Aplicada con Engaños, la Inteligencia Artificial nos Puede Convertir en Inútiles en Pocos Años
25 May. 2025
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CAFÉ DE ALTURA
Javier Chávez Ataxca/CAMBIO 22
Ayer hice un texto de una viejecita que pide limosna en la avenida Insurgentes de Chetumal y por curiosidad mi esposa recurrió a la Inteligencia Artificial para crear uno parecido, dando estos datos:
Crear una columna periodística sobre una viejecita que camina entre automovilistas para pedir limosna en Chetumal.
El texto salió en cosa de seis segundos y me asombra su calidad que deja como primerizo a cualquier periodista. Véanlo y abro comillas para no confundirlos:

“Entre el Asfalto y la Esperanza: La Viejecita de la Avenida Insurgentes
Por [Tu Nombre]
Cada mañana, cuando el sol apenas comienza a calentar el pavimento de la avenida Insurgentes en Chetumal, una figura menuda y encorvada aparece entre el tráfico. No tiene nombre para la mayoría, pero todos la reconocen: la viejecita del crucero.
Con su vestido deslavado, un sombrero de palma que ha visto mejores días y una mirada que mezcla dignidad con resignación, camina entre los autos con la mano extendida y una sonrisa que desarma.

No grita, no exige. Solo camina. A veces murmura un “Dios le bendiga” cuando una moneda cae en su bolsa de tela. Otras veces, solo asiente con la cabeza, como si entendiera que no todos pueden, o quieren, ayudar.
Su presencia es constante, casi como un semáforo más. Pero a diferencia de las luces que regulan el tráfico, ella nos interpela. Nos obliga a mirar más allá del parabrisas, a cuestionar la ciudad que hemos construido y la indiferencia que a veces cultivamos.
¿Quién es ella? Algunos dicen que se llama Doña María. Otros aseguran que vive en una colonia periférica y que camina varios kilómetros cada día para llegar a ese cruce. Hay quienes la ven como parte del paisaje urbano, y quienes la critican, sugiriendo que “seguro gana más que uno”. Pero pocos se detienen a preguntarse qué historia hay detrás de sus pasos lentos y su andar entre motores rugientes.

En una ciudad que presume de modernidad y crecimiento, la figura de Doña María es un recordatorio incómodo de las desigualdades que persisten. No es solo una anciana pidiendo limosna; es un símbolo de los olvidados, de los que envejecen sin red de apoyo, sin pensión suficiente, sin familia que los cuide.
Y sin embargo, hay algo profundamente humano en su rutina. En su perseverancia. En su capacidad de seguir adelante, día tras día, con la esperanza como único equipaje.
Quizá mañana, cuando el semáforo se ponga en rojo y ella se acerque a tu ventana, no solo le des una moneda. Tal vez le regales una sonrisa, un saludo, un poco de tu tiempo. Porque a veces, lo que más necesita alguien no es dinero, sino que lo vean. Que lo reconozcan. Que lo recuerden”.

Hasta ahí esta mágica creación instantánea y en ella veo graves riesgos para los estudiantes, porque con un simple click u orden pueden crear textos e imágenes engañando a maestros y catedráticos, pero ante todo a sí mismos y a sus familias.
Y claro, el periodismo puede ser otro engaño, pero más me preocupan los menores de edad.
redaccionqroo@diariocambio22.mx
HTR/RCM





















