Artesanías de Gran Valor Cultural son Regateadas en José María Morelos, Denuncian Artesanas

Redacción / CAMBIO 22

José María Morelos, 9 DE MAYO. –   A pesar de la delicadeza y el enorme esfuerzo que conlleva su elaboración, las artesanías locales son frecuentemente subvaloradas en su lugar de origen. Una pieza de ch’al —tejido tradicional elaborado con aguja— puede venderse por hasta 700 pesos en José María Morelos, mientras que en zonas turísticas puede alcanzar precios de varios miles de pesos.Emilia Uluac, reconocida artesana del municipio, compartió que muchas de sus creaciones tardan hasta dos meses y medio en completarse, debido al detallado proceso que implica tejer punto por punto las figuras y diseños tradicionales.

“Primero se hace una cadenita, depende del ancho que uno guste, y luego se va tejiendo, sacando la forma. Mire, este tiene unas florecitas… se va tejiendo y queda bonita”, explicó mientras mostraba una chalina finamente elaborada.

Sin embargo, pese a la calidad y dedicación que conllevan estas piezas, Emilia señala que es común que los compradores locales intenten regatear los precios, minimizando el valor del trabajo artesanal. “Muchas veces sí pagan el precio, pero muchas veces no. Hay personas que no valoran el trabajo. Esta chalina la estoy vendiendo en 750 pesos, pero realmente debería costar más, como 1,200”, comentó.

Además de chalinas, la artesana mostró un vestido negro tejido completamente a mano, con diferentes tipos de puntadas que demuestran la variedad de técnicas que dominan las mujeres artesanas. “Este me llevó más tiempo porque cada punto es diferente. Uno empieza de arriba y va bajando, y hay que ir cambiando el punto de la aguja”, relató.

El tejido, además de ser una tradición, representa una fuente de ingreso para muchas mujeres de la región. “En mis ratos libres me pongo a hacerlo, y con la venta se ayuda en casa. En la economía que estamos ahora, sí ayuda mucho”, dijo Emilia.

La artesana hizo un llamado a la población a valorar y consumir productos hechos a mano por las comunidades locales, pues detrás de cada pieza hay horas de trabajo, conocimientos heredados y una conexión profunda con la identidad cultural del pueblo maya. “Lo ideal sería que los que compran estos productos se acerquen más, que entiendan el trabajo que lleva… porque muchas veces no se valora”, concluyó.

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