Dr. Candy Raygoza / CAMBIO 22

La historia que rodea el caso de Clemente, acusado por el presunto homicidio del enfermero Ramiro, revela con crudeza el hartazgo de una ciudadanía que ya no tolera la impunidad, la corrupción y la fabricación de culpables por parte de quienes deberían procurar justicia. Este no es un hecho aislado, sino una muestra del deterioro ético y legal de la Fiscalía General del Estado de Quintana Roo, cuyo proceder ha fracturado la confianza social y atentado contra los cimientos de la paz.

Fiscalía asegura pruebas contra presunto homicida de enfermero

¿Dónde está el humanismo que tanto pregonan?

Una y otra vez, las autoridades hablan de derechos humanos, de cultura de paz, de compromiso con la legalidad… pero en los hechos actúan desde la violencia institucional, el abuso de poder y el desprecio por la dignidad humana. Lo ocurrido con Clemente es un espejo incómodo que nos muestra lo lejos que estamos de esos valores. ¿Cómo puede hablar de humanismo una institución que golpea, tortura, miente y encarcela sin pruebas?

Violaciones sistemáticas al debido proceso

La detención arbitraria de Clemente, su traslado sin orden judicial, el cateo ilegal a su domicilio, la siembra de pruebas y la coacción para autoinculparse son hechos que configuran una cadena de violaciones graves a sus derechos fundamentales. Este patrón de actuación viola la Constitución, los tratados internacionales y la esencia misma de la justicia.

Madre de Clemente N. señala detención injusta; lo culpan por muerte de enfermero  en Chetumal

Tortura: el rostro más cruel del poder

Las denuncias de golpes, amenazas y tortura psicológica reflejan una práctica institucionalizada para fabricar culpables y “cerrar” casos con rapidez. La tortura, además de ilegal, es un acto inhumano y cobarde que pone en evidencia la descomposición moral de quienes la ejecutan o permiten.

Corrupción que sepulta la verdad

El intento de incriminar a Clemente sembrando evidencia falsa, manipulando el escenario del crimen y presentando como “testigos” a los propios elementos que participaron en el cateo, representa una burla a la inteligencia ciudadana. Es el símbolo de un sistema donde la corrupción se ha normalizado y donde el poder se utiliza para encubrir, no para servir.

Acusan a la Fiscalía de usar a Clemente "N" como chivo expiatorio en el caso  del enfermero Ramiro Cáceres -

El silencio del fiscal y la complicidad institucional

El fiscal Raciel López, lejos de actuar con transparencia y respeto al debido proceso, ha evadido su responsabilidad y ha sostenido una narrativa débil, sin fundamentos ni evidencias sólidas. Su permanencia al frente de la fiscalía representa un obstáculo para la reconstrucción de la justicia en Quintana Roo. La cultura de paz exige autoridades honestas, no cómplices del abuso.

Por una justicia que construya paz, no miedo

La cultura de paz no puede florecer donde impera la tortura, el abuso de poder y la fabricación de culpables. La paz no es solo ausencia de violencia, sino presencia de justicia, verdad y dignidad. Lo ocurrido con Clemente exige no solo reparación individual, sino una reforma profunda del sistema de procuración de justicia en Quintana Roo.

Fiscalía sostiene la culpabilidad de Clemente

Conclusión

La ciudadanía está harta. Y tiene razón. El caso Clemente es una herida abierta que debe sanar con justicia, no con simulación. Es momento de alzar la voz, de exigir la renuncia de quienes traicionan el mandato que se les confió, y de recuperar el sentido ético de la función pública.

Porque si no hay justicia, no hay paz. Y si no hay paz, no hay humanidad posible.

¡No más corrupción! ¡No más impunidad! ¡Que caigan los responsables!

— Opinión ciudadana por la justicia, los derechos humanos y la cultura de paz.

 

 

 

Fuente: Sistema de Noticias CAMBIO 22

redaccionqroo@cambio22.mx

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