• Investigadores de la Universidad de Oxford encuentran 37 restos humanos en un pozo, desafiando todo lo conocido sobre las primeras sociedades humanas

 

Redacción / CAMBIO 22

Un inquietante descubrimiento en Somerset, Inglaterra, ha sacudido los cimientos de la arqueología y la antropología. Investigadores de la Universidad de Oxford desenterraron restos humanos en un pozo de 15 metros de profundidad en Charterhouse Warren, revelando una masacre sin precedentes ocurrida durante la Edad de Bronce.

De acuerdo con un estudio publicado en la revista Antiquity, se expone un nivel de violencia y deshumanización que desafía todo lo que se creía saber sobre las primeras sociedades humanas. Los restos de 37 personas, entre hombres, mujeres y niños, muestran evidencias claras de una muerte violenta. Cráneos fracturados y traumatismos causados por objetos contundentes reflejan un acto sistemático y deliberado de asesinato. Sin embargo, lo que más ha desconcertado a los científicos es la intención detrás de estas acciones.

Un macabro descubrimiento en una fosa común de la Edad de Bronce: las víctimas fueron devoradas - The New York Times

Junto a los huesos humanos, se encontraron restos de animales mezclados en el mismo pozo. Esta combinación no apunta al hambre o la supervivencia, sino a un acto simbólico de degradación y deshumanización. Los motivos detrás de esta masacre siguen siendo un misterio y no se han identificado conflictos por recursos ni tensiones étnicas en la región. Los investigadores especulan que la violencia pudo haber surgido de conflictos sociales o rivalidades internas.

Este hallazgo desafía la idea de que la violencia extrema es un fenómeno asociado exclusivamente a sociedades complejas. En la Edad de Bronce, un período que a menudo se asocia con avances tecnológicos y sociales, también había lugar para actos de brutalidad inimaginable. El pozo de Charterhouse Warren no sólo aporta detalles escalofriantes sobre un episodio olvidado de la historia, sino que también invita a reflexionar sobre la naturaleza humana. Este descubrimiento nos enfrenta a una verdad incómoda: la capacidad para la violencia extrema no es nueva, sino una sombra persistente en nuestra evolución como especie.

 

 

 

Fuente: ABC Sociedad

redaccion@diariocambio22.mx

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