Miguel Ángel Fernández/ CAMBIO 22

CHETUMAL, 30 de septiembre. La comparecencia de Lilian Villanueva Chan, titular del Instituto de la Cultura y las Artes de Quintana Roo (ICA) en el Congreso, careció de lo más esencial, exponer el uso del presupuesto. No porque no hubiera palabras, sino porque las que se pronunciaron se diluyeron entre videos, generalidades y un discurso evasivo que rehuyó el fondo del asunto: la rendición de cuentas.

De entrada, resultó sintomático que la funcionaria iniciara su exposición con un video de ocho minutos sin voz, solo musicalizado, como si la cultura pudiera reducirse a un espectáculo de imágenes. Después vino otro audiovisual, ahora con voz, pero igualmente superficial. Fue un preámbulo que marcó la tónica de su participación: abundancia de recursos visuales y escasez de transparencia.

El listado de acciones presentadas fue extenso: rehabilitación de casas de cultura en distintos municipios, mantenimiento del Teatro Minerva, equipamiento en Cancún, reapertura de la Escuela de Música y hasta la instalación de equipo de proyección para videomappings en la Explanada de la Bandera. Sin embargo, en ninguno de los casos se detalló el monto invertido. Ni una sola diapositiva mostró cifras. El dinero, la médula de toda comparecencia, quedó invisibilizado.

Más preocupante aún fue la confusión de tiempos. La directora habló indistintamente de acciones realizadas desde el inicio de la administración y de lo hecho en el último año, lo que impidió dimensionar con claridad qué avances corresponden realmente al periodo evaluado. El balance entre lo recibido y lo ejecutado quedó en la ambigüedad.

Mientras tanto, los diputados replicaron el guion ya visto en otras comparecencias: aplausos, felicitaciones y reconocimientos vacíos. Paulina Rubio Tello, Pamela Lassa, Alberto Batún, José María Chacón y Alexa Murguía optaron por los elogios, no por las preguntas. Apenas una excepción: el diputado José Luis Pech Várguez, presidente de la Comisión de Cultura quien cuestionó el sobresalto de la dependencia y la ausencia de iniciativas culturales de fondo. Su señalamiento de que el presupuesto del ICA ha crecido sin claridad en su ejercicio, no obtuvo una respuesta contundente. Villanueva prefirió la confrontación defensiva.

El resultado fue una comparecencia que convirtió el acto de rendición de cuentas en una pasarela de videos y reconocimientos mutuos. El patrimonio cultural del estado, con sus casas de cultura deterioradas, sus museos con escasa difusión y sus artistas sin formalidad laboral, sigue esperando respuestas concretas.

El ICA tuvo la oportunidad de demostrar con números y estrategias cómo se está invirtiendo el aumento presupuestal. Prefirió, en cambio, diluir la información entre imágenes y evasivas. El silencio en las cifras termina siendo elocuente: la cultura en Quintana Roo se gestiona sin transparencia, y lo que debería ser claridad se reduce a una presentación de espectáculo.

 

 

redaccionqroo@diariocambio22.mx

RHM

 

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