“Sí que hay otras novelas que siguen más o menos la misma línea que está, pero no la había escrito de esta manera. Cuando uno escribe una novela en la que uno habla de personajes de 20 años debe tener la capacidad de ponerse en la piel de alguien de esa edad; pero lo que me ha permitido esta novela es hablar desde mi contexto actual”.
“Por ejemplo: Al profundizar en la experiencia del cáncer terminal, recordé que mi padre estaba pasando por la misma situación; y al escribir la vida del otro personaje me di cuenta que tenía mi misma edad y dos hijos. Hay gente que sólo escribe desde el yo, pero ese no es mi caso. Uno escribe para encontrarse o para perderse, a veces me apetece simplemente escribir para salirme de mí misma; pero me resultó muy interesante la oportunidad de hacerme algunas preguntas”, agrega la escritora.

Angüstia y arrepentimiento
Sin dar demasiados detalles de la trama para no arruinar la lectura del libro, Kellen explica que el tema de la muerte y los últimos momentos le obsesiona. “Lo que más me pregunto a diario es, si tuviera 80 años y estuviera muy cerca del final, qué haría. Me angustia muchísimo y me da mucho miedo llegar a arrepentirme de cosas. Yo le pregunto muchísimo a mi abuela, que tiene 85 años, si ha sido feliz, si cambiaría algo, porque creo que quien está en ese momento ya conoce el mapa de su vida, conoce muy bien todas las carreteras”, precisa la autora.
Una de las cosas que llaman la atención de este libro que tardó cinco años en escribir es que se remonta a un momento de la historia marcada por el inicio de la Segunda Guerra Mundial y por profundos cambios culturales. Sobre esto la autora, afirma que no tenía una intención especial, aparte de lo reconocible del momento y lo atractivo que era para el mismo desarrollo narrativo.
“Siempre ha habido amor. Cuando me documentaba y leía cartas de la época me di cuenta de que las preocupaciones del ser humano siempre han sido las misas. Creo que por eso es que se escriben y se seguirán escribiendo muchas historias de amor y de otros sentimientos”, dice la autora de “33 razones para volver a verte”.
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Si bien esta novela muestra ciertos cambios en comparación con las otras que marcan su carrera, Kellen, espera que sea leída por gente de todas las edades, porque buscó escribir una historia con todos y los mejores elementos posibles, aunque reconoce que puede haber algunos que no les interese tanto.
“Es cierto que yo también voy creciendo y también una hace cosas que se ajusten más a quien es ahora”. Esa es la dirección a la que quiero ir, escribir es un juego que tiene que ser divertido y para que sea divertido tiene que ser creativo, es decir que signifique hacer cosas que no has hecho todavía.
“Pero así como yo he crecido, ha sido muy bonito que hay lectoras que han crecido conmigo, chicas que han estado en la firma de autógrafos y me han dicho que les han gustado todas mis novelas, pero ésta más, porque las representa aún más. Yo estoy súper agradecida por el hecho de ser la autora de libros que han abierto la puerta de la literatura a mucha gente, es algo que no es fácil ahora porque ¿quién se da el tiempo para abrir un libro y leerte?”.






















