• Una guerra entre Hezbolá e Israel podría convertirse en un conflicto regional de mayor envergadura que eclipsaría los combates actuales y atraería a Irán y Estados Unidos.

 

Redacción/CAMBIO 22

Durante meses, se ha incrementado la preocupación ante la posibilidad de que la guerra en la Franja de Gaza pudiera desencadenar un segundo conflicto entre Israel y Hezbolá, el grupo paramilitar bien armado que de alguna manera está aliado con Hamás y tiene su base justo al otro lado de la frontera norte de Israel con Líbano.

Desde que comenzó la guerra de Gaza en octubre, ambos bandos han ejecutado ataques en repetidas ocasiones, en los que han muerto civiles y combatientes en Líbano e Israel, aunque la mayoría de las víctimas civiles se han registrado en territorio libanés. Las hostilidades también han hecho que, en ambos lados de la frontera, más de 150.000 personas tengan que abandonar sus hogares para refugiarse de manera temporal. Eso ha presionado al gobierno israelí a hacer retroceder a Hezbolá de la región fronteriza con el fin de que el norte del país vuelva a ser seguro para los residentes.

A continuación, analizamos el fenómeno de Hezbolá ahora que se encuentra al borde de una nueva lucha y por qué aún podría evitarse.

 

Hezbolá se ha opuesto a Israel desde sus inicios. Se fundó en la década de 1980, después de que Israel, en respuesta a los ataques, invadió y ocupó el sur de Líbano, con la intención de erradicar a la Organización para la Liberación de Palestina, que entonces tenía su base en el país.

Sin embargo, Israel pronto se topó con un nuevo enemigo, cuyos guerrilleros no tardaron en poner en aprietos a las fuerzas israelíes, mucho mejor equipadas: se trataba de Hezbolá, un movimiento popular musulmán chiita cuyo objetivo principal era expulsar a Israel de Líbano.

En el año 2000, Israel se había retirado de Líbano, lo que convirtió a Hezbolá en una especie de héroe para muchos libaneses. Volvió a enfrentarse a Israel en 2006, lanzando una operación militar contra su vecino del sur que provocó un feroz contrataque. En esa guerra, Israel bombardeó el sur de Líbano y Beirut, la capital; en los combates murieron más de mil libaneses.

Sin embargo, el ejército israelí nunca logró suprimir a Hezbolá en 34 días de guerra, lo que permitió al grupo y a su líder, Hassan Nasrallah, emerger como estrellas en un mundo árabe acostumbrado a ser derrotado por Israel.

Hezbolá no tardó en aliarse con Irán, y se convirtieron en estrechos socios.

 Aunque el grupo conserva un gran número de fieles seguidores entre los musulmanes chiitas por los servicios sociales y el poder político que les ofrece ─así como por las tácticas autoritarias que utiliza para sofocar cualquier disidencia─, muchos libaneses consideran a la organización como un obstáculo para el progreso que sigue amenazando con arrastrar al país a una guerra no deseada.

A seated crowd watches Hassan Nasrallah on several screens in a large, dimmed room.

 

 

Líbano no puede permitirse un nuevo conflicto con Israel.

El país se tambalea tras años de una crisis económica que ha hecho que innumerables libaneses se suman en la pobreza y una crisis política que ha despojado a los ciudadanos de muchos servicios básicos. Los ataques en la frontera han desplazado a cerca de 100.000 civiles libaneses, privando a muchos de sus ingresos y sus hogares, y le han costado al país la pérdida de miles de millones de dólares en ingresos del turismo y agricultura, según las autoridades libanesas.A woman stands outside at the counter of a shop with lettering that says, “FRIENDS EXCHANGE.”

Líbano también puede contar con menos apoyo internacional, ahora que su antigua potencia colonial, Francia, está distraída por la política interna, explicó Emile Hokayem, que se especializa en temas de seguridad de Medio Oriente en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. Otros Estados árabes e Irán, que después de 2006 proporcionaron fondos para la reconstrucción de Líbano, están menos dispuestos o son tienen menos posibilidades de ayudar.

“Ya era difícil en 2006, cuando la situación económica y la posición internacional de Líbano eran considerablemente mejores”, afirmó Hokayem. “El país no está en condiciones de enfrentar este conflicto”.

Incluso algunos de los electores musulmanes chiitas de Hezbolá en el sur de Líbano, tradicionalmente leales, cuestionan el precio de los actuales combates. Por eso, según los analistas, Nasrallah sabe que tiene que actuar con cautela. Ha afirmado que Hezbolá no desea un conflicto más amplio, al tiempo que ha advertido que sus combatientes están preparados para uno y que Israel se enfrentará a graves consecuencias si se produce.

“Si se impone la guerra, la resistencia luchará sin restricciones, reglas ni límites”, señaló Nasrallah en un discurso hace dos semanas.

 

 

A través de videos propagandísticos y ataques calibrados, Hezbolá ha dado repetidas muestras de un arsenal reforzado que, según la opinión de diversos analistas, puede infligir graves daños en ciudades israelíes. Sus fuerzas tienen años de experiencia tras años de luchar contra los rebeldes en Siria, adonde Hezbolá envió miles de combatientes durante la guerra civil de ese país para ayudar a cimentar el gobierno del presidente Bashar al Asad, aliado cercano de Irán y Hezbolá.

Hokayem aseguró que los combatientes de los grupos paramilitares respaldados por Irán en Irak también podrían unirse a la lucha si Israel ataca Líbano.

Las estimaciones sobre el número de misiles de Hezbolá y la sofisticación de sus sistemas varían. Según el World Factbook de la CIA, el grupo podría tener más de 150.000 misiles y cohetes de diversos tipos y alcances. También calcula que tiene hasta 45.000 combatientes, aunque Nasrallah ha afirmado tener 100.000.

A row of men in uniforms hold long guns and stand in front of military vehicles in a field near trees.

Sin embargo, analistas y funcionarios israelíes afirman que el arsenal de Hezbolá es mucho más peligroso que el de Hamás debido a sus misiles de precisión, que podrían apuntar a infraestructuras y activos militares israelíes de gran importancia.

Hezbolá también ha mostrado drones explosivos que pueden eludir la Cúpula de Hierro israelí, el sistema de detección y derribo diseñado para proteger al país de la llegada de cohetes y misiles. El grupo también parece disponer de misiles antitanque que vuelan demasiado rápido y demasiado bajo como para que la Cúpula de Hierro pueda interceptarlos.

Nasrallah advirtió en su discurso de hace dos semanas que Hezbolá solo había utilizado una pequeña parte de sus armas. En caso necesario, afirmó, Hezbolá podría lanzarlas contra “un banco de objetivos” en ataques de precisión.

“El enemigo sabe que debe esperar ataques por tierra, mar y aire”, amenazó.

 

 

Fuente: The New York Times

redaccionqroo@cambio22.mx

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