• El pacto migratorio de Estados Unidos con Belice como tercer país seguro podría abrir la puerta a una mayor legalidad en las deportaciones, pero se debe esperar a conocer las condiciones de vida de los migrantes

 

Redacción / CAMBIO 22

Como parte de la serie de tratados y medidas con los que el Gobierno de Donald Trump busca poner límite a las solicitudes de asilo, el martes (21.10.2025), Estados Unidos firmó un acuerdo con  Belice como “tercer país seguro” para que Washington pueda transferir a personas migrantes a esa nación centroamericana.

Las leyes federales de EE. UU. permiten que los migrantes sean deportados a otros países, incluso antes de presentar una solicitud de asilo en territorio estadounidense. “De ese modo, si queda registrado que pasaron antes por Belice, Estados Unidos puede decir que ya estuvieron en un país seguro, y que entonces deben pedir asilo allí”, explica a DW Ernesto Castañeda, director del Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos de la American University, en Washington.

Sin embargo, “se trata de un paso simbólico porque actualmente está llegando bastante menos gente que pide asilo en la frontera”, añade. Aunque el acuerdo puede ser “un precedente a futuro para negar asilo en EE. UU., al mismo tiempo, a corto plazo, abre la puerta a una mayor legalidad en las deportaciones”.

El acuerdo “está violando el marco internacional de asilo”

“Ya hemos visto que hubo algunos casos graves, cuando Estados Unidos envió a migrantes a países que claramente cometen violaciones a los derechos humanos”, dice en entrevista con DW Eunice Rendón, coordinadora de la oenegé Agenda Migrante, de México, y consultora internacional en Seguridad y Migración, en referencia a deportaciones a Ruanda, Uganda, Sudán del Sur y Esuatini.

Estos acuerdos han sido impugnados en los tribunales estadounidenses por grupos de defensa de migrantes que argumentan que se están violando los derechos del debido proceso, y también fueron criticados por expertos en derechos humanos de las Naciones Unidas.

Aunque el Gobierno de EE. UU. no ha proporcionado información detallada sobre las condiciones de vida de los migrantes deportados, el Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. dijo en marzo, citado por la agencia AP, que solo deportará a terceros países si obtiene garantías diplomáticas de que no serán perseguidos ni torturados, como lo establece el derecho internacional.

El primer ministro de Belice, Johnny Briceño, hablando al micrófono en una imagen tomada en Guatemala. (2024).

El acuerdo con Belice parece ser similar al que firmó Paraguay con EE. UU., anunciado en agosto pasado. Ya había anunciado acuerdos parecidos con Honduras, en marzo, y con Guatemala, en febrero. Si bien, según Castañeda, no se espera que Belice vaya a recibir a enormes cantidades de personas, “es positivo que lleguen algunos migrantes que quieran establecerse allí para estar seguros”.

Pero Eunice Rendón advierte que con el acuerdo “se está violando el marco internacional de asilo, en el que los países firmantes se comprometen a que los migrantes se queden en esos países al solicitar refugio humanitario”.

El ministro de Relaciones Exteriores de Belice, Francis Fonseca, dijo que el acuerdo tendrá una duración inicial de dos años. El Gobierno de Belmopán subrayó que “mantiene un veto absoluto sobre las transferencias, con restricciones de nacionalidad, un límite de transferidos y controles de seguridad exhaustivos” acerca de antecedentes penales de los transferidos, pero no ofreció más detalles.

Según datos de la ONU, la población migrante en Belice era en 2020 de 62.043 personas, el 14,74 por ciento de su población.

Críticas de la oposición

La oposición beliceña ha reaccionado con severas críticas a “una decisión con profundas consecuencias nacionales”, y criticó la falta de transparencia del Gobierno. Para entrar en vigor, el acuerdo debe ser aprobado por el Senado de Belice. “Este acuerdo, por su propia naturaleza, podría transformar los sistemas de inmigración y asilo de Belice, imponer nuevas cargas financieras a los contribuyentes y plantear serias preguntas sobre la soberanía y la seguridad nacionales”, escribió en las redes sociales Tracy Panton, del Partido Democrático Unido y líder de la oposición en el Parlamento de Belice.

Para Castañeda, de ese modo la oposición “está politizando el tema, porque esas personas tendrán permiso de trabajo en Belice en pocas semanas o meses, y pagarán impuestos. Es decir, que en pocos años, eso será un aporte positivo neto para las arcas del Gobierno”.

Ruinas mayas y un paisaje selvático en Altún Ha, Belice.

“El riesgo de que ingresen personas que han cometido crímenes graves a Belice es bajo”, indica Ernesto Castañeda. “Seguramente entrarán migrantes que llegaron de manera irregular a Estados Unidos, y otros que entraron con permiso a través del programa CBP One en el gobierno anterior”, inhabilitado por Trump.

A juicio de Eunice Rendón, el hecho de que el Gobierno de Trump hable de que se abusa del sistema de asilo en su país “es más discursivo que real, es para meter miedo”. Y coincide con Castañeda en que las cifras de solicitudes de asilo se mantienen bajas. Aunque en 2025 la migración hacia EE. UU. y México disminuyó drásticamente, las solicitudes de asilo ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) se mantienen en niveles similares a 2024, con un promedio de 250 solicitudes diarias, según Refugees International.

“No me sorprendería que Estados Unidos le provea dinero a Belice para establecer una infraestructura y apoyar otros programas de desarrollo en el país. Entonces, habría un beneficio geopolítico, diplomático, y probablemente económico para Belice”, afirma el experto de la American University.

Belice, como país soberano, aceptó el acuerdo con Estados Unidos, y no se trata de un trato como el que se hizo con El Salvador, consigna. Y augura que los migrantes volarían a Belice “sin estar esposados, no irían a centros de detención, y serían personas libres que se incorporarían lo más pronto posible a la sociedad, empezando una nueva vida, como lo querían hacer en Estados Unidos”.

La experta de Agenda Migrante Eunice Rendón advierte, sin embargo, que “no queda claro qué les espera a los migrantes en Belice, porque eso aún no se ha comunicado en detalle. Muchas veces se nos olvida que esos solicitantes de refugio necesitan trabajar, tener un lugar donde vivir y, si tienen hijos, que sus hijos vayan a la escuela”. El riesgo de que la gente tenga que acampar en las calles porque no tienen vivienda a disposición “no es seguro para los migrantes, porque la calle no es hogar para nadie, y además eso genera reacciones de xenofobia y racismo”.

 

 

 

Fuente: DW

redaccion@diariocambio22.mx

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