¿Cómo Afectan las Reglas del T-MEC al Futuro del Maíz en México?
27 Ene. 2025
Dinero en Imagen/CAMBIO 22
La humanidad aprendió, después de las tragedias de la Primera y Segunda Guerra Mundial, que resolver conflictos con actos bélicos resulta más costoso que con estrategias económicas, realizando un legado que trasciende los campos de batalla: los acuerdos multilaterales, como el de Bretton Woods 1944 y el Plan Marshal 1947.
Las estrategias económicas tienen un argumento claro: contraponer el costo de preservar la vida misma contra el costo de garantizar la calidad de vida, donde las naciones se atrincheran con los recursos estratégicos que les es pertinente proteger.
En América del norte, la integración económica es regulada por el tratado T-MEC (2020), enfocado en aprovechar las ventajas comparativas y competitivas de la región fomentando el crecimiento y protegiendo sus recursos.

En México el maíz juega un papel crucial, no sólo por su valor económico, sino también por su importancia cultural y soberanía alimentaria ya que la tortilla es la dieta base de sus familias.
Bajo este contexto, surgen preguntas clave: ¿Por qué es necesario preservar la soberanía genética del maíz? ¿Cómo afectan las reglas de origen del T-MEC al comercio de maíz?

México, primer productor de maíz de grano blanco usado para la alimentación y séptimo productor mundial del “grano de oro” usado para la industria ganadera y de harinas, cosecha más de 27 millones de toneladas anuales en los 32 estados del país, alimentando a las familias mexicanas y su rica gastronomía, que adopta al maíz como un pilar de identidad cultural.
El consumo promedio per cápita de maíz blanco es de 196.4 kg al año, especialmente en forma de tortillas, representando un alimento esencial en la dieta diaria y la identidad cultural del país.
Por su lado, el “grano dorado” alimenta una importante industria ganadera, lo que coloca a México en el segundo peldaño de importaciones globales de maíz, con compras que alcanzaron 5,133 millones de dólares en 2023, provenientes principalmente de Estados Unidos, Brasil y Sudáfrica.

En el marco del T-MEC, durante el 2023 Estados Unidos exportó 3,505 millones de dólares en maíz de acuerdo con los datos del USDA ( Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, por sus siglas en inglés), consolidando a México como uno de sus mercados más importantes.
Debido a esto, los intereses comerciales del vecino del norte, quien es el principal proveedor de maíz para nuestro país, chocan con la intención de nuestra nación de proteger la biodiversidad y la autosuficiencia alimentaria.
El conflicto se centra en las reglas de origen del tratado, diseñadas para fomentar la integración regional. Estas reglas exigen que al menos 60% del contenido regional de un producto sea originario para acceder a beneficios arancelarios.

Esta disputa se agrava con los decretos mexicanos de 2020 y 2023, que prohíben el uso de semillas transgénicas en siembras agrícolas para proteger las razas nativas de maíz y evitar su contaminación genética.
Por su parte, y en contraparte, los agricultores estadounidenses perciben estas restricciones como un bloqueo comercial que, según Estados Unidos, es incompatible con el T-MEC al limitar el acceso al mercado mexicano.
Debido a que más del 90 por ciento del maíz producido en Estados Unidos es genéticamente modificado, las fricciones comerciales entre ambos países se han intensificado, poniendo a prueba la relación bilateral.

Un informe del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) detectó en 2018 la presencia de transgénicos en maíces nativos de las regiones de Chiapas, Oaxaca y Veracruz, comprometiendo su diversidad genética y su capacidad de adaptarse a los cambios climáticos.
Este hallazgo refuerza la importancia de limitar el uso de transgénicos, priorizando la salud pública y la riqueza biocultural del país.
En este contexto, la lucha de México por proteger su soberanía alimentaria marcó un punto de inflexión con el caso de Monsanto, como lo destacó el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en su comunicado 544/2024 del 27 de junio de 2024, respaldando sus argumentos con más de 450 estudios científicos que otorgan una validez a las medidas implementadas.

Para sus redactores, el maíz es mucho más que un producto agrícola, es el corazón de la identidad mexicana y un pilar de la seguridad alimentaria. Enfrentar los desafíos que plantea el T-MEC requiere encontrar un delicado equilibrio entre la integración económica y la protección del patrimonio cultural y biológico del país.
Fomentar la producción local y proteger la semilla nativa es esencial para garantizar que el maíz siga siendo un motivo de orgullo nacional y herramienta de desarrollo rural. “Sin maíz, no hay país”.

Por Diana Cintora Y Eduardo Vergara
Fuente: Dinero en Imagen
HTR/ DSF





















