Arthur C. Brooks, Experto de Harvard, Defiende el Lado Positivo del Síndrome del Impostor
4 Ago. 2025
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El académico señala que esta sensación, lejos de ser un obstáculo, puede impulsar la autocrítica constructiva, la humildad y un mayor crecimiento profesional y personal
Redacción / CAMBIO 22
Una reacción habitual de nuestro cerebro ante nuevos retos es sentir que no estamos capacitados. ¿Podré?, ¿soy el indicado?, ¿cómo lo lograré si nunca lo he hecho? y otros tantos interrogantes. Muchas veces llevan a la paralización, pero la psicología ha demostrado que esto no tiene por qué ser un problema.
El sentimiento humano atraviesa a todas las disciplinas. Cuentan que lo ha padecido el científico Albert Einstein que en una carta escribió que temía ser un “involuntario estafador” y la propia actriz Natalie Portman una vez dijo que se sentía como un fraude en su trabajo. ¿Qué podemos esperar nosotros?

El origen del ‘síndrome del impostor’
El primer registro de esta afección data de 1978, cuando dos psicólogas, Pauline Rose Clance y Suzanne Imes, lo definieron en un artículo publicado en la revista Psychotherapy: Theory, Research and Practice. Pero no han sido las últimas.
En su reciente columna publicada en The Atlantic, el catedrático Arthur C. Brooks, profundiza en el tema y ofrece pautas para convivir con este fenómeno que puede haberse incrementado en la era digital: “En el entorno actual, donde la gente cultiva cuidadosamente una imagen en redes sociales que resalta lo positivo y oculta lo negativo, cualquiera puede llegar a sentirse un fracaso o un fraude”, dice.
El estudio original había encontrado evidencia en mujeres de alto rendimiento. Pero investigaciones posteriores descubrieron que no se limitaba exclusivamente a mujeres ni a ningún grupo demográfico en específico. Aunque, el propio Brooks destaca, que es más frecuente en adultos jóvenes.
“El síndrome del impostor tiende a manifestarse entre personas que trabajan en campos muy técnicos y que requieren la confianza de los demás. Varios estudios han encontrado una alta incidencia entre médicos jóvenes: en una encuesta de 2021, más de tres cuartas partes de los residentes quirúrgicos reportaron un sentimiento significativo o severo de ser impostores”, describe en su artículo.
Incluso también menciona que puede suceder a los padres o madres cuando sus hijos pequeños depositan en ellos su confianza. El desafío es que el síndrome no paralice y permita un mejor rendimiento en ciertas tareas. “Si te dices a ti mismo que eres solo un impostor, te sentirás impulsado a mejorar. Pero, así como ese tipo de menosprecio sería destructivo si se le dijera a un niño, este método abusivo, cuando es autoimpuesto, puede tener un gran costo psicológico, posiblemente provocando depresión y ansiedad”.

Cómo actuar cuando experimentas el síndrome del impostor
Esta distorsión cognitiva dificulta el aprendizaje y se asocia a la baja satisfacción laboral y el agotamiento. Brooks, que es una de las voces más reconocidas a nivel mundial, en ciencia y bienestar, recomienda tres acciones para que el síndrome del impostor tenga un efecto positivo:
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1. No hablarte como si te odiaras
“Hablarte con amabilidad puede sonar como narcisismo indulgente, pero en este contexto terapéutico necesario, simplemente es reconocer la realidad: no eres un incompetente; eres una persona que está intentando aprender y mejorar”, describe.
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2. Registra tu proceso
Uno de los problemas habituales al enfrentar una tarea desafiante es olvidar tus propias aptitudes: “Mantén un registro de tu progreso personal para tener un indicador objetivo de tu avance hacia tus metas, en lugar de obsesionarte con lo que aún no lograste”, sugiere. También recomienda hacer una lista con los logros ya conseguidos y repasarlos con regularidad.
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3. Busca compañía
En un mundo donde hay muchas personas experimentando el “síndrome del impostor”, construir una comunidad de personas con trayectorias similares puede brindar seguridad. En el artículo cita iniciativas de altos directivos como el movimiento Lean In, iniciado por una exdirectiva de Meta, o el programa Forum para jóvenes directores ejecutivos.
Pero, quizás, lo más alentador es que experimentar el síndrome del impostor es una señal positiva para lograr ese reto frente al que estás:
“Si tú también te preocupas por esto, tengo buenas noticias: el simple hecho de que tengas esa preocupación indica probablemente que no eres un farsante; el verdadero farsante está convencido de que no lo es”, afirma Brooks.
Fuente: National Geographic
GPC/MER




















