Sólo bastó una decisión de vida para que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pasara de ser un anciano empecinado con el poder a un héroe para millones de estadounidenses
Redacción/ CAMBIO 22
Sólo bastó una decisión de vida para que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pasara de ser un anciano empecinado con el poder a un héroe para millones de estadounidenses. Eso fue lo que proyectó la semana que termina la Convención Nacional Demócrata, celebrada en Chicago.
Tras su aparición en el United Center, el lunes, los demócratas se desbordaron para expresar una y otra vez su amor y respeto por el mandatario saliente. No menos de 5 minutos duró el grito: “¡Amamos a Joe!”, y no es para menos; posiblemente a regañadientes, pero entendió que era momento de apartarse de la carrera política.
Un hecho que propició esa decisión fue el desastroso debate que protagonizó con un viejo lobo de mar en el rubro del mitote, Donald Trump, porque el cara a cara no duró unos minutos más. Si no hubiera sido un nocaut fulminante a Biden, de esos que te retiran, sin pena ni gloria.
En aquella ocasión, el mandatario argumentó estar enfermo de gripe y nadie lo pone en tela de juicio, pero al resfriado se sumó su edad: 81 años a cuestas no es poca cosa, su tartamudez y, según algunos medios estadounidenses, los seis tipos de padecimientos que sufre actualmente. El panorama era poco halagüeño.
En esas condiciones pensar en un segundo debate con Trump era casi enterrar todas las aspiraciones para mantenerse, a él y a su partido, en la Casa Blanca. Peor aún, hubiera sido casi imposible detener al magnate, que hoy no sabe cómo revertir la cuesta abajo, y hasta ha tenido que echar mano de la Inteligencia Artificial para tratar que el barco no se hunda.
Biden dijo en su discurso de despedida:“cometí muchos errores, pero les di lo mejor de mí”.También dejó claro que para él las cosas en el mundo de la política no han sido fáciles: primero, lo juzgaron por ser muy joven al llegar al Senado –29 años– y, luego, muy viejo para seguir siendo Presidente.
Probablemente, el pasado lunes presenciamos el lado más humano de Biden, quien fue presentado por su hija Ashley, apareció de traje y corbata azul y se le vio por segundos secando algunas lágrimas. Dejó claro que para él lo primero es la familia, sus hijos y su esposa Jill, a la que calificó como la roca de la familia.
En la convención, Biden se comprometió a convertirse en el principal voluntario para lograr que Kamala Harris, su amiga, reiteró en su discurso, se convierta ni más ni menos que en la primera mujer presidenta de Estados Unidos, con el aderezo de ser afroamericana y de ascendencia india.
Sin duda, el paso de los años es implacable; da mucha sapiencia, pero quita mucha energía y también alcanza a los poderosos. Lo bueno es que Biden tomó la decisión de hacerse a un lado y con ello le inyectó juventud al Partido Demócrata, que ya lucía como un bloque vetusto.
No se sabrá sino hasta el 5 de noviembre, o después, si los demócratas se mantendrán en el poder. Pero lo que ya está claro es que Biden se volvió un héroe demócrata y ya tiene un lugar asegurado en la historia política de Estados Unidos.