GRITO. En 2022, mi colega periodista Antonio Nieto apuntó a otro lugar para encontrar fosas clandestinas en CDMX: el panteón de San Isidro en Azcapotzalco.
Buscamos Fosas Clandestinas En CDMX En El Lugar Equivocado
2 May. 2024
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El hallazgo de un supuesto crematorio ilegal al aire libre en los límites de Iztapalapa y Tláhuac nos recuerda que en CDMX también hay fosas clandestinas. Pero no en los lugares donde las familias están buscando.
Redacción /CAMBIO22
La primera vez que vi a Seller, un frío sicario de tan solo 17 años, nos citamos en una cafetería cerca de su barrio, a unos pasos de la estación Nopalera de la Línea 12 del Metro. Él eligió ese lugar pequeño y discreto porque estaba seguro de que todos de su “banda”, excepto él, estarían bebiendo alcohol un viernes por la noche. En cambio, Seller prefirió una malteada de fresa y unas galletas con chocolate líquido en un acto que delataba su edad.
No tenía edad suficiente para votar, pero ya tenía tres años cumplidos dentro de la tropa del Cártel de Tláhuac. Como muchos otros, yo pienso el tiempo en periodos antes y después de la pandemia, así que recuerdo que nuestra cita ocurrió en 2019, cuando no existían los cubrebocas de colores para combinar con el atuendo del día, pero él, sabiendo que la policía lo buscaba, llegó con un barbijo azul que le daba un aspecto enfermizo a su ya pronunciada delgadez a causa de la adicción al cristal.
“Por allá, todo está lleno de fosas con los enemigos de mis jefes”,me dijo señalando hacia algún lugar a su costado izquierdo. “Yo he ido, me toca abrir los hoyos en la tierra y bajamos los cuerpos de camionetas y los aventamos. Luego los tapamos con cal para que no huelan ni se los coman los perros”.
Había llegado a Seller por otra fuente y por accidente. Yo buscaba información sobre nuevas drogas sintéticas en la Zona Metropolitana del Valle de México y, en cambio, me topé con indicios de las primeras fosas clandestinas en la capital mexicana, un
fenómeno que el país había descubierto en el norte y sur de México, pero nunca en la Ciudad de México. Menos en las zonas densamente urbanas como Iztapalapa o Tláhuac, donde me encontraba bebiendo malteadas con un sicario.
“¿Por el Bosque de Tlahuac?”, pregunté y Seller abrió grande esos ojos hundidos. “¡No! ¡Allá!”, y ahora apuntó hacia su costado derecho. “¿En Iztapalapa?”, insistí. “¡Sí! Bueno… creo… no sé, ¿dónde está San Lorenzo Tezonco?”.
Seller hablaba del panteón. Esa vieja hacienda que en 1970 fue expropiada a favor del entonces gobierno del Distrito Federal que la convirtió en un cementerio con una extensión superior a los 10 mil metros cuadrados y en cuya fosa común están cientos de cuerpos sin reclamar de víctimas del terremoto de 1985.
Aprovechando su enormidad territorial y la falta de presupuesto para su vigilancia, dijo Seller, el Cártel de Tláhuac ahí aprovechaba la tierra removida para enterrar a rivales e inocentes de la capital, Estado de México, Morelos e, incluso, Hidalgo. También para exhumar cuerpos para los rituales de santería de los líderes. Entran y salen cadáveres sin que nadie haga nada.
“El día que se metan a ese lugar van a sacar cuerpos de a madres”,me dijo, mientras las migajas se le resbalaban por la playera. “Hasta los policías nos ayudaban, ¿’ora’ dicen que no saben nada? Se pasan de lanza”.
Nunca más volví a ver a Seller. Desapareció en la pandemia. Ahora que Ceci Flores, madre buscadora en Sonora, halló un supuesto crematorio clandestino con fosa ilegal en los límites de Iztapalapa y Tláhuac —a unos pocos kilómetros de aquella cafetería— me gustaría presentarle a mi fuente y que él mismo le dijera lo que me dijo aquel viernes: están buscando en el lugar equivocado.
Los panteones de la CDMX tienen las respuestas a las preguntan que atormentan a los familiares de desaparecidos.
Fuente : La Lista