Redacción/CAMBIO 22 

Un supuesto milagro de Benedicto XVI se volvió popular en los últimos días en las redes sociales, desatando los pedidos de algunos grupos de fieles del reconocimiento de Joseph Ratzinger como santo.

El episodio ocurrió en 2013, cuando el entonces pontífice se reunió con Peter Srsich, un estadounidense de 18 años enfermo de cáncer.

Peter y su familia lograron conocer al Papa gracias a la asociación estadounidense “Make-a-wish”, que trata de conceder los deseos de los niños y adolescentes enfermos, según informó ANSA. Durante el encuentro, que quedó inmortalizado en unas fotos, Ratzinger habló con el joven, lo bendijo y tocó su pecho justo a la altura del pulmón.

A partir de ese momento, Srsich comenzó a mejorar gracias a los tratamientos y, aseguró, también “gracias a las oraciones” por las que el joven siempre agradecía.

La enfermedad retrocedió y nueve años después de esa reunión con Benedicto XVI, el joven se convirtió en sacerdote. Hoy está en la primera línea de los movimientos pro-vida estadounidenses.

En estas horas, tras la conmoción por la muerte del papa emérito, muchos fieles le atribuyeron a Ratzinger esa sanación. El supuesto milagro sería uno de los requisitos necesarios para su reconocimiento como santo.

Sin embargo, el propio Srsich rechazó hablar de “milagro”.

“La quimioterapia me ayudó a combatir el cáncer”, dijo. “Estar frente al Papa y conocerlo, y ver mi futuro, me ayudó a superar esto, y en alguna medida pequeña, no milagrosa, me ayudó sanar del cáncer”.

Los últimos papas en ser proclamados santos fueron Juan Pablo II y Juan XXIII en 2014. La canonización en una ceremonia presidida por Francisco y bautizada como de “los 4 Papas”, por la presencia también del pontífice emérito Ratzinger.

Juan XXIII fue canonizado sin la comprobación de milagros, una decisión que no ha sido tomada con frecuencia, pero corresponde a una prerrogativa del jefe de la Iglesia Católica, que ha querido así valorizar el ejemplo del llamado “Papa bueno”, autor de la encíclica “Pacem in terris”, y equilibra de algún modo la veneración que suscita el polaco Wojtyla.

Juan XXIII pasó a la historia como el pontífice que convocó el gran Concilio Vaticano II (1962-1965), que abrió a la Iglesia al mundo para modernizarla. Fue una persona simple y de buen humor, una actitud parecida a la que mantiene actualmente Francisco, primer papa latinoamericano y primer jesuita al frente del Vaticano.

La canonización del primer papa polaco de la historia se celebró en un plazo récord, a sólo 9 años de su muerte, aunque ha seguido todos los pasos exigidos por la Iglesia, entre ellos la demostración, según la Iglesia, de dos milagros, uno de ellos realizado el día de su beatificación, el 1º de mayo del 2011, con la cura inexplicable de la enfermedad de Parkinson a una mujer de Costa Rica.

 

 

Fuente: Infobae
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