realidad, será su problema.





















