• Apodado “2024 PT5”, Este Asteroide Estará En Nuestra Órbita Hasta El 25 De Noviembre, Pero Su Distancia Y Tamaño Limitan Su Impacto Visual, Dejando A Los Científicos A Imaginar Cómo Sería La Tierra Con Una Verdadera Segunda Luna.

 

Redacción/ CAMBIO 22

Es posible que hayan visto que una segunda “luna” se ha instalado recientemente en nuestra órbita. El asteroide, del tamaño de un autobús escolar, orbitará la Tierra hasta el 25 de noviembre.

El asteroide se encuentra al menos cinco veces más lejos de la Tierra que nuestra luna verdadera en su máxima aproximación y es demasiado pequeño para ser visto a simple vista o sin la ayuda de telescopios de investigación. Incluso llamarlo “miniluna” es un poco exagerado, dice Thomas Statler, científico jefe de cuerpos pequeños del sistema solar en la sede de la NASA.

Para convertirse en una segunda luna,el asteroide tendría que estar ligado gravitacionalmentea nuestro sistema Tierra-Luna y dar múltiples vueltas a su alrededor. Estas condiciones no se dan actualmente en el asteroide, bautizado recientemente como “2024 PT5”.

En nuestro sistema solar hay cientos de lunas, la mayoría de ellas en los planetas exteriores más grandes. La friolera de 146 rodean a Saturno, 95 a Júpiter y dos a Marte. Incluso el degradado planeta enano Plutón tiene cinco lunas oficiales.

Los científicos vigilan cada año unos mil objetos conocidos que se acercan a menos de 10 distancias lunares de la Tierra, aunque la mayoría no permanecen mucho tiempo y son bastante pequeños. Aunque 2024 PT5 es notable en ambos aspectos (por ser un poco más grande y permanecer más tiempo en nuestra órbita que otros objetos), su estancia no será más que un parpadeo en la vida de nuestro sistema planetario.

Pero su ocupación nos hace preguntarnos: ¿Es posible que la Tierra tenga otra luna? ¿Cómo afectaría a la vida aquí si la tuviéramos?

¿Qué es una luna?

Los asteroides pasan silenciosamente por nuestro planeta. La mayoría de estos pequeños objetos entran y salen de nuestro espacio sin hacer mucho ruido; los más grandes suelen causar sensación sólo una vez cada varios millones de años.

Como la mayoría de los cuerpos celestes del sistema solar, los asteroides son impulsados por la gravedad del Sol. Los científicos se esfuerzan por detectar y seguir sus trayectorias previstas, tanto para evaluar posibles amenazas de colisión como para estudiar sus propiedades.

Aunque 2024 PT5 es diminuto, no por ello se considerará realmente una luna. Independientemente de la masa, composición o forma de un asteroide, el hecho de que pueda ser declarado luna se reduce en última instancia a si comienza a orbitar alrededor de otro cuerpo.

Nuestra luna, por ejemplo, sigue una órbita elíptica alrededor de la Tierra que tarda aproximadamente un mes en completar. Durante este circuito, la gravedad de la Luna tira de la Tierra, desplazando la masa de nuestro planeta y distorsionando su forma hasta hacerla ligeramente parecida a la de un balón de fútbol.

Este proceso es el que influye en la formación de las mareas, y tiene importantes consecuencias para el sustento de la vida en la Tierra, como el apoyo a los ecosistemas marinos y las actividades reproductivas de muchos animales. Los seres humanos también necesitan poder predecir las mareas para los viajes marítimos y el comercio.

“Casi todos los seres vivos se ven afectados de alguna manera sutil o intensa por los ciclos lunares”, afirma Statler y agrega: “Así que estamos muy ligados a la existencia de nuestra propia Luna”.

En cambio, 2024 PT5 no estará tanto tiempo como para poder estudiarla.

“Ha habido minilunas mucho más minilunares que ésta, y las habrá en el futuro”, afirma el cintífico. Por suerte, los científicos son cada vez mejores detectando estos objetos menores: En 2016, los investigadores descubrieron que una cuasi-luna, llamada Kamo’oalewa, planea permanecer alrededor de la Tierra durante los próximos 300 años.

Kamo’oalewa, cuyo nombre proviene de la expresión hawaiana “fragmento oscilante”, tiene aproximadamente el tamaño de una noria. Aunque sigue una órbita elíptica que parece moverse en sincronía con la Tierra, en realidad se encuentra fuera de la influencia gravitatoria de nuestro planeta, lo que descalifica a este visitante como una auténtica miniluna.

En junio, la NASA también rastreó la aproximación del asteroide 2011 UL21, descubriendo un sistema binario: un asteroide más pequeño, llamado moonlet, lo orbitaba desde una distancia de unos tres kilómetros. Esta precisa búsqueda de lunas supone un enorme salto con respecto a 1991, cuando VG, la primera miniluna detectada, adquirió notoriedad al discutirse si se trataba de un objeto natural o si tenía un origen más extraterrestre.

¿Cambiarían las mareas si la Tierra tuviese dos lunas?

A pesar de que el sistema Tierra-Luna no es ajeno a los invitados espaciales de corta duración (y relativamente silenciosos), los expertos pueden afirmar con certeza que no tendremos otro satélite tan grande o tan cósmicamente vital como nuestra Luna en un futuro próximo.

Objetos bastante pequeños han estado orbitando en nuestra vecindad durante miles de millones de años y nunca lo hemos notado realmente, cuenta Statler, porque nada malo ha sucedido por ello. “Eso es un buen indicio de que no se trata de algo importante en términos de afectar a la vida en la Tierra”, afirma.

Si la configuración fuera estable, tener dos lunas de tamaño comparable cambiaría por completo las mareas de los océanos y probablemente alteraría lo que los científicos saben sobre la historia de la astronomía, incluyendo cómo se formaron esas lunas. Pero, de nuevo, es casi seguro que eso no ocurrirá pronto, si los últimos miles de millones de años sirven de indicación.

Entonces, ¿por qué se presta tanta atención a 2024 PT5? Andrew Rivkin, astrónomo planetario del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, dice que puede ser porque la aparición de este asteroide marca una de las primeras veces que los científicos han sido capaces de predecir la presencia de una mini-luna con antelación. “Es una gran demostración de nuestras capacidades para poder encontrar cosas, para poder predecir adónde van”.

Rivkin dirigió el equipo de investigación de la reciente misión de la NASA Double Asteroid Redirection Test (DART), un ensayo para demostrar la tecnología de desviación de asteroides como parte de las ambiciones de defensa planetaria de la humanidad. DART demostró que, por primera vez, algo hecho por el hombre podía alterar el paradero de un objeto celeste en el universo.

A día de hoy, uno de los próximos objetos cercanos a la Tierra de mayor tamaño que se cruzará en nuestro camino será Apofis, un asteroide de 3.000 metros de ancho que se espera que pase a salvo por la Tierra en abril de 2029. Hay pocas probabilidades de que el asteroide sea capturado en nuestra órbita, ya que pasará volando demasiado rápido, pero en su aproximación extrema, diez veces más cerca que la Luna, será visible a simple vista.

Qué pasaría si la Tierra tuviese una segunda luna? | National Geographic

Con todo, aunque la visita de Apofis pueda parecer un poco más angustiosa que la de 2024 PT5, no cabe duda de que será un encuentro fascinante para una nueva generación de cazadores de asteroides.”No son sólo cosas de las que asustarse», opina Rivkin y completa: “Los cielos están llenos de grandes cosas, de cosas maravillosas”.

Fuente: National Geographic

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