China y México. Una Relación Estratégica
16 Dic. 2023
Redacción/CAMBIO 22
Los primeros contactos comerciales entre China y México datan del siglo XVI. La apertura de nuevas rutas marítimas constituyó la ruta transpacífica más importante de la época. Originada como una estación importante de transferencia misionera entre China y España, los galeones de Manila, llamados también “Nao de China”, unieron Asia, América y Europa a través del Pacífico.
La primera Nao de China, que arribó a Acapulco en octubre de 1565, fue el galeón de San Pablo. Desde entonces esta gran ruta no solo permitió establecer un puente comercial entre China y América. Sino que tuvo una profunda influencia en el intercambio cultural sino-latinoamericano.
Siglos más tarde, entre 1884 y 1885, se iniciaron negociaciones con miras a establecer un convenio entre China y México, derivadas del interés de atraer inmigración de la nación asiática. La iniciativa fue del ministro Matías Romero, distinguido diplomático acreditado en Estados Unidos. Las negociaciones que se concretaron en el primer tratado entre México y China suscrito en Washington el 14 de diciembre de 1899.
En 1910 el Presidente Porfirio Díaz ordenó la instalación del emblemático reloj chino en la Ciudad de México, ubicado en la pequeña glorieta de las calles de Bucareli y Atenas. El reloj fue obsequio del último emperador chino de la dinastía Qing, Pu Yi, con motivo de los festejos del centenario de la independencia Mexicana.
En enero de 1955, el general Lázaro Cárdenas visitó Beijing por invitación del presidente del Comité Central del Partido Comunista de China, Mao Zedong. En su calidad de vicepresidente del Consejo Mundial por la Paz, el exmandatario mexicano se entrevistó con destacadas figuras de la vida política china, como el primer ministro Zhou Enlai y el presidente del Comité del Pueblo Chino por la Defensa de la Paz Mundial, Guo Muoruo.
A partir del reconocimiento de la República Popular China (RPC), en la Asamblea General de Naciones Unidas, México y China establecieron relaciones diplomáticas en febrero de 1972, durante el gobierno del Presidente Luis Echeverría. El tratado fue suscrito entre los representantes permanentes mexicano y chino ante las Naciones Unidas en Nueva York.
En 1973, un grupo de 25 estudiantes chinos llegó a México para estudiar en el Colegio de México. Este programa fue un esfuerzo pionero que permitió que varias generaciones de ciudadanos chinos se especializaron en lengua y cultura hispana, convirtiéndose luego en diplomáticos y especialistas en América Latina.
En septiembre de 1975, el gobierno de la RPC regaló a México una pareja de pandas gigantes como símbolo de amistad entre ambos países y como ejercicio de la “diplomacia del panda”. El envío de pandas, como gesto de buena voluntad y símbolo de la amistad, sirvió a China para proyectar una imagen positiva en determinadas naciones. México fue el único país seleccionado para esta práctica en América Latina.
En 1997, se alcanzó un consenso para formalizar una asociación de cooperación integral de cara al nuevo siglo, logrando en 2003 una alianza estratégica, que en 2004 se concretó en la constitución de la Comisión Binacional permanente entre los dos gobiernos. Estas alianzas institucionalizaron la relación bilateral y promovieron la posibilidad de intercambios entre gobiernos locales de ambos países. Es así que un creciente número de estados y municipios mexicanos instauraron relaciones con sus homólogos chinos en negocios, educación, arte, cultura, ciencia, tecnología, turismo y deportes.
Lázaro Cárdenas Batel, nieto del histórico presidente Lázaro Cárdenas, como gobernador del estado de Michoacán ejecutó en 2005 el Programa de Formación de Negocios Michoacán-China, por el que jóvenes profesionistas mexicanos viajaron al país asiático para estudiar el idioma chino, cursar seminarios de negocios y analizar la factibilidad de desarrollar proyectos de inversión. El éxito del programa michoacano estimuló a otros estados del país a realizar proyectos similares.
En 2009, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, y el alcalde de Beijing, Guo Jinlong, firmaron el convenio de hermanamiento entre ambas urbes, propiciando una intensa relación entre ambas capitales. Un ejemplo es el programa de becas Ciudad de México-China, coordinado por el Centro de Estudios China-México (CECHIMEX), que convocó durante seis años a integrantes de la academia, empresas, y gobierno a participar con un proyecto de amplio impacto para ser desarrollado en Beijing.
Esta secuencia de acontecimientos han marcado más de 400 años de vínculos comerciales y culturales con China y medio siglo de relaciones diplomáticas. Actualmente, China es el segundo socio comercial de México y el primero de la región de Asia Pacífico.
Andres Manuel Lopez Obrador es el primer presidente que no visita China desde que se establecieron relaciones diplomáticas en 1972. El pasado mes de noviembre sostuvo en San Francisco su primera reunión presencial, con el Presidente Xi Jingping, en el marco del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) y el décimo aniversario de la asociación estratégica entre ambos países.
El mandatario mexicano convocó a su par chino a concretar un acuerdo para intercambiar información sobre los precursores químicos chinos utilizados para la fabricación en México del fentanilo. Esta convocatoria coincidió a un mes de haberse creado el Grupo de Trabajo México-China sobre Precursores Químicos y Cooperación Antinarcóticos. En la reunión, por su parte, el presidente chino ofreció facilitar los trámites para atender la solicitud de México de adquirir enseres domésticos chinos, para atender las necesidades de los damnificados del huracán Otis, en la costa de Guerrero.
Según información de funcionarios chinos, el país asiático está interesado en ampliar la cooperación con México en finanzas, construcción de infraestructura, vehículos eléctricos y otras industrias emergentes (temas que coinciden con los ejes estratégicos
de la iniciativa de la nueva Ruta de la Seda), así como ampliar los intercambios culturales entre ambas naciones.
A este interés chino de ampliar la cooperación para el desarrollo, se suma la reciente decisión de relocalizar empresas chinas en México, como parte de una tendencia más amplia conocida como nearshoring. De esta forma, China ha intensificado en el último año el traslado de su producción hacia México, estableciendo una cooperación sino-mexicana sin precedentes en América Latina.
Fuente: EL UNIVERSAL
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