• La escritora argentina presenta una obra que invita a cuestionar la vida, la pérdida y el sentido de la existencia

 

Redacción / CAMBIO 22

¿Qué tanto nos importan las muertes de quienes no conocemos? Para la escritora argentina la Claudia Piñeiro, esta pregunta debería ser constante en nuestros tiempos de guerras, militarismos y crimen organizado. Sin embargo, nos la hacemos poco; por eso decidió que “La muerte ajena” fuera el título de su más reciente novela.

“Cuando vemos noticias de una muerte en la que hubo violencia, casi de manera inconsciente, tratamos de pensar que nada tiene que ver con nosotros. Y para protegernos decimos: ‘Yo no paso por esa calle nunca’, ‘yo no hago esas cosas’, ‘mis hijos son buenos muchachos’, ‘eso nunca me iba a pasar’”, dice Claudia Piñeiro, en entrevista con El Sol de México.

“Tal vez nos llama la atención en un inicio, pero es por el morbo, después la olvidamos. Creo que deberíamos pensar más en qué medida esa muerte nos pertenece. Eso es que lo que intenté en esta novela, que nos haga sentir que nos podemos preocupar por esa muerte, independientemente de cómo haya sucedido”, agrega la escritora.

Claudia Piñero presentó "La muerte ajena", en la que se adentra en la labor periodística

En la historia estas disyuntivas son las que cruzan la mente de la periodista y locutora de radio “Verónica Balda” cuando el escándalo recorre Buenos Aires, pues una joven scort cayó de un piso en Recoleta, uno de los barrios más adinerados de la ciudad.

Aunque le cuesta creerlo, la víctima —que ha sobrevivido y permanece inconsciente— es su media hermana, con la que jamás ha tenido un vínculo. “Verónica Balda” dudará si basta con informar sobre el hecho, o si tiene la obligación de saber qué fue lo que sucedió y que, al parecer, la conectarán a una intrincada red de tráfico de sexoservidoras de lujo.

Buscar la verdad

Con esta nueva novela, Claudia Piñeiro vuelve a utilizar los alcances del periodismo para develar algún misterio. Esto, dice, forma parte de un interés y un reconocimiento hacia la labor de quienes lo ejercen.

“Me interesa mucho todo lo relacionado con la búsqueda de la verdad y la forma en que se mueve la información en el periodismo. Creo que tiene una gran importancia para el mundo, pero también me parece que se le ha sometido a una gran degradación en los últimos años”.

“Por un lado, por la forma en que las empresas periodísticas funcionan y los malos salarios, pero particularmente, en Argentina, porque hay una persecución de periodistas. Es algo inusitado, que no veíamos desde la dictadura”, dice la escritora.

Durante la lectura de la obra el lector también jugará el papel de buscador, pues está narrada desde tres voces distintas, y ninguna es confiable. Una forma de representar la falta de sentido de verdad de los tiempos contemporáneos.

Claudia Piñeiro: La muerte ajena también nos pertenece y debe preocuparnos  – La Crónica de Hoy

El sexo y el poder

La obra retrata algunos cambios en la forma en que se percibe actualmente el sexoservicio. “La sexualidad y el poder han estado ligadas profundamente, ya lo había estudiado Foucault”. Pero sí creo que hay cambios particulares que me parece que tienen que ver con el exhibicionismo.

“Me parece que los jóvenes no tienen las mismas utopías que teníamos antes, la oportunidad de hacer una vida, viajar y vivir. Los oficios sexuales se han tomado como otras opciones aparentemente sencillas, los hombres se han decantado por las criptomonedas y las chicas por ser scorts. Se ha tratado de diferenciar este tipo de trabajos de la prostitución, pero yo creo que a la única diferencia es la diferencia de clases”, dice la autora.

A lo largo de la novela, se establecen múltiples tipos de tensiones de género, en las que tanto hombres abiertamente machistas, como aquellos que se podrían considerar aliados de las mujeres, terminan por querer definir el valor de las mujeres, y las protagonistas anteponen sus deseos y convicciones. Esto, dice Piñeiro, responde a que seguimos en procesos de equidad que deben continuar, a partir del diálogo y no sólo exclusivamente la confrontación.

“Creo que una cosa que debemos de tener en cuenta las mujeres es la buena voluntad del otro”. Todos venimos de una educación que fue muy patriarcal en la cual se nos marcaron a fuego muchas cosas. Muchas y muchos hemos hecho esfuerzos por salir de ahí.

“Sin embargo, es verdad que a veces tenemos amigos o familiares que comenten el error de comentarios, gestos o acciones machistas”. Hay que saber reconocer que errores, todos los cometemos. El patriarcado fue malo para las mujeres y para los hombres en muchas cosas. Sí, los hombres siguen ejerciendo el poder desde muchos lugares, cosa que tiene que cambiar, pero lo que tenemos que lograr es una igualdad plena, finaliza.

 

 

 

Fuente: El Sol de México

redaccion@diariocambio22.mx

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