Redacción/CAMBIO 22

JOSÉ MARÍA MORELOS, 07 de mayo – En un contexto marcado por la sequía y el calor implacable, el ex rector de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo quien actualmen es profesor investigador, Francisco Javier Rosado May, ha hecho una declaración preocupante: las ceremonias de Ch’a Cháak o petición de lluvia no han tenido el efecto esperado. El día de la Santa Cruz pasó sin la ansiada precipitación, dejando a los agricultores con una incertidumbre creciente sobre el futuro de sus cultivos. “No llovió el día de la Santa Cruz, nos queda el día de San Isidro Labrador”, señala Rosado May.

La falta de lluvia ha exacerbado los riesgos para los cultivos, con varios en peligro inminente de siniestro. La imposibilidad de planificar la milpa y la angustia entre los agricultores son evidentes. En un año normal, las lluvias habrían llegado en meses anteriores, pero este año la esperanza se desvaneció el 3 de mayo. Ahora, las miradas se dirigen hacia el día de San Isidro Labrador, alrededor del 15 de mayo, con la esperanza de que la lluvia llegue a tiempo para salvar los cultivos.

Sin embargo, el panorama climático global también presenta problemas adicionales. El fenómeno de “el niño” está afectando el clima mundial, con la posibilidad de que “la niña” se manifieste en el segundo semestre del año. Estos eventos climáticos extremos están siendo cada vez más impredecibles debido al impacto del calentamiento global, lo que subraya la urgencia de abordar las causas  del cambio climático.

El llamado de Rosado May va más allá de la preocupación inmediata por la falta de lluvia. Destaca la necesidad de un cambio radical en las políticas públicas, particularmente en relación con la producción de energía y la sostenibilidad de los sistemas alimentarios. La atención internacional se centra en el papel de México en la mitigación de los problemas globales, incluidas las emisiones de gases de efecto invernadero.

Con la agricultura de temporal en riesgo, la advertencia de Rosado May es clara: la inacción podría significar no solo la reubicación de las fechas tradicionales de lluvia, sino también la amenaza de vivir en un mundo sin lluvia. Se requieren acciones urgentes y coordinadas para evitar esta catástrofe potencial y garantizar un futuro sostenible para las generaciones venideras.

redaccionqroo@diariocambio22.mx

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